¿Por qué este es el vídeo más importante que he publicado hasta ahora?
¿Por qué pienso que reflexionar sobre la vida y la obra de Foucault resulta
imprescindible para entender nuestro tiempo y para entender cuál es la
trayectoria que –en gran parte, sin duda, de manera inconsciente–, está
recorriendo nuestra cultura? Me explico:
“No me preguntéis quién soy y no me pidáis que siga siendo el mismo”:
esta es una de las frases más citadas de Michel Foucault, uno de los
intelectuales más influyentes de nuestro tiempo… si no el que más. Su amigo, el
escritor y artista Pierre Klossowski estaba convencido de que la meta de
Foucault era, precisamente, «liquidar el principio de identidad».
No existiría, pues, para Foucault, nada sobre lo que sustentar la idea de un
“yo” estable, que sirviese para garantizar la permanencia entre lo que fui, lo
que soy y lo que seré. Sustentando eso que “no” somos, estaría nuestro fondo
dionisíaco, instintivo, desordenado y abierto a múltiples posibilidades de ser;
de ser hoy una cosa y quizás otra mañana. Si en algo pudiéramos reconocernos
sería, para Foucault, en nuestra propensión hacia el exceso en cualquiera de
los campos en los que actuemos; para empezar, en la sexualidad, donde,
precisamente, el erotismo desinhibido desnuda un impulso profundo
"a destruir", "a aniquilar". Incluido aniquilarse a
sí mismo: los flirteos de Foucault con el suicidio fueron constantes a lo largo
de su vida. La moral, que pudiera estar encargada de poner orden en esa
propensión hacia el exceso, no tiene para él otro fundamento que el de servir a
los intereses del “poder”. Lo único que cabe, pues, es combatir toda moral. La
biografía de Foucault fue consecuente con estas ideas, aunque podría estar
mejor si lo decimos al revés: que sus ideas fueron una emanación de su propia
biografía. Él mismo vino a reconocerlo así.
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