sábado, 27 de abril de 2024

EL RENACIMIENTO: LA GRAN REVOLUCIÓN QUE SUPUSO


 

Es de suma importancia conocer el significado del Renacimiento, porque de él surgieron los caracteres que hicieron que Occidente superara ya definitivamente a las demás civilizaciones con las que por entonces coexistía y hoy sigue coexistiendo. El factor principal que puso en marcha la revolución renacentista fue que hizo eclosión el sentimiento de libertad: los individuos dejaron de sentirse encajados en moldes preestablecidos que decidían por ellos lo que iba a ser su vida, y empezaron a hacerse dueños de su destino. Ninguna otra civilización ha llegado tan lejos en este sentido. Con esa libertad y con esa irrupción del individuo en la historia dejaron de estar vigentes las verdades preestablecidas y se promovió la experiencia como recurso alternativo para comprender la realidad. Sin embargo, la libertad llevaba consigo un complemente paradójico y no deseable: la pérdida de referencias y la paulatina desaparición de las fuentes de identidad. Y eso ha traído consigo también un enorme incremento de la angustia y el desasosiego en las almas, que ha alcanzado en nuestro tiempo su grado más alto.

miércoles, 24 de abril de 2024

CÓMO DOMESTICAR A NUESTRO SALVAJE INTERIOR

“Lo superior, para realizarse en la historia, tiene que esperar a que lo inferior le ofrezca holgura y ocasión. Es decir, que lo inferior es el encargado de realizar lo superior —le presta su fuerza ciega pero incomparable. Por esto la razón no debe ser orgullosa y debe atender, cuidar las potencias irracionales. La idea no puede luchar frente a frente con el instinto; tiene, poco a poco, insinuándose, que domesticarlo, conquistarlo, encantarlo, no como Hércules, con los puños —que no tiene—, sino con una irreal música, como Orfeo seducía a las fieras. La idea es... femenina y usa la táctica inmortal de la feminidad, que no busca imponerse por derechura, como el hombre, sino pasivamente, atmosféricamente. La mujer actúa con un dulce y aparente no actuar, soportando, cediendo; como Hebbel decía: «En ella el hacer es padecer». Así, la idea. Los griegos sufrieron radicalmente el error de creer que la idea, de puro ser clara y sólo por serlo, se imponía, se realizaba, que el Logos, que el verbo por sí mismo y sin más se hacía carne. Fuera de la religión, esto es una creencia mágica, y la realidad histórica —por desgracia, por ventura— no es magia” (Ortega y Gasset[1])


[1] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 346-347.

lunes, 22 de abril de 2024

UN PODEROSO SALVAJE NOS HABITA

“Siempre el hambre y sed de comer y beber será psicológicamente más fuerte, tendrá más energía bruta psíquica que el hambre y sed de justicia. Cuanto más elevada es una actividad en un organismo es menos vigorosa, menos estable y eficiente. Las funciones vegetativas fallan menos que las sensitivas, y éstas, menos que las voluntarias y reflexivas. Como dicen los biólogos, las funciones últimamente adquiridas, que son las más complejas y superiores, son las que primero y más fácilmente son perdidas por una especie. En otros términos: lo que vale más es lo que está siempre en mayor peligro. En un caso de conflicto, de depresión, de apasionamiento siempre estamos prontos a dejar de ser inteligentes. Diríase que llevamos la inteligencia prendida con un alfiler. O dicho de otra forma: el más inteligente lo es... a ratos. Y lo mismo podríamos decir del sentido moral y del gusto estético. Siempre en el hombre, por su esencia misma, lo superior es menos eficaz que lo inferior, menos firme, menos impositivo” (Ortega y Gasset)[1].



[1] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 346.

sábado, 20 de abril de 2024

LO QUE EL SILENCIO PROCLAMA


“¡Silencio! ¡Silencio! ¿No se ha vuelto perfecto el mundo en este instante? (…) Así ríe un Dios. ¡Silencio!” (F. Nietzsche[1])

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“Los acontecimientos más grandes no son nuestras horas más estruendosas, sino las más silenciosas” (Nietzsche[2]).

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“Los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía” (Haruki Murakami[3])

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“Todo decir es incompleto, es fragmento de sí mismo y tiene en la escena vital, donde nace, la mayor porción de su propio sentido (…) Esto nos coloca de pronto ante una paradoja, como tal impertinente, pero que es ineludible, a saber: que el decir se compone, sobre todo, de silencios, de cosas que por sabidas se callan o que son por completo inefables y en las cuales, sin embargo, se apoya, como en una tierra nutriz, lo que efectivamente declaramos(Ortega y Gasset[4]).

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“Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio”   (Antonio Machado[5]).



[1] F. Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, pp. 369-370

[2] Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, pág. 194

[3] Haruki Murakami: “Los años de peregrinación del chico sin color”, Barcelona, Tusquets, 2014.

[4] Ortega y Gasset: “Misión del bibliotecario”, O. C. Tº 5, pp. 233-234.

[5] Antonio Machado: “Nuevas canciones”, publicado en 1924.

jueves, 18 de abril de 2024

VEAMOS POR QUÉ EL MISTERIO ES UNA DERIVADA DEL CHISTE

Dice Georges Ifrah en su “Historia universal de las cifras” que el número al que llama “googol”, 10 a la 100, es decir, un 1 seguido de cien ceros, trasciende todos los límites del mundo real. Explica Ifrah: “La distancia que nos separa del planeta Venus, medida en angstroms (millonésimas de milímetro), vale 10 a la 27 (...) El número de granos de arena que podría contener el volumen de la Tierra (…) sería 10 a la 31. ¡Cantidad absolutamente despreciable si se compara con el googol! (…) De hecho tendríamos que alcanzar el volumen total del universo en milímetros cúbicos (...) para superar el googol” [1]. Pensar en este número sería una manera de acondicionar la mente a fin de prepararla para acoger en ella a Dios, que tampoco tiene nada que ver con la realidad; o dicho de otra forma, que tiene que ver con la realidad, sí, pero manifestándose como Nada; es decir, como Infinito, que, de las dos formas, es lo que se sale de los bordes de lo real. Por eso dice Unamuno: “En cuanto tratamos de definirlo (a Dios), nos surge la nada”[2]. El googol, esa medida capaz de salirse de las fronteras de lo real ¿es todo o es nada? Tendría, pues, razón Machado cuando poéticamente llega a las siguientes conclusiones:

“El hombre es por natura la bestia paradójica,
un animal absurdo que necesita lógica.
Creó de nada un mundo y, su obra terminada,
‘Ya estoy en el secreto –se dijo–, todo es nada’.”[3]



[1] Georges Ifrah: “Historia Universal de las Cifras”, Madrid, Espasa, 2002, pp. 1.068-1069.

[2] Miguel de Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Madrid, Espasa Calpe, 1967, pág. 129.

[3] Antonio Machado: “Proverbios y cantares”, en “Poesías Completas”, Madrid, Espasa-Calpe, 1981, p. 221

martes, 16 de abril de 2024

EL CHISTE Y SU RELACIÓN CON EL MISTERIO

 

LO QUE LAS CONTRADICE ES UNA LATENCIA DE LAS COSAS MISMAS. POR ESO, DONDE ALCANZAN SU PLENITUD CORREN EL PELIGRO DE PERDERSE EN LA NADA. 

Chistoso ¿no? “Cuando rozo el misterio sin poder reírme de él, me pregunto para qué sirve esa vacuna contra lo absoluto que es la lucidez”, deduce consecuentemente Cioran[1]. Y también Nietzsche: “¡Y sea falsa para nosotros toda verdad en la que no haya habido una carcajada!”[2].

Y Ortega aporta esto al tema: “El mal humor es estéril. Todas las grandes épocas han sabido sostenerse sobre el abismo de miseria que es la existencia, merced al esfuerzo deportivo de la sonrisa. Por eso los griegos pensaban que el oficio principal de los dioses era sonreír y hasta reír. El rumor olímpico es, por excelencia, la carcajada (…) (Por el contrario) todas las potencias del mal están muy interesadas en instaurar donde quiera el mal humor. Saben que un pueblo donde el mal humor se establezca es un pueblo destruido, aventurado, pulverizado”[3].



[1] E. M. Cioran: “Silogismos de la amargura”, Barcelona, Tusquets, 1997, p. 99

[2] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, p. 291

[3] Ortega y Gasset: “Bronca en la física”-O. C.-Tº 5-pp. 275-76.

domingo, 14 de abril de 2024

CÓMO EMPEZÓ TODO (según la filosofía)



La Nada es la referencia de todas nuestras nostalgias. La vida consiste en una búsqueda hacia delante de algo que al nacer dejamos atrás. Avanzamos porque ésa es la única manera de regresar. “No más partir, volvemos” (María Zambrano[1]). Sólo el Todo nos valdría como alternativa efectiva a la irrecuperable Nada; sólo si llegáramos a integrarnos en aquél conseguiríamos alcanzar la paz que perdimos al abandonar ésta. Desde que nacimos añoramos la muerte que nos precede, la paz que ella nos procuraba. Pero como como es imposible la vuelta a ese paraíso perdido, inventamos la vida, que es el recurso alternativo para buscar aquella paz marchando hacia delante. En suma, vivimos, es decir, discurrimos hacia delante gracias a la muerte que nos precede y que dejamos atrás. Y quizás muramos porque lo que llegamos a encontrar en la vida es insuficiente y hay que seguir buscando más allá.



[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, pág. 62.

viernes, 12 de abril de 2024

LA MISTERIOSA NECESIDAD DE SENTIRNOS CULPABLES

¿Cómo podrías responder a lo que todavía no te ha sido preguntado? Toda aurora necesita de su noche previa. No hay tesoro que no esté escondido; ninguna riqueza auténtica es heredada. La virtud es una denodada tarea de perforación y excavación que aspira a traer a la luz lo que el vicio encubría. “La creación de valores morales es, en definitiva, consecuencia de sentimientos y consideraciones inmorales” (F. Nietzsche[1]). El bien se oculta necesariamente bajo el mal. “¡Y se gana la luz desde el infierno!” (León Felipe[2]).  Ningún inocente llega a conocer la Verdad.

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 “El remordimiento metafísico es una turbación sin causa, una inquietud ética en el límite de la vida. No tienes culpa alguna de la que arrepentirte y sin embargo sientes remordimientos. No te acuerdas de nada, pero te invade un sentimiento infinitamente doloroso del pasado. No has hecho nada malo, pero te sientes responsable de los males del universo” (E. M. Cioran[3]).



[1] F. Nietzsche: “La voluntad de poderío”, Madrid, Edaf, 1980, pág. 160

[2] León Felipe: “Obras Completas” Buenos Aires, Losada, 1963, pág. 285

[3] E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p.13

miércoles, 10 de abril de 2024

ADAPTACIÓN O DESASOSIEGO

Para alcanzar estabilidad y equilibrio es preciso acostumbrarse a lo que hay, adaptarse al medio. Pero con eso sólo satisfacemos a una parte de lo que somos. La otra aspira al descubrimiento de cosas nuevas y a indagar en lo que tienen de sorprendente las cosas que creíamos habituales. Quien opta por dar preferencia a esta última parte ha de pagar el tributo de un mayor o menor desasosiego, y a menudo, de soledad y marginación por parte del hombre medio, que prefiere aferrarse a lo conocido.

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El recurso del hombre medio es el mismo que ya utilizaba el hombre arcaico, del que dice Mircea Eliade: “Lo que (el hombre arcaico) hace, ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestos inaugurados por otros”[1].

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“En la nueva biología (…) ya no aparece la vida como una lucha triste por no morir, como una mera reacción al medio, como una adaptación, sino al contrario: vivir es producción, creación de multiplicidad organizada, aumento, expansión, dominio. El equilibrio es la negación de la vida. El principio de conservación es secundario y adjetivo. El principio que late en el plasma es crecimiento y tendencia a imperio sobre el medio” (Ortega y Gasset[2])



[1] Mircea Eliade: “El mito del eterno retorno”, Madrid, Alianza, 1979, p. 15.

[2] Ortega y Gasset: “El genio de la guerra y la guerra alemana”, en “El Espectador”, Vol. II, O. C. Tº 2, p. 199.

lunes, 8 de abril de 2024

LO QUE NOS NIEGA ES LO QUE NOS PERMITE SER

“El ambiente es uno de los ingredientes de nuestra personalidad, como la presión atmosférica es uno de los factores que componen nuestra forma física. Si no nos apretase y limitase (…) seríamos informes, indefinidos e impersonales” (Ortega y Gasset[1])

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 “Vosotros hombres superiores, ¿creéis acaso (…) que quiero prepararos para lo sucesivo un lecho más cómodo a vosotros los que sufrís? (…) ¡No! ¡No! ¡Tres veces no! (…) Vosotros debéis tener una vida siempre peor y más dura” (F. Nietzsche[2])

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“No puede vivir felizmente aquel que sólo se contempla a sí mismo, que lo refiere todo a su propio provecho: has de vivir para el prójimo, si quieres vivir para ti” (Séneca[3])

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“Soy lo bastante fuerte para transformar en ventaja para mí incluso lo más problemático y peligroso, haciéndome así más fuerte” (F. Nietzsche[4])

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“Lo que no te mata te hace más fuerte” (F. Nietzsche[5])                     



[1] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 299.

[2] F. Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, pág. 385

[3] Séneca: “Cartas a Lucilo”, Barcelona, Orbis

[4] Friedrich Nietzsche: “Por qué soy tan inteligente”, en “Ecce homo”, Madrid, Alianza

[5] Friedrich Nietzsche: “Por qué soy tan sabio”, en “Ecce homo”, Madrid, Alianza

domingo, 7 de abril de 2024

EL MALESTAR EN LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL: a qué se debe

Libertad y sentimiento de identidad son términos que tienden a contraponerse. En la Baja Edad Media (siglos XII al XV) todo estaba reglamentado; para cada comportamiento, para cada oficio, para cada cosa por conocer había una fórmula preestablecida, una manera de abordarlo predeterminada. Consiguientemente, esa normatividad que a todo afectaba permitía tener un sólido sentimiento de identidad: todo era y volvía a ser lo mismo que había sido siempre. A partir del Renacimiento, sin embargo, el péndulo histórico se fue hacia el lado contrario: hizo eclosión la libertad, nada estaba predeterminado, todo estaba por descubrir en mayor o menor medida. Los efectos benéficos de esa irrupción de la libertad son evidentes: nunca la historia de la humanidad ha alcanzado los logros históricos que Occidente ha logrado desde el Renacimiento. Pero a cambio, las fuentes de identidad fueron disolviéndose: los individuos han dejado de tener referencias a las que poder asignar el contenido de la palabra “yo”. Y eso ha provocado un enorme desasosiego que hoy ha llegado a su punto álgido.

sábado, 6 de abril de 2024

CÓMO EMPEZÓ TODO

En el principio, como es sabido, Dios creó los Cielos y la Tierra. Pero mientras lo hacía debió sentir nostalgia de la Nada, según se deduce de la constatación de que “en la promesa de ser, se esconde la atracción del no-ser” (María Zambrano[1]). En consonancia con ello, León Felipe describe así ese momento paradójico en que, al parecer, las cosas echaron a andar: “En el principio creó Dios la luz... y la sombra”[2]. Y Lao Tsé: “El ser y el no ser surgen juntos”[3]. Y también Cioran: “Al principio fue el Crepúsculo”[4]. Hablamos, pues, de ese momento de “total pureza en que el ser y el no-ser no se han diferenciado todavía” (María Zambrano[5]).

De manera que al abrirse las puertas del Big Bang, salieron a la vez la expansión y la contracción, el movimiento y la inercia, el caos y el orden, Sodoma y el Diluvio, el olvido y la eternidad. Desde entonces, la paradoja pasó a ser algo intrínseco a todas las cosas... y ahora que lo pienso, también extrínseco.



[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, pp. 94-95

[2] León Felipe: “Obras Completas”, pág. 212

[3] Lao Tsé: “Tao te king”-Ed. Debate–, pág. 16

[4] Cioran: “El ocaso del pensamiento”, pág. 81

[5] María Zambrano: “Claros del bosque”, pág. 141.

domingo, 31 de marzo de 2024

¿QUÉ ES ESO QUE NOS ES VITALMENTE IMPRESCINDIBLE Y QUE NO ACABAMOS DE ENCONTRAR?

La vida es una función destinada a realizar la tarea que nos permita intentar recuperar algo que sentimos haber perdido y que nos es esencial reponer. Pero existe la vida a condición de que no lo encontremos, porque si lo encontráramos la vida dejaría de tener esa función que la sostiene, y que con lo que se identifica es con el estado de búsqueda, no con el de darla por finalizada. Estamos condenados a llevar una vida errante, vagar como expatriados que tratan de volver al hogar perdido, pero al cual no acaba de llevar ningún camino. Los pesimistas tienden a inclinarse por la opción de desistir, de estar buscando algo que siempre está más allá. Pero es que no acaban de entender que la vida consiste en eso.

jueves, 28 de marzo de 2024

SÍSIFO

–¿Y esto era todo?  

Todavía jadeante, observaba cómo su estado de ánimo iba pasando ineluctablemente desde la perplejidad hacia el despecho. Nadie le respondió. Y es que las cimas son lugares deshabitados e inhóspitos. Debería haber previsto que allí estaría solo. “Cuando estoy arriba –decía en esa misma situación Nietzsche a Zaratustra–, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el frío de la soledad me hace estremecer”[1].

Tanta ilusión, tanta determinación, tanto esfuerzo... ¿Y ahora, qué? “¿Y ahora, qué?”. Nunca nadie ha sido capaz de traspasar definitivamente los límites adscritos a esta inquietante pregunta. Desde luego, Sísifo tampoco lo consiguió. Y es que “Nadie va más allá de sus tinieblas, y el hombre no camina más lejos que su sombra” (León Felipe[2]). Los dioses, como tienen por costumbre, se mostraron indolentes ante sus lamentos. Aún permaneció un rato aturdido, indeciso, sumido en la incertidumbre. Por fin, cuando ya estaba a punto de caer en la desesperación, consiguió reaccionar. Se levantó, apoyó sus manos en la enorme piedra que acababa de subir y optó por la única solución que, una vez más, logró encontrar: presionó con ahínco sobre la piedra hasta ver cómo de nuevo rodaba montaña abajo…

Viendo esta historia repetirse muchas veces, Lao Tsé pudo concluir: “El que camina por el llano sendero del Tao parece subir y bajar”[3].



[1] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, pág. 73

[2] León Felipe: “Obras Completas”, Buenos Aires, Losada, pág. 161

[3] “Tao te king” –Ed. Olañeta–, pág. 63

lunes, 25 de marzo de 2024

 

Las emociones y las formas de comportarse de los individuos son el sustrato sobre el que discurre la historia. Norbert Elias es el autor que más se ha preocupado de investigar ese ámbito que comparten los cambios históricos que favorecieron el control de la violencia al hacer a los estados los depositarios en régimen de monopolio de su uso legítimo, con el cambio en los comportamientos primarios e instintivos en un sentido que fue llevando hacia la consolidación de la civilización. Este presupuesto condujo a Elias a analizar el modo en que fueron cambiando los comportamientos a la hora de comer, de hacer las necesidades corporales, la diferente manera de entender la desnudez del cuerpo o las relaciones extramatrimoniales, porque todo ello resulta ser el sustrato microcósmico sobre el que discurría el macrocosmos de los grandes sucesos históricos, económicos y sociológicos que se han desarrollado a lo largo del proceso civilizador.

viernes, 22 de marzo de 2024

LO QUE LA DIFICULTAD FACILITA

 

“El mundo no existiría para mí, no me haría cargo de él, no me sería mundo si no se me opusiese, si no resistiese a mis deseos y no limitase y, por tanto negase, mi intención de ser el que soy. El mundo es, pues, ante todo, no digo más o menos, pero sí ante todo, resistencia a mí. Es lo hostil y por eso lo otro que yo” (Ortega y Gasset (1))

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“La fatalidad que es el presente no es una desdicha, sino una delicia, es la delicia que siente el cincel al encontrar la resistencia del mármol” (Ortega y Gasset(2))

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“Sólo cuando el ángel flamígero arrojó a Adán y Eva del paraíso empezaron éstos a tener, en el sentido natural del término, vida humana” (Ortega y Gasset[3])



[1] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, p. 208.

[3] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, p. 209.

martes, 19 de marzo de 2024

“El hombre es un lobo para el hombre”, decía Thomas Hobbes, y el estado de naturaleza es el de la “guerra de todos contra todos”. Ése es el aterrador punto de partida para los seres humanos desde el cual vamos transitando a lo largo de lo que Norbert Elias denomina “proceso civilizador”, el que nos irá permitiendo cambiar nuestros miedos originales y primarios por el sentimiento de seguridad. Este proceso, que es el que fundamentalmente discurre entre la Edad Media y el Renacimiento, y sigue después hacia delante, es el que pone en sintonía factores como el del progresivo monopolio de la violencia por parte del Estado con el del correlativo aumento del autocontrol sobre los comportamientos individuales. Y asimismo, el aumento de las relaciones comerciales, de más largo recorrido cada vez, así como la división del trabajo y la consiguiente interdependencia entre los hombres, progresivamente mayor, resultará que son correlativos con la consideración de las consecuencias futuras de los propios actos personales, y, en general, con una nueva consideración del tiempo futuro.

 

sábado, 16 de marzo de 2024

CÓMO DISTINGUIR LA ENSOÑACIÓN DE LA REALIDAD

Si el fin al que dedico mi vida fuera yo mismo, si mi existencia fuera una derivada de mi pensamiento, quedaría atrapado en una manera de ser que estaría construida con ensoñaciones. Sólo cuando salgo de mí mismo hacia mi circunstancia, hacia algo que no soy yo y que me limita y me pone difícil realizarme, empiezo a estar hecho de realidad.

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“Cuando el hombre se queda o cree quedarse solo, sin otra realidad, distinta de sus ideas, que le limite crudamente, pierde la sensación de su propia realidad, se vuelve ante sí mismo entidad imaginaria, espectral, fantasmagórica. Sólo bajo la presión formidable de alguna trascendencia se hace nuestra persona compacta y sólida y se produce en nosotros una discriminación entre lo que, en efecto, somos y lo que meramente imaginamos ser” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Historia como sistema”, Obras Completas, Tomo 6, Alianza, Madrid, 1983, pp. 47-48.

 

miércoles, 13 de marzo de 2024

LA ALTURA HACIA LA QUE TRANSITAMOS

“El progreso aparece así en la existencia como avanzando de lo imperfecto a lo más perfecto; pero lo imperfecto no debe concebirse en la abstracción, como meramente imperfecto, sino como algo que lleva en sí, en forma de germen, de impulso, su contrario, o sea, eso que llamamos lo perfecto” (G. W. F. Hegel[1])

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“La perfectibilidad es realmente algo casi tan indeterminado como la variabilidad en general. Carece de fin y de término. Lo mejor, lo más perfecto a que debe encaminarse es algo enteramente indeterminado” (G. W. F. Hegel[2])

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“El hombre selecto o excelente está constituido por una íntima necesidad de apelar de sí mismo a una norma más allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone (…) Contra lo que suele creerse, es la criatura de selección, y no la masa, quien vive en esencial servidumbre. No le sabe su vida si no la hace consistir en servicio a algo trascendente (…) La nobleza se define por la exigencia, por las obligaciones, no por los derechos. Noblesse oblige” (Ortega y Gasset[3])



[1] G. W. F. Hegel: “Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal”, Madrid, Alianza, 1982, pág. 133

[2] G. W. F. Hegel: “Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal”, Madrid, Alianza, 1982, pág. 127

[3] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, pp. 181-182.

 

domingo, 10 de marzo de 2024

 

Asistimos en nuestra época a un hecho social que da a dos vertientes: la gran altura histórica alcanzada por nuestras sociedades y que ese extraordinario fenómeno haya sido entregado al gobierno del hombre-masa, el “señorito satisfecho” que cree que puede hacer lo que le dé la gana. De modo que, a pesar de las enormes posibilidades que los hombres tienen a su alcance, hoy reina en gran medida la arbitrariedad y la improvisación en la política, en el arte, a la hora de diseñar los personales proyectos de vida o hasta en el modo de conducir el tiempo de ocio.

A su vez, dos grandes frutos que el mundo moderno ha generado y que estaban destinados a garantizar su bienestar, la ciencia y el Estado, han demostrado tener dentro el gusano que los está corroyendo: el especialismo y el sometimiento al Estado de lo que antes dependía de la iniciativa privada, que corre peligro de asfixiarse. Ambos instrumentos han pasado a incorporarse a la órbita del hombre-masa.

Hoy se han hecho necesarias nuevas formas de organización de los estados que estén a la altura de los problemas supranacionales que se han generado.

jueves, 7 de marzo de 2024

INCONVENIENTES DE HABER LLEGADO A LA META

“Ahora bien, ¿qué sucede cuando el espíritu tiene lo que quiere? Su actividad ya no es excitada; su alma sustancial ya no entra en actividad (…) Solo tengo interés por algo, mientras este algo permanece oculto para mí, o es necesario para un fin mío, que no se halla cumplido todavía. Cuando el pueblo se ha formado por completo y ha alcanzado su fin, desaparece su más profundo interés” (G. W. F. Hegel[1]).

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 “No he conocido una sola sensación de plenitud, de dicha verdadera sin pensar que ese era el momento justo de retirarme para siempre” (Cioran[2]).

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“Es condición de todo ideal no ser posible realizarlo. Su papel consiste más bien en erguirse más allá de la realidad, influyendo simbólicamente sobre ésta, a la manera que la estrella influye simbólicamente sobre la nave. Norte y Sur no son puertos donde quepa arribar: son gestos remotos y ultrarreales que definen rutas y crean direcciones” (Ortega y Gasset[3])



[1] G. W. F. Hegel: “Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal”, Madrid, Alianza, 1982, pág. 71

[2] Emil M. Cioran: “Del inconveniente de haber nacido”, Madrid, Taurus, 1982, p. 141.

[3] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. V, O. C., Tº 2, p. 434.

 


lunes, 4 de marzo de 2024

INTRODUCCIÓN A “LA REBELIÓN DE LAS MASAS”, DE ORTEGA Y GASSET (1 de 2)

“La vida del hombre medio –dice Ortega– es hoy más fácil, cómoda y segura que la del más poderoso en otro tiempo”. Y sin embargo, a pesar de que ese hombre medio cuenta “con más medios, más saber, más técnicas que nunca, resulta que el mundo actual va como el más desdichado que haya habido: puramente a la deriva. De aquí esa extraña dualidad de prepotencia e inseguridad que anida en el alma contemporánea”. El factor diferencial que caracteriza a nuestras sociedades es, junto a esa gran altura histórica que han alcanzado, la aparición del hombre-masa, a propósito del cual se pregunta Ortega: “¿Se puede reformar este tipo de hombre? Quiero decir: los graves defectos que hay en él, tan graves que si no se los extirpa producirán, de modo inexorable la aniquilación de Occidente, ¿toleran ser corregidos?”. Esta combinación de factores lleva a una desconcertante conclusión: vivimos la mejor época que ha tenido la humanidad y, a la vez, estamos en peligro de regresar a la barbarie.

viernes, 1 de marzo de 2024

CUÁL ES EL ORIGEN DE NUESTRAS NOSTALGIAS

 

“El hombre no está satisfecho de ser hombre. Pero no sabe hacia qué regresar ni cómo volver a un estado del que ha perdido todo recuerdo claro. La nostalgia que tiene de él constituye el fondo de su ser, y a través de ella comunica con los más antiguo que subsiste en él” (E. M. Cioran[1])

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 “El espíritu es infinito movimiento (energía, actividad) (…) El espíritu nunca cesa, nunca reposa y es un movimiento que, después de una cosa, es arrastrado a otra, y la elabora y en su labor se encuentra a sí mismo” (G. W. F. Hegel[2])

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“Ese peregrino del ser, ese sustancial emigrante, es el hombre” (Ortega y Gasset[3])

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“Es la pereza el postrer residuo que nos queda del Paraíso” (Ortega y Gasset[4])

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 “La vida no es más que la separación de las entrañas de la tierra. La muerte se reduce a un retorno al hogar” (Pensamiento del hombre primitivo) (Mircea Eliade[5])



[1] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 106

[2] G. W. F. Hegel: “Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal”, Madrid, Alianza, 1982, pág. 135

[3] Ortega y Gasset: “Historia como sistema”, Obras Completas, Tomo 6, Alianza, Madrid, 1983, pág. 41.

[4] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver. Viajes, gentes, países”, Madrid, Alianza, 1988, p. 181.

[5] Mircea Eliade: “Tratado de Historia de las Religiones”, Tº 2, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1974, p. 26.