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sábado, 16 de marzo de 2024

CÓMO DISTINGUIR LA ENSOÑACIÓN DE LA REALIDAD

Si el fin al que dedico mi vida fuera yo mismo, si mi existencia fuera una derivada de mi pensamiento, quedaría atrapado en una manera de ser que estaría construida con ensoñaciones. Sólo cuando salgo de mí mismo hacia mi circunstancia, hacia algo que no soy yo y que me limita y me pone difícil realizarme, empiezo a estar hecho de realidad.

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“Cuando el hombre se queda o cree quedarse solo, sin otra realidad, distinta de sus ideas, que le limite crudamente, pierde la sensación de su propia realidad, se vuelve ante sí mismo entidad imaginaria, espectral, fantasmagórica. Sólo bajo la presión formidable de alguna trascendencia se hace nuestra persona compacta y sólida y se produce en nosotros una discriminación entre lo que, en efecto, somos y lo que meramente imaginamos ser” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Historia como sistema”, Obras Completas, Tomo 6, Alianza, Madrid, 1983, pp. 47-48.

 

viernes, 27 de octubre de 2023

CRECEMOS HACIA AFUERA (si nada lo interrumpe)

 

“Como en el árbol todo es expansión de una semilla hincada en la tierra, en el hombre todo es ramificación de una sensación o sentimiento radical ante la vida” (Ortega y Gasset[1])

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“La vida no es recepción de lo que pasa fuera; antes por el contrario, consiste en pura actuación; vivir es intervenir; por lo tanto, un proceso de dentro afuera, en que invadimos el contorno con actos, obras, costumbres, maneras, producciones según el estilo originario que está prescrito en nuestra sensibilidad” (Ortega y Gasset[2])

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“Conforme vamos viviendo nos convencemos más de que casi todas las maldades que en nuestra sociedad se cometen –y apenas sí se hace otra cosa que cometerlas– proceden de debilidad. Los individuos se sienten débiles ante la existencia; ¿qué van a hacer? No tienen bastante para sí mismos, ¿cómo van a regalarse a los demás? ¿Cómo van a ser justos, a ser entusiastas? Esto supone tener fuerzas de sobra para afirmar al prójimo sin dejar de afirmarse a sí mismo” (Ortega y Gasset[3])



[1] Ortega y Gasset: “Temas de viaje”, “El Espectador”, Vol. 4, O. C. Tº 2, p. 374.

[2] Ortega y Gasset: “Temas de viaje”, “El Espectador”, Vol. 4, O. C. Tº 2, p. 378.

[3] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver”, “El Espectador, Vol. 3, O. C. Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, p. 256.

viernes, 6 de octubre de 2023

QUEDA DESVELADA LA META DE LA VIDA

 

“Todo querer es constitutivamente un querer hacer lo mejor que en cada situación puede hacerse, una aceptación de la norma objetiva del bien. Unos pensarán que esta norma objetiva de la voluntad, este bien sumo, es el servicio de Dios; otros supondrán que lo óptimo consiste en un cuidadoso egoísmo o, por el contrario, en el máximo beneficio del mayor número de semejantes. Pero, con uno u otro contenido, cuando se quiere algo, se quiere por creerlo lo mejor, y sólo estamos satisfechos con nosotros mismos, sólo hemos querido plenamente y sin reservas, cuando nos parece habernos adaptado a una norma de la voluntad que existe independientemente de nosotros, más allá de nuestra individualidad” (Ortega y Gasset[1]).

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“Tácita o paladinamente, la vida de cada ser es un ensayo de apoteosis. De lo que en nosotros hayamos mejor, quisiéramos hacer lo óptimo del universo” (Ortega y Gasset[2]).

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“Esta capacidad de entusiasmarse con lo óptimo, de dejarse arrebatar por una perfección transeúnte de ser dócil a un arquetipo o forma ejemplar, es la función psíquica que el hombre añade al animal y que dota de progresividad a nuestra especie frente a la estabilidad relativa de los demás seres vivos” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “El tema de nuestro tiempo”, O. C. Tº 3, p. 165. 

[2] Ortega y Gasset: “Kant. Reflexiones de un centenario”, O. C. vol. 4, Madrid, Alianza, 1983, pág. 42.

[3] Ortega y Gasset: “España invertebrada”, O. C. Tº 3, pp. 103-104.

lunes, 4 de septiembre de 2023

CONSEJOS PARA CUANDO VAYA LLEGANDO EL CANSANCIO

 

“Todo hombre o mujer que llega a madurez sintió en una hora ese gigante cansancio de vivir sobre sí mismo, de mantenerse a pulso sobre la existencia, parecido al odium professionis que acomete a los monjes en los cenobios. Es como si al alma se le fatigasen los propios músculos y ambicionase reposar sobre algo que no sea ella misma, abandonarse, como una carga penosa al borde del camino. No hay remedio, hay que seguir ruta adelante, hay que seguir siendo el que se es... Pero sí, un remedio existe, sólo uno, para que el alma descanse: un amor ferviente a otra alma. La mujer conoce mejor que el varón este maravilloso descanso, que consiste en ser arrebatada por otro ser. También aquí la imagen plástica de arrebato, de rapto, deja rezumar el sentido de la oculta realidad psicológica. En el rapto, la ninfa galopa sobre el lomo del centauro; sus pies delicados no pisan el suelo, no se lleva a sí misma, va en otro. Del mismo modo, el alma enamorada realiza la mágica empresa de transferir a otra alma su centro de gravedad, y esto, sin dejar de ser alma. Entonces reposa. La excentricidad esencial queda en un punto corregida: hay, por lo menos, otro ser con cuyo centro coincide el nuestro. Pues ¿qué es amor, sino hacer de otro nuestro centro y fundir nuestra perspectiva con la suya?” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Vitalidad, alma, espíritu”, en “El Espectador”, Vol. V, O. C. Tº 2, p. 470.

viernes, 23 de junio de 2023

EL PELIGRO DE QUEDARSE ENCERRADO

 



Describe Dostoievski el estado de ánimo de Rodia Raskólnikov, el protagonista de “Crimen y castigo”, en los días previos a la realización de su asesinato de la vieja usurera Aliona Ivánovna y de su hermana Lizaveta: “Desde hacía cierto tiempo, el joven se hallaba en un estado de excitación y angustia rayano en la hipocondría. Se había replegado hasta tal punto sobre sí mismo y se había aislado tanto de los demás, que le producía aprensión la idea de cruzarse no ya con la dueña de su casa, sino con cualquiera otra persona (…) Se había desentendido por completo de las cuestiones del diario vivir”[1]. Y algo más adelante: “Una sensación nueva, casi invencible, se iba apoderando de él cada vez más, de minuto en minuto. Era una especie de repugnancia infinita, casi física, hacia cuanto encontraba y le rodeaba, una repugnancia tenaz, rencorosa, empapada de odio. Todas las personas con quienes se encontraba le parecían repugnantes, sus rostros, su manera de andar, sus movimientos. Si alguien le hubiera dirigido la palabra, con toda probabilidad, le habría escupido a la cara sin más ni más, le habría mordido”[2].

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“La vida es precisamente un inexorable ¡afuera!, un incesante salir de sí al Universo (…) Es (el hombre) un dentro que tiene que convertirse en un fuera” (Ortega y Gasset[3])



[1] Fedor Dostoievski: “Crimen y castigo”, Barcelona, Orbis, 1982, p. 5.

[2] Fedor Dostoievski: “Crimen y castigo”, Barcelona, Orbis, 1982, p. 121-

[3] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza, 1983, p. 140.

jueves, 15 de junio de 2023

ESTAR TRISTE SIGNIFICA NO SABER DÓNDE ESTÁ LA PUERTA DE SALIDA DE UNO MISMO


“Cuando no hay alegría, el alma se retira a un rincón de nuestro cuerpo y hace de él su cubil (…) Y todas las cosas nos parece que hacen camino rendidas bajo el fardo de su destino (…) Ni el árbol trémulo, ni la sierra que incorpora vacilante su pesadumbre, ni el viejo monumento que perpetúa en vano su exigencia de ser admirado, ni el hombre, que, ande por donde ande, lleva siempre el semblante de estar subiendo una cuesta —nada, nadie manifiesta mayor vitalidad que la estrictamente necesaria para alimentar su dolor y sostener en pie su desesperación. Y, además, cuando no hay alegría, (…) percibimos con extraña evidencia la línea negra que limita cada ser y lo encierra dentro de sí, sin ventanas hacia fuera” (Ortega y Gasset[1]).

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“La naturaleza ha dotado a cada animal de un programa de actos que, sin más, se pueden ejecutar satisfactoriamente. Por eso (…) normalmente los animales son felices. Nuestro sino es opuesto. Los hombres andan siempre melancólicos, maniáticos y frenéticos, maltraídos por todos estos morbos que Hipócrates llamó divinos. Y la razón de ello está en que los quehaceres humanos son irrealizables. El destino —el privilegio y el honor— del hombre es no lograr nunca lo que se propone y ser pura pretensión, viviente utopía. Parte siempre hacia el fracaso, y antes de entrar en la pelea lleva ya herida la sien.” (Ortega y Gasset(2)).



[1] Ortega y Gasset: “Cuando no hay alegría”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 32.

[2] Ortega y Gasset: “Miseria y esplendor de la traducción”, O. C. Tº 5, pp. 433-434.

viernes, 9 de junio de 2023

NO SOMOS AUTOSUFICIENTES – “A NADA SE LLEGA POR UNO MISMO” (María Zambrano)


 

“El hombre está siempre orientado y ordenado a algo que no es él mismo; ya sea un sentido que ha de cumplir ya sea otro ser humano con el que se encuentra. En una u otra forma, el hecho de ser hombre apunta siempre más allá de uno mismo, y esta trascendencia constituye la esencia de la existencia humana” (Viktor E. Frankl(1)).

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 “El sentido reside en el mundo y no primariamente en nosotros mismos (…) Solo en la medida en que el hombre cumple el sentido y realiza valores, se cumple y se realiza a sí mismo: la autorrealización se produce entonces como un efecto (…) no como una finalidad (…) Solo la existencia humana que se trasciende hacia el “mundo donde se encuentra” puede autorrealizarse; pero si pretende realizarse a sí misma, si busca la autorrealización, fracasa inevitablemente” (Viktor E. Frankl[2]).

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“El deseo de una verdad trasciende de sí mismo, se deja

 atrás a sí mismo y va a buscar la verdad” (Ortega y

 Gasset[3]).



[2] Viktor E. Frankl: “El hombre doliente”, Barcelona, Herder, 1987, p. 34.

[3] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pág. 392.

viernes, 14 de abril de 2023

ARGUMENTOS A FAVOR DE LA ARMONÍA PREESTABLECIDA

 

“Casi siempre acontece lo mismo con las grandes ideas: las vemos a un tiempo fuera y dentro, como verdades y como deseos, como leyes del cosmos y confesiones del espíritu. Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo” (Ortega y Gasset[1]).

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“Nada hay en el mundo físico que no tenga su logaritmo psicológico o viceversa. Como Goethe cantaba: ‘Nada hay dentro, nada hay fuera. / Lo que hay dentro, eso hay fuera’”. Y concluye: “La hermandad radical entre alma y espacio, entre el puro «dentro» y el puro «fuera», es uno de los grandes misterios del Universo que más ha de atraer la meditación de los hombres nuevos (…) alma y mundo: hay entre ellos un nexo nada físico, un influjo irreal: la funcionalidad simbólica. El mundo como expresión del alma” (Ortega y Gasset(2)).

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 “Para responder a ¿qué son las cosas? Tengo que preguntarme ¿qué soy yo?” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VI, O. C., Tº 2, pág. 526.

[2] Ortega y Gasset: “Sobre la expresión, fenómeno cósmico”, en “El Espectador” Vol. VII, O. C. Tº 2, pp. 585-586.

[3] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C. Tº 12, pág. 95

martes, 24 de enero de 2023

SOMOS UN DENTRO QUE HEMOS DE CONVERTIR EN UN FUERA

 

“La vida es precisamente un inexorable ¡afuera!, un incesante salir de sí al Universo (…) Es (el hombre) un dentro que tiene que convertirse en un fuera” (Ortega y Gasset[1])

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“El deseo de una verdad trasciende de sí mismo, se deja atrás a sí mismo y va a buscar la verdad” (Ortega y Gasset[2]).

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 “Existencia (...) significa (...) ejecución de una esencia (...) fuera de mí” (Ortega y Gasset[3])

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“Cuando no hay alegría (…) percibimos con extraña evidencia la línea negra que limita cada ser y lo encierra dentro de sí” (Ortega y Gasset[4]).



[1] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C., Madrid, Alianza, 1983 Tº 12, pág. 140.

[2] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C., Tº 7, pág. 392.

[3] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C., Tº 12, pp. 56-57.

[4] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. I, O. C., Tº 2, pág. 32.

martes, 3 de enero de 2023

SER O NO SER: HE AHÍ LA CUESTIÓN

 SIGAMOS INTENTADO DILUCIDAR EN QUÉ CONSISTE ESA (IMPOSIBLE) ENTIDAD INTERMEDIA ENTRE EL SER Y LOS CAMBIOS QUE LLAMAMOS “YO”

 Ignacio Nazábal-“Redescubriendo el cielo”

“Durante la segunda mitad del siglo XIX era sólito pensar que el carácter de la persona se iba formando de fuera a dentro. Las experiencias de la vida, los hábitos que engendran, los influjos del contorno, las vicisitudes de la suerte, los estados fisiológicos irían decantando, como un poso, eso que llamamos carácter. No habría, por lo tanto, un ser radical de la persona, no habría una estructura íntima previa a los sucesos de la existencia e independiente de ellos. (…) (Pero) parece más exacto decir que vivimos de dentro a fuera. Antes de que sobrevengan las contingencias externas, nuestro personaje interior está ya en lo esencial formado, y aunque los casos de la existencia influyan algo sobre él, es mucho mayor el influjo que él ejerce sobre éstos. Solemos ser increíblemente impermeables a lo que cae sobre nosotros cuando no es afín con ese «personaje» nato que en última instancia somos (…) Yo diría que el carácter cambia, si por este cambio se entiende propiamente una evolución. Y esta evolución, como la de todo organismo, es provocada y dirigida por razones internas, connaturales al ser mismo, innatas como su carácter” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “La elección en amor”, O. C. Tº 5, pp. 608-609.



[1] Ortega y Gasset: “La elección en amor”, O. C. Tº 5, pp. 608-609.


lunes, 12 de diciembre de 2022

QUÉ SIGNIFICA “YO QUIERO”


 

El mundo interior es para Ortega un dinamismo que atraviesa varios niveles escalonados que constituyen el trayecto que va desde el más informe y profundo estrato de nuestra intimidad hasta el que sirve de frontera con el mundo exterior, acogido ya a las formas y propuestas que este permite. Al que marca el punto inicial de salida de ese dinamismo lo llama alma corporal, y aún más específicamente, vitalidad: “Cada uno de nosotros es ante todo una fuerza vital: mayor o menor, rebosante o deficiente, sana o enferma. El resto de nuestro carácter dependerá de lo que sea nuestra vitalidad”[1]. En la dirección que va desde la vitalidad, esa fuerza que emana de nuestra intimidad, hacia el mundo exterior, el siguiente estrato de nuestra vida psíquica es el alma: “Es la región de los sentimientos y emociones, de los deseos, de los impulsos y apetitos”[2]. Pero no es a esta parte de nosotros a lo que todavía podamos llamar “yo”. Por el contrario, se trata de fluencias que se nos imponen, emociones que sufrimos pero que emanan de algo profundo y no sometido a nuestro control, y deseos que nos vapulean, que nos hacen brincar de un objeto a otro de manera centrífuga y todavía sin nuestra consciente colaboración. Cuando de uno de esos deseos que trascienden de los objetos, que nacen en nosotros pero que no somos nosotros, se apropia, por fin, nuestra voluntad, o cuando asimismo esta pasa a controlar la manifestación o no de una de aquellas emociones en el mundo exterior, es cuando podemos decir que ha aparecido el último estrato de nuestra vida psíquica: el yo, el espíritu. “Llamo espíritu al conjunto de los actos íntimos de que cada cual se siente verdadero autor y protagonista. El ejemplo más claro es la voluntad. Ese hecho interno que expresamos con la frase ‘yo quiero’, ese resolver y decidir, nos aparece como emanando de un punto céntrico en nosotros, que es lo que estrictamente debe llamarse ‘yo’”[3]. O sea, mi espíritu, que soy yo, superponiéndose a mi alma, que son mis deseos, mis inclinaciones.



[1] O y G: “Vitalidad, alma, espíritu”, “El Espectador” Vol. V, O. C. Tº 2, p. 456.

[2] O y G: “Vitalidad, alma, espíritu”, “El Espectador” Vol. V, O. C. Tº 2, p. 462.

[3] O y G: “Vitalidad, alma, espíritu”, “El Espectador” Vol. V, O. C. Tº 2, p. 461.

sábado, 3 de diciembre de 2022

¿ES SIEMPRE IMPRESCINDIBLE LA RECIPROCIDAD EN LA ENTREGA AMOROSA?

 


Tema importante. Con permiso de Descartes, podríamos decir que es indudable que admite dudas. Pensemos en que el amor a un hijo se da aun cuando no haya reciprocidad… pero no sé si hasta  un cierto límite. Y puedo hablar en primera persona del caso de una familiar que ha estado cuidando de su marido enfermo durante cinco duros años, hasta la muerte de este, en que toda la emisión de cariño era unidireccional de ella hacia él… aunque también pueden llegar en casos como este de los cuidadores de enfermos momentos de legítimo desánimo o saturación. Así pues: ¿Necesitamos a fin de cuentas alguna clase de compensación para nuestra más pura disposición de entrega? Para liar un poco más las cosas, pongo un par de citas; la primera de Ortega“Desde el cristianismo, el hombre, por ateo que sea, sabe, ve, no ya que la vida humana debe ser entrega de sí misma, vida como misión premeditada y destino interior –todo lo contrario que aguante de un externo destino–, sino que lo es, queramos o no”[1]. Y la otra, de Viktor Frankl, un hombre que dijo que soportaba el suplicio de estar prisionero en Auschwitz gracias al amor que sentía por su mujer, con la que hablaba mentalmente… pero su mujer, por entonces, ya había muerto en otro campo de concentración. Dice Frankl: “En todo momento el ser humano apunta, por encima de sí mismo, hacia algo o hacia un sentido que hay que cumplir, o hacia otro ser humano, a cuyo encuentro vamos con amor. En el servicio a una causa o en el amor a una persona, se realiza el hombre a sí mismo”[2].





[1] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”. Obras Completas, Tomo 5, Alianza, Madrid, 1983, pp. 154-155.

[2] Viktor E. Frankl: “Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia”, Barcelona, Herder, 1980, 17


lunes, 28 de noviembre de 2022

CÓMO SABER CUÁNDO HAY QUE SER SOCIABLE según los estoicos

 

 “No están las cosas de los hombres en tan buen estado que agrade a los más lo que es mejor; antes es indicio de ser malo el aprobarlo la turba” (Séneca[1]).

“Me pides qué cosa hemos de evitar más: y te diré, la turba (…) Retírate en ti mismo cuanto sea posible; trátate con quienes puedan hacerte mejor, admite a aquellos a quienes puedas mejorar” (Séneca(2)).

“Es más valeroso no comer ni beber cuando la turba se embriaga y vomita; pero es más comedido no aislarse ni singularizarse, ni mezclarse con todos, sino realizar las mismas cosas, pero no de la misma manera, ya que es bien posible celebrar un día de fiesta sin desorden” (Séneca(3)).

“Una muchedumbre te alaba: ¿en qué puedes sentirte complacido si eres tal que esa muchedumbre te comprenda? Es en tu interior donde tienen que ser admiradas tus cualidades” (Séneca[4]).

 “Conviene mucho retirarnos en nosotros mismos, porque la conversación que se tiene con los que no son nuestros semejantes descompone lo bien compuesto (...) Pero también conviene mezclar y alternar la soledad y la comunicación, porque aquélla despertará en nosotros deseos de comunicar a los hombres, y estotro de comunicarnos a nosotros mismos, siendo la una el antídoto de la otra” (Séneca[5]).



[1] Séneca: “De la vida bienaventurada”, Cap. II, pág. 97, en María Zambrano: “Páginas escogidas de Séneca” “El pensamiento vivo de Séneca”.

[2] Séneca: “Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, p. 22.

[3] Séneca: “Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, p. 48.

[4] Séneca: “Cartas morales a Lucilio”,  2 volúmenes – Barcelona, Orbis, 1984. Tomo I, VIII, pág. 24

[5] Séneca: “De la tranquilidad del ánimo”, Cap. XV, pág. 76, en “Páginas escogidas de Séneca”, en María Zambrano: “El pensamiento vivo de Séneca”

sábado, 29 de octubre de 2022

LA NECESARIA SÍNTESIS ENTRE EL MUNDO INTERIOR Y EL EXTERIOR

 

La atención a la vida interior, el descubrimiento de una realidad personal e independiente de la realidad colectiva, es la gran aportación del cristianismo. Tanto la virtud como el pecado dejaban de ser referidos al mundo exterior y pasaban a residir dentro de uno mismo. Y así, Jesús afirmaba del pecado, por ejemplo: “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que todo el que mira con malos deseos a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”[1]. También la virtud acontecía de puertas adentro: “No hagáis el bien para que os vean los hombres (…) Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará”[2].

Pero ese descubrimiento de la vida interior discurrió hacia un punto de exacerbación que condujo al desentendimiento de la vida mundana. Y así, mientras el emperador Marco Aurelio (121-180), ateniéndose a los dictados del estoicismo, recomendaba “no referir la acción a ninguna otra cosa excepto al fin común”[3], San Pablo decía: “Nos hemos emancipado de la ley, somos como muertos respecto a la ley que nos tenía prisioneros, y podemos ya servir a Dios según la nueva vida del Espíritu y no según la vieja letra de la ley”[4]. Casi era de esperar que Marco Aurelio persiguiera a los cristianos, porque se habían convertido en un peligro para la supervivencia del Imperio. Correlativamente, en el cristianismo se sentaron la bases del utopismo: además de aquello de que “Mi reino no es de este mundo”[5], Jesús dijo también: “Os aseguro que si tuvierais una fe del tamaño de un grano de mostaza, diríais a este monte: ‘Trasládate allá’ y se trasladaría; nada os sería imposible”[6]. Y también: “Todo lo que pidáis con fe en la oración lo obtendréis”[7]. Y culminó ese peligroso utopismo cuando afirmó: “No os inquietéis diciendo: ‘¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos?’ Esas son las cosas por las que se preocupan los paganos (…) Buscad ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás”[8]; y es que, finalmente, “el espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada”[9].

Occidente tuvo que hacer una síntesis entre el mundo interior resaltado por los cristianos y el mundo exterior atendido por los romanos, especialmente de la mano de los estoicos.



[1] Mateo, cap. 5, vers. 27 y 28.

[2] Mateo, Cap. 6, vers. 1, 3 y 4.

[3] Marco Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº XII, & 20, pág. 153.

[4] San Pablo: Carta a los Romanos, cap. 7, vers. 6.

[5] Juan, cap. 18, vers. 36.

[6] Mateo, cap. 17, vers. 20.

[7] Mateo, cap. 21, vers. 22.

[8] Mateo, Cap. 6, vers. 31, 32 y 33.

[9] Juan, cap. 6, vers. 63.


miércoles, 21 de septiembre de 2022

LA VIDA DA MUCHO QUEHACER (EN EL MUNDO)


     “La vida es precisamente un inexorable ¡afuera!, un incesante salir de sí al Universo (…) Es (el hombre) un dentro que tiene que convertirse en un fuera” (Ortega y Gasset[1]). 

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 “Vivir significa tener que ser fuera de mí” (Ortega y Gasset[2]).

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     “(En la terapia de la neurosis) lo que importa es la entrega a una tarea, quiero decir, a una tarea personal y concreta que debe ir perfilándose y aclarándose en el decurso del correspondiente análisis existencial” (Viktor E. Frankl(3)).

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      “Si en los momentos de infelicidad, cuando el mundo nos parece vacío y todo sin sugestiones, nos preguntan qué es lo que más ambicionamos, creo yo que contestaríamos: salir de nosotros mismos, huir de este espectáculo del yo agarrotado y paralítico” (Ortega y Gasset[4]).

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 “La vida no es un estar ahí ya, un yacer, sino un recorrer cierto camino; por tanto, algo que hay que hacer —es la línea total del hacer de un hombre” (Ortega y Gasset(5))



[1] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza, 1983, p. 140.

[2] Ortega: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, p. 106

[3] Viktor E. Frankl: “Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia”, Barcelona, Herder, 1980, p. 53.

[4] Ortega: “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, pág. 82

[5] Ortega y Gasset: “Sobre las carreras”, O. C. Tº 5, p. 167.

miércoles, 17 de agosto de 2022

NUESTRO NIÑO INTERIOR ES EL QUE NOS AYUDA A LEVANTARNOS DESPUÉS DE LOS FRACASOS

 

   Hacerse mayor es aprender a convivir con las decepciones: el mundo nunca está a la altura de nuestras expectativas y de nuestras ilusiones, la realidad siempre las corrige a la baja. Nuestra parte adulta va tomando nota y va aminorando nuestro impulso de salida al mundo con un plan de ahorro energético: busca adecuar el esfuerzo y la dedicación que antes de las decepciones empleábamos a los límites que vamos comprobando que impone el principio de realidad. El adulto tipo es, pues, un ser con los entusiasmos rebajados; la sensatez, es decir, el entendimiento de lo que es posible y lo que no, y el obrar en consecuencia, se impone como criterio al que acomodar las nuevas pretensiones post-decepción.

    El niño vive en el mundo de antes de las decepciones. Su energía irrumpe amparada en la creencia de que todo es posible y que los Reyes Magos, entre otros, existen y vendrán dispuestos a realizar sus deseos. Y si la realidad no se doblega a sus pretensiones, pues va y se inventa otra realidad mágica en la que todo siga siendo posible. Y es en la medida en que ese niño siga latiendo en nuestro interior que, una vez llegados a la edad adulta, las decepciones no lograrán doblegarnos, y después de cada victoria del principio de realidad y fracaso nuestro, seguiremos intentándolo a la siguiente ocasión. Seguimos siendo niños, pues en la medida en que los resultados no se impongan a los principios.

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    “La madurez y la cultura son creación, no del adulto y del sabio, sino que nacieron del niño y del salvaje. Hagamos niños perfectos, abstrayendo en la medida posible de que van a ser hombres; eduquemos la infancia como tal, rigiéndola, no por un ideal de hombre ejemplar, sino por un standard de puerilidad. El hombre mejor no es nunca el que fue menos niño, sino al revés: el que al frisar los treinta años encuentra acumulado en su corazón más espléndido tesoro de infancia” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “El Quijote en la escuela”, “El Espectador” Vol. III, O. C. Tº 2, p. 299.