sábado, 3 de diciembre de 2022

¿ES SIEMPRE IMPRESCINDIBLE LA RECIPROCIDAD EN LA ENTREGA AMOROSA?

 


Tema importante. Con permiso de Descartes, podríamos decir que es indudable que admite dudas. Pensemos en que el amor a un hijo se da aun cuando no haya reciprocidad… pero no sé si hasta  un cierto límite. Y puedo hablar en primera persona del caso de una familiar que ha estado cuidando de su marido enfermo durante cinco duros años, hasta la muerte de este, en que toda la emisión de cariño era unidireccional de ella hacia él… aunque también pueden llegar en casos como este de los cuidadores de enfermos momentos de legítimo desánimo o saturación. Así pues: ¿Necesitamos a fin de cuentas alguna clase de compensación para nuestra más pura disposición de entrega? Para liar un poco más las cosas, pongo un par de citas; la primera de Ortega“Desde el cristianismo, el hombre, por ateo que sea, sabe, ve, no ya que la vida humana debe ser entrega de sí misma, vida como misión premeditada y destino interior –todo lo contrario que aguante de un externo destino–, sino que lo es, queramos o no”[1]. Y la otra, de Viktor Frankl, un hombre que dijo que soportaba el suplicio de estar prisionero en Auschwitz gracias al amor que sentía por su mujer, con la que hablaba mentalmente… pero su mujer, por entonces, ya había muerto en otro campo de concentración. Dice Frankl: “En todo momento el ser humano apunta, por encima de sí mismo, hacia algo o hacia un sentido que hay que cumplir, o hacia otro ser humano, a cuyo encuentro vamos con amor. En el servicio a una causa o en el amor a una persona, se realiza el hombre a sí mismo”[2].





[1] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”. Obras Completas, Tomo 5, Alianza, Madrid, 1983, pp. 154-155.

[2] Viktor E. Frankl: “Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia”, Barcelona, Herder, 1980, 17


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