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jueves, 15 de febrero de 2024

EL ESPÍRITU ES LA ENERGÍA QUE DA VIDA A LA MATERIA

“Lo que hace que una cosa sea es nuestro estado febril, y las verdades se proyectan sobre un mundo de ausencia por la viveza de nuestros ardores (…) Si fuéramos más fríos o reposados, nada sería (…) Las ascuas de nuestro interior son los arquitectos de la vida, el mundo no es más que una prolongación exterior de nuestra hoguera” (Emil Michel Cioran[1])

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“Dios, la conciencia del Universo, está limitado por la materia bruta en que vive (de la cual) trata de libertarse y de libertarnos. Y nosotros, a nuestra vez, debemos de tratar de libertarle de ella” (Unamuno[2])

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“Nuestros anhelos son energías prisioneras en la prisión de la materia y gastamos la mayor parte de ellas en resistir el gravamen que ésta nos impone” (Ortega y Gasset[3])

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“El espíritu dice: ¡quiero ser! Y la materia le responde: ¡no lo quiero!” (Unamuno[4])

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“El universo es una pausa del espíritu” (Cioran[5])



[1] E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p. 230

[2] Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Espasa Calpe, pág. 157.

[3] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VI, O. C., Tº 2, pp. 555-556

[4] Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Espasa Calpe, pág. 161

[5] E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p. 293

martes, 17 de enero de 2023

Algunos argumentos sobre por qué podemos deducir que EL UNIVERSO SE ESTÁ EXPANDIENDO

 

“La vida ha triunfado sobre el planeta gracias a que en vez de atenerse a la necesidad la ha inundado, la ha anegado en exuberantes posibilidades, permitiendo que el fracaso de una sirva de puente para la victoria de otra” (Ortega y Gasset[1]).

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“Vivir, al menos humanamente, es transitar, estarse yendo hacia… siempre más allá” (María Zambrano[2]).

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“El hombre es un sistema de deseos imposibles en este mundo” (Ortega y Gasset[3]).

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“Se vive en la proporción en que se ansía vivir más” (Ortega y Gasset[4]).

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“La vida tiende siempre a dar el máximum. Y por ello, inventa mil estratagemas que los biólogos conocen, para retroceder, para salir por otro lado, como si partiese de un centro en un movimiento de abanico” (María Zambrano[5]).

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“Porque hay en cada cosa una aspiración a ser más que materia, a ser lo que los físicos llaman fuerza viva” (Ortega y Gasset[6]).



[1] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VII, O. C., Tº 2, Madrid, Alianza, pág. 611

[2] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, pág. 62.

[3] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, pág. 210

[4] Ortega y Gasset: “La deshumanización del arte”, O. C., Tº 3, pág. 367.

[5] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, pág. 148

[6] Ortega y Gasset: “La estética de ‘El enano Gregorio el Botero’”, O. C. Tº 1, pág. 540.

viernes, 23 de septiembre de 2022

LAS FORMAS SON UN MOMENTO DE REPOSO EN EL TRANSITAR DEL UNIVERSO HACIA TODAVÍA MÁS ALLÁ

 

M. C. Escher: "Reptiles"

“La forma es un movimiento detenido” (Ortega y Gasset[1]).

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“La quietud está llena de movimiento retenido como la vaina de espada” (Ortega y Gasset[2]).

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“Porque hay en cada cosa una aspiración a ser más que materia, a ser lo que los físicos llaman fuerza viva” (Ortega y Gasset[3]).

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“Cuanto en la naturaleza no parece ser movimiento, lo es en realidad. Hemos entendido o explicado un fenómeno cuando hemos descubierto su expresión foronómica, su fórmula de movimiento” (Ortega y Gasset[4]).

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 “La auténtica plenitud vital no consiste en la satisfacción, en el logro, en la arribada. Ya decía Cervantes que ‘el camino es siempre mejor que la posada’ ” (Ortega y Gasset[5]).

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 “La motivación es considerada como un estado de tensión que nos incita a buscar el equilibrio, la paz, la adaptación, la satisfacción y la homeostasis. En el marco de esta concepción del hombre la personalidad no es otra cosa que el modo y manera de disminuir nuestras tensiones (…) (Pero lo característico de la tendencia auténticamente humana es que) no está de ninguna forma orientada al equilibrio ni a la disminución o anulación de tensiones, sino más bien a lo contrario” (Viktor E. Frankl[6]).



[1] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VII, “Obras Completas”, Tº 2, pág. 590.

[2] Ortega y Gasset: Prólogo a “Veinte años de caza mayor”, del conde de Yebes, O. C., Tº 6, pág. 456.

[3] Ortega y Gasset: “La estética de ‘El enano Gregorio el Botero’”, O. C. Tº 1, pág. 540.

[4] Ortega y Gasset: “España invertebrada”, O. C., Tº 3, pág. 52.

[5] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C., Tº 4º, pág. 159.

[6] Viktor E. Frankl citando a Gordon W. Allport: “Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia”, Barcelona, Herder, 1980, pp. 43-44.

miércoles, 11 de mayo de 2022

LA FUERZA VITAL EMERGE DEL HECHO DE ESTAR DE ACUERDO CON NOSOTROS MISMOS

 


     “La mayor parte de los hombres no hacemos sino querer en el sentido económico de la palabra: resbalamos de objeto en objeto, de acto en acto, sin tener el valor de exigir a ninguna cosa que se ofrezca como fin a nosotros. Hay un talento del querer, como lo hay del pensar, y son pocos los capaces de descubrir por encima de las utilidades sociales que rigen nuestros movimientos que nos imponen esta o aquella actitud, su querer personalísimo. Solemos llamar vivir a sentirnos empujados por las cosas en lugar de conducirnos con nuestra propia mano. Por tal razón yo veo la característica del acto moral en la plenitud con que es querido. Cuando todo nuestro ser quiere algo —sin reservas, sin temores, integralmente— cumplimos con nuestro deber, porque es el mayor deber de la fidelidad con nosotros mismos. Una sociedad donde cada individuo tuviera la potencia de ser fiel a sí, sería una sociedad perfecta. ¿Qué significa lo que llamamos hombre íntegro sino un hombre que es enteramente él y no un zurcido de compromisos, de caprichos, de concesiones a los demás, a la tradición, al prejuicio?” (Ortega y Gasset[1]).

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     “Las ideas tienen dos caras y dos valores o eficiencias distintas. Por una de sus caras la idea pretende ser espejo de la realidad; cuando esta pretensión se confirma decimos que es verdadera. La verdad es el valor o eficiencia objetivos de la idea. Mas por su otra cara la idea se prende al sujeto, al hombre que la piensa; cuando coincide con su temple íntimo, con su carácter y deseos, aunque no sea verdadera, aunque carezca de valor objetivo, posee una eficiencia subjetiva, dando satisfacción intelectual al espíritu. Yo opondría a la verdad, o valor objetivo de la idea, su vitalidad o valor subjetivo” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “La vida en torno”, en “El Espectador”, Vol. 2, O. C. Tº 2, p. 153.

[2] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver. Viajes, gentes, países”, Madrid, Alianza, 1988, pp. 101-102.



jueves, 17 de junio de 2021

COMENTARIO A PROPÓSITO DE LA DIFERENCIA ENTRE “MATERIA” Y “SENTIDO” O “FORMA”

 

Hacer arte con la ruina, con el detritus, con los restos de las cosas
"Calavera, Yo", de Antoni Tàpies

    Cuando hacemos uso de las cosas, ya las hemos sometido a nuestra jurisdicción, las hemos interpretado, ya son lo que son "para nosotros". Lo mismo ocurre cuando ya tienen una "forma", que, como decía Aristóteles, es lo opuesto a la "materia" (lo original). La materia sería lo que nos dan los sentidos antes de cualquier interpretación añadida.

    Estas ideas tienen interés, por ejemplo, para entender lo que pretende hacer el arte moderno. Decía Picasso, por ejemplo: “Ojalá pudiéramos quitarnos el cerebro y usar solamente nuestros ojos”. Y Cézanne, el padre de la pintura moderna: “Un cuadro no representa nada, no debe representar, en principio, más que colores”[1]. Hablamos, pues, de un arte que trata de regresar a lo que sería el mundo antes de cualquier interpretación, un arte, por tanto, como Ortega decía, "deshumanizado". ¿Qué existía antes de que el hombre superpusiera a la materia su orden, su interpretación, su conversión en "cosas"? Existía el caos, lo que, por ejemplo, es capaz de percibir el bebé. Por eso, el arte moderno genuino es un arte incomprensible, porque quiere preceder a toda interpretación, quedarse solo con la materia, con el caos original. El mismo caos al que regresa el esquizofrénico cuando la interpretación que pudiera tener del mundo se le derrumba, y las cosas quedan sin significado. Podríamos decir que en tales casos solo resta el detritus, la ruina de las cosas. Y por eso, ampliando el foco de la idea, llega a decir Ortega: “Está en ruinas casi todo, desde las instituciones políticas hasta el Teatro, pasando por todos los demás géneros literarios y todas las demás artes. Está en ruina la pintura —sus escombros son el cubismo—; por ello, los cuadros de Picasso tienen un aspecto de casa en derribo o de rincón del Rastro. Está en ruina la música —el Strawinsky de los últimos años es un ejemplo de detritus musical” (2)



[1] Paul Cézanne citado por Ernst Fischer en “La necesidad del arte”, Barcelona, Altaya, 1999, pp. 88-89

[2] Ortega y Gasset: “Idea del teatro”, O. C. Tº 7, p. 450.


martes, 15 de junio de 2021

EL MUNDO TIENE DOS COMPONENTES: MATERIA Y SENTIDO

 

Don Quijote lucha contra los molinos de viento-Gustavo Doré

   “Caminando (…) con Don Quijote y Sancho, venimos a la comprensión de que las cosas tienen dos vertientes. Es una el ‘sentido’ de las cosas, su significación, lo que son cuando se las interpreta. Es otra la ‘materialidad’ de las cosas, su positiva sustancia, lo que las constituye antes y por encima de toda interpretación (…) Estos molinos tienen un sentido: como ‘sentido’ estos molinos son gigantes. Verdad es que Don Quijote no anda en su juicio (…) Bien que estos gigantes no lo sean, pero (…) ¿de dónde ha sacado el hombre los gigantes? Porque ni los hubo ni los hay en realidad (…) Siempre se trataría de una cosa que no era un gigante, pero que mirada desde su vertiente ideal tendía a hacerse gigante (…) Si obedecemos al impulso de esa alusión y nos dejamos ir según la curva allí anunciada, llegaremos al gigante” (Ortega y Gasset[1]).

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   “Los objetos sensibles dan sólo una cara cuando los vemos: el resto, la integridad del objeto es una construcción nuestra, un pequeño edificio ideal que instauramos tomando como materiales los trozos de él que hemos visto” (Ortega y Gasset[2]).

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   “La única diferencia está en que la ‘realidad’ –la fiera, la pantera– cae sobre nosotros de una manera violenta, penetrándonos por las brechas de los sentidos, mientras la idealidad sólo se entrega a nuestro esfuerzo” (Ortega y Gasset[3]).

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[1] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 385.

[2] Ortega y Gasset: “Una primera vista sobre Baroja”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº II, pp. 188-189.

[3] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”. O. C. Tº 1, p. 349.


jueves, 3 de junio de 2021

LA MATERIA ESTÁ SOBREVALORADA

 

"Calcetín", de Tápies

   “Muy probablemente, es la materia aquella porción de realidad que más próxima se halla a ser, en efecto, un caos” (Ortega y Gasset[1]).

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“Hay distancias, luces e inclinaciones, desde las cuales el material sensitivo de las cosas reduce a un mínimo la esfera de nuestras interpretaciones (…) La cosa inerte y áspera escupe de sí cuantos ‘sentidos’ queramos darle (…) He ahí lo que llamamos realismo: traer las cosas a una distancia, ponerlas bajo una luz, inclinarlas de modo que se acentúe la vertiente de ellas que baja hacia la pura materialidad” (Ortega y Gasset[2]).

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    “La física nos dice solamente lo que es la materia como si sólo ella hubiese en el Universo, como si fuese el Universo. Por eso la física ha solido tender a sublevarse como auténtica filosofía, y esta pseudofilosofía subversiva es el materialismo. El filósofo, en cambio, buscará de la materia su valor como pieza del Universo y dirá la verdad última de cada cosa, lo que esta cosa es en función de todas” (Ortega y Gasset[3]).

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    “El hombre español se caracteriza por su antipatía hacia todo lo trascendente; es un materialista extremo (…) La emoción española ante el mundo no es miedo, ni es jocunda admiración, ni es fugitivo desdén que se aparta de lo real, es de agresión y desafío hacia todo lo supra-sensible y afirmación malgré tout de las cosas pequeñas, momentáneas, míseras, desconsideradas, insignificantes, groseras” (Ortega y Gasset[4]).

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     “Cuando consideramos alguna de las grandes obras que hasta ahora ha producido nuestra raza nos viene la sospecha de que acaso sea la de nuestro espíritu étnico una misión incomparable, misión que consista en ensayar una síntesis suprema, no conseguida todavía por el hombre, entre las cosas y las ideas, entre la materia y el espíritu” (Ortega y Gasset[5]).

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    “El predominio de los sentidos arguye de ordinario faltaesión es filiada, sometida a civilidad, p de potencias interiores (...) La imprensada –y de este modo entra a cooperar en el edificio de nuestra personalidad–” (Ortega y Gasset[6]).

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    “No hay más aplanadora y abrumadora calamidad para un pueblo que la falta de curiosidad por las cosas del espíritu: se originan de ahí todos los males(Azorín[7]).

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[1] Ortega y Gasset: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº IV, p. 531

[2] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 386.

[3] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 336.

[4] Ortega y Gasset: “Arte de este mundo y del otro”, O. C. Tº 1, pp. 199-200

[5] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver. Viajes, gentes, países”, Madrid, Alianza, 1988, p. 46.

[6] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 349.

[7] Azorín citado por Ortega y Gasset: “Nuevo libro de Azorín”, O. C. Tº 1, p. 242


miércoles, 18 de marzo de 2020

¿Es la mente un epifenómeno del cerebro o este un instrumento de aquella?

     Esto que sigue es mi contestación al muy ilustrado comentario a mi anterior artículo que David Gustavo Rodríguez Cisneros ha publicado en mi página de Facebook, y a cuya lectura remito. Pongo su escrito al final de este otro texto.
     David Gustavo, como la complejidad del asunto en el que nos hemos metido no es desdeñable, me he decidido (me temo que con un exceso de temeridad por mi parte, porque son temas que me sobrepasan) a desarrollar mi propio hilo argumental para no extraviarme demasiado, y espero que guarde suficiente paralelismo con el suyo.
     Aceptemos, de inicio, que existen dos realidades confluyentes o una realidad paradójica: materia y energía. Sigo, para diferenciarlas, la pauta que marca Carl Gustav Jung, que dice: “Los acontecimientos físicos pueden ser contemplados desde dos puntos de vista: el mecanicista y el energético. La visión mecanicista es puramente causal y concibe el acontecimiento como consecuencia de una causa (…) La visión energética, por el contrario, es esencialmente finalista y concibe el acontecimiento partiendo de la consecuencia hacia la causa (…) El desarrollo energético tiene una dirección determinada (un objetivo)”. Aplicando la visión energética al terreno de la psicología, que es donde a los dos nos gusta aterrizar, podemos entender que la energía psíquica, la libido, esté ahí antes de que la produzca una causa, es esencialmente finalista, no dirigida, para empezar, hacia un objetivo concreto, pero sí emitida algo así como hacia una búsqueda, como una intencionalidad, decía yo el otro día. La energía no se somete en ese sentido, como sí lo hace la materia, a la relación causal, sino que es esencialmente finalista, concibe el acontecimiento del que ella es responsable como iniciado en la consecuencia, en el objetivo (indeterminado, para empezar).
     La visión mecanicista entiende los productos de la mente como epifenómenos (consecuencias) de procesos fisiológicos previos (causas); la psique sería, según esto, la secreción del cerebro como la bilis lo es del hígado. Esa interpretación restrictiva obligaría también a interpretar la vida como epifenómeno de la química del carbono. Frente a tal concepción reduccionista se rebelaba Ortega tomando a Darwin como ilustre representante de ella: “Darwin cree haber conseguido aprisionar lo vital –nuestra última esperanza– dentro de la necesidad física. La vida desciende a no más que materia. La fisiología a mecánica (…) Ya no es (el organismo) quien se mueve sino el medio en él. Nuestras acciones no pasan de reacciones”[1]. Todo lo que hacemos está, según Darwin y los suyos, predeterminado por causas mecánicas, nuestra voluntad es solo el instrumento de mecanismos materiales que la preceden (que la causan).
     Aunque una porción de los fenómenos psíquicos es interpretable según las leyes mecanicistas, en lo esencial responden mejor a su consideración de fenómenos energéticos (intencionales). Y prolongando esta idea también podríamos decir: no es tanto el mundo el que causa nuestra forma de entenderlo, como lo contrario, estamos inmersos en un mundo, si no creado, sí moldeado por nuestra alma. Jorge Wagensberg, que fue doctor en física, escritor y editor, pone un ejemplo que complementaría el que usted trae a colación sobre la distinta forma de percibir los chapulines o saltamontes por parte de, respectivamente, los indígenas del norte y del sur de México. Dice Wagensberg: “Recordemos a Werner Heisenberg. Paseando un día cerca del castillo de Krongberg, Niels Bohr, que le acompañaba, le dijo: ‘¿No es extraño ver cómo cambia este castillo cuando se imagina uno que Hamlet vivió en él? Como científicos creemos que un castillo está formado sólo por piedras y admiramos la forma en que el arquitecto las compuso. Las piedras, el techo verde de pátina, las tallas de la iglesia, forman el conjunto del castillo. Nada debería cambiar por el hecho de que Hamlet viviera en él, pero, de hecho, cambia completamente. Inesperadamente, las paredes y las murallas hablan un lenguaje diferente. El patio se transforma en todo un mundo, un rincón oscuro nos recuerda la oscuridad del alma... Oímos las palabras de Hamlet: to be or not to be. Sin embargo, todo lo que sabemos realmente de Hamlet es que su nombre aparece en una crónica del siglo XIII. Nadie puede probar que viviera aquí realmente. Pero todo el mundo conoce las preguntas que Shakespeare puso en su boca, las profundidades del alma humana que estaba destinada a revelar, y cada uno sabe que, en consecuencia, también él tendría que ocupar un lugar en la Tierra, aquí en Krongberg.’ ”[2].
     De Heisenberg, Premio Nobel de Física de 1932, decía precisamente Ortega que, en el tiempo en que él escribía, era “el más grande físico actual (...) Su ‘principio de indeterminación’ (...) se vuelve contra todo el cuerpo de la física y lo destruye (pues) proclama que el investigador, al observar el fenómeno, lo ‘fabrica’, que la observación es producción”[3]. El principio de indeterminación, recordemos, establece que los fenómenos físicos a nivel cuántico se comportan de forma paradójica: tanto como si fueran manifestaciones de ondas de energía que como si lo fueran de corpúsculos de materia. Y el experimentador puede escoger probar una cosa o la otra y las dos resultan ser posibles.
M. C. Escher: "Escalera infinita"
El "principio de incertidumbre" traducido a lenguaje plástico
    
     Volvamos sobre la pregunta: ¿los fenómenos psíquicos se comprenden mejor si los consideramos como resultado de hechos causales previos, esto es, como consecuencia de procesos fisiológicos, o como procesos energéticos (libidinales) que hay que entender como teleológicos, es decir, en los que es la finalidad o la intencionalidad la que pone en marcha ese proceso? Ortega habla de que es posible activar en nosotros una “sensibilidad para el más allá”, la cual supone dos cosas: “una, fe en la vida al esperar que la porción ignorada de ella es mayor y mejor que la ya sabida; otra, fuerza creciente en la persona, porque el horizonte no se amplía nunca o casi nunca por sí mismo, sino que lo ensanchamos empujándolo con los codos de nuestra alma, que para ello necesita dilatarse, rebosar hoy su volumen de ayer”[4]. Lo cual no sé si es demasiado atrevido decir que hace pensar no solo en ese concepto de finalidad, de esperanza en lo que ha de venir, sino en una especie de violación del principio de conservación de la energía, porque se produce en la persona una “fuerza creciente”.
     Dice también Ortega en este sentido que “se vive en la proporción en que se ansía vivir más”[5]. Seríamos, pues, depositarios de una fuerza expansiva, algo así como si, a escala macrocósmica, sostuviéramos que el universo se expande (¿cómo podría, si la energía fuese siempre la misma?). Lo cual no es disonante con lo que afirma Ilya Progogine, Premio Nobel de Química de 1977: Lejos de poder someter nuestro concepto del tiempo a las regularidades observables del comportamiento de la materia, debemos comprender la idea de un tiempo productor, un tiempo irreversible que ha engendrado el Universo en expansión geométrica y que todavía engendra la vida compleja y múltiple a la que pertenecemos”[6]. Que es, más o menos, lo que Ortega había afirmado unas décadas antes: “Hay en cada cosa una aspiración a ser más que materia, a ser lo que los físicos llaman fuerza viva”[7]. El universo parecería entonces tener una intención, andar a la busca de una indeterminada finalidad. Y eso se traduciría, a nivel humano, en esto que asimismo afirma Ortega: “El hecho humano es precisamente el fenómeno cósmico del tener sentido”[8], es decir, de tener un objetivo, una meta. Yo pienso en el Punto Omega de Theilard de Chardin.
Werner Heisenberg, pionero de la física cuántica
    
     Y bien, faltaría ligar este hilo argumental al otro que venía a estar en el punto de partida de nuestro debate, aquel que se anunciaba en este pensamiento de Ortega: Casi siempre acontece lo mismo con las grandes ideas: las vemos a un tiempo fuera y dentro, como verdades y como deseos, como leyes del cosmos y confesiones del espíritu. Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo”[9]. Se me ocurren algunas vías de evolución para desarrollar la idea, pero, aparte de que no las tengo suficientemente elaboradas, esto empezaría a alargarse demasiado. Así que me conformaré con concluir con otra cita de Ortega a propósito de esas relaciones entre el mundo físico y el psíquico: “Hay entre ellos un nexo nada físico, un influjo irreal: la funcionalidad simbólica. El mundo como expresión del alma”[10].



[1] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C., Tº 1º, pág. 400.
[2] “Proceso al azar”. Edición de Jorge Wagensberg, Barcelona, Tusquets, 1996, pág. 155
[3] O y G: “Pasado y porvenir para el hombre actual”, O. C., Tº 9, pp. 662-663
[4] O y G: “El Espectador”, Tº VIII, O. C., Tº 2, pág. 741
[5] O y G: “La deshumanización del arte”, O. C., Tº 3, pág. 367
[6] I. Prigogine: “La nueva alianza Metamorfosis de la ciencia”. Madrid, Alianza, 1997, pág. 14
[7] Ortega y Gasset: “La estética de ‘El enano Gregorio el Botero’”, O. C. Tº 1, pág. 540.
[8] Ortega y Gasset: “Las Atlántidas”, O. C., Tº 3º, pág. 310
[9] O y G: “El Espectador”, Tº VI, O. C., Tº 2, pág. 526.
[10] O y G: “El Espectador”, Tº VII, O. C., Tº 2, pág. 586


COMENTARIO DE DAVID GUSTAVO RODRÍGUEZ CISNEROS ANTERIOR A ESTE ARTÍCULO
     Saludos: siempre que el conocimiento filosófico coincide con la verdad científica, no dejo de sentir asombro de la manera en que nuestra mente intuye la realidad sin necesidad de haberla conocido. Y aquí, es donde deberá de perdonar la divagación, que no dislate, ya que al final coincidiremos en nuestras conclusiones. Aprendimos en aquellos años de bachilleres, que en el universo solo existe materia y energía, y aparte de eso la nada; la materia se convierte en energía y la energía en materia, tal como lo intuyo Einstein en su formula E=MC2 y lo demostraron las bombas atómicas, pero sin importar cuanta materia y energía se conviertan de la una en la otra, la cantidad total de la suma de ambas es constante, ya que la materia y la energía no se destruyen solo se transforman. Bueno, pues el concepto ha cambiado y ahora sabemos que la materia no es mas que una forma particular de la energía (Bosón de Higgs) y la vida es una manifestación peculiar de la energía. Cuando uno estudia química orgánica y mejor si estudia la química de la vida, bioquímica, aprendemos que el oxigeno de la respiración y la glucosa de la alimentación se combinan en el ciclo de Krebs para generar energía eléctrica, que es la que mueve a los seres vivos, si alguien lo duda, tenemos estudios como la electromiografia y el electrocardiograma que miden la actividad eléctrica de los músculos esqueléticos y del musculo cardíaco y muy en especial el electroencefalograma que mide la actividad eléctrica del cerebro, y por definición, mientras el cerebro tenga actividad eléctrica, hay vida, cuando la actividad eléctrica del cerebro cesa, es señal de muerte. Desde hace años se estudia la forma en que el pensar, ver, oír, oler, tocar, y degustar generan corrientes eléctricas y la zona de nuestro cerebro en que esto ocurre, pero el estudio de las ondas de un electroencefalograma no nos permite saber que esta pensando el individuo, solo que lo esta haciendo. Entonces, nuestro cerebro recibe la información de la realidad, de parte de los órganos de los sentidos, codificada en forma de impulsos eléctricos que debe de identificar, comprender e interpretar, y aun mas, reaccionar a ellos en base a instintos, pero mas en base al aprendizaje. Y aquí caemos, el objeto es real,pero se convierte en parte de mi realidad, hasta cuando lo identifico, lo comprendo y lo interpreto, lo convierto en parte de mis recuerdos y le concedo un valor en base al juicio de mi razón. Pensemos, un saltamontes, chapulín en lengua nahuatl moderna, para la mayor parte de las personas es solo un insecto, al que no creo que nadie o casi nadie le tema, por lo que si estamos en un campo lleno de saltamontes difícilmente notaremos su presencia; un Inuit, muy posiblemente nunca ha visto un saltamontes y su reacción ante ellos, cuando note su existencia, podrá ser de miedo, curiosidad o asombro; pero si es un mexicano del sur del país, estará pensando como atraparlos, para prepararse un banquete de chapulines dorados a la plancha. El objeto real no cambio, la interpretación y la reacción son las que cambiaron y en esto fue obvio: el hombre es el y sus circunstancias, la realidad es una, la percepción de la realidad es única e individual, por eso es que decía yo, que todos podemos tener razón y estar equivocados al mismo tiempo, en este impresionante mecanismo eléctrico que es nuestro sistema nervioso central, pueden haber, y hay, mil fallas diferentes, que afectan nuestra identificación, comprensión, identificación y reacción ante la realidad. ¿Tiene algo de raro que Sigismund Schlomo Freud fuera neurólogo?