sábado, 6 de abril de 2024

CÓMO EMPEZÓ TODO

En el principio, como es sabido, Dios creó los Cielos y la Tierra. Pero mientras lo hacía debió sentir nostalgia de la Nada, según se deduce de la constatación de que “en la promesa de ser, se esconde la atracción del no-ser” (María Zambrano[1]). En consonancia con ello, León Felipe describe así ese momento paradójico en que, al parecer, las cosas echaron a andar: “En el principio creó Dios la luz... y la sombra”[2]. Y Lao Tsé: “El ser y el no ser surgen juntos”[3]. Y también Cioran: “Al principio fue el Crepúsculo”[4]. Hablamos, pues, de ese momento de “total pureza en que el ser y el no-ser no se han diferenciado todavía” (María Zambrano[5]).

De manera que al abrirse las puertas del Big Bang, salieron a la vez la expansión y la contracción, el movimiento y la inercia, el caos y el orden, Sodoma y el Diluvio, el olvido y la eternidad. Desde entonces, la paradoja pasó a ser algo intrínseco a todas las cosas... y ahora que lo pienso, también extrínseco.



[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, pp. 94-95

[2] León Felipe: “Obras Completas”, pág. 212

[3] Lao Tsé: “Tao te king”-Ed. Debate–, pág. 16

[4] Cioran: “El ocaso del pensamiento”, pág. 81

[5] María Zambrano: “Claros del bosque”, pág. 141.

No hay comentarios:

Publicar un comentario