lunes, 31 de julio de 2023

NO SOMOS IGUALES (EXCEPTO ANTE LA LEY)

“El amigo de la justicia no puede detenerse en la nivelación de privilegios, en asegurar igualdad de derechos para lo que en todos los hombres hay de igualdad. Siente la misma urgencia por legislar, por legitimar lo que hay de desigualdad entre los hombres. Aquí tenemos el criterio para discernir dónde el sentimiento democrático degenera en plebeyismo. Quien se irrita al ver tratados desigualmente a los iguales, pero no se inmuta al ver tratados igualmente a los desiguales no es demócrata, es plebeyo” (Ortega y Gasset[1]).

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“Vivimos rodeados de gentes que no se estiman a sí mismos, y casi siempre con razón. Quisieran los tales que a toda prisa fuese decretada la igualdad entre los hombres; la igualdad ante la ley no les basta; ambicionan la declaración de que todos los hombres somos iguales en talento, sensibilidad, delicadeza y altura cordial. Cada día que tarda en realizarse esta irrealizable nivelación es una cruel jornada para esas criaturas «resentidas», que se saben fatalmente condenadas a formar la plebe moral e intelectual de nuestra especie” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Democracia morbosa”, en “El Espectador”, Vol. II, O. C. Tº 2, p. 138.

[2] Ortega y Gasset: “Democracia morbosa”, en “El Espectador”, Vol. II, O. C. Tº 2, p. 139.

viernes, 28 de julio de 2023

LA VIRTUD ES UNA SUBLIMACIÓN DEL PECADO


“La creación de valores morales es, en definitiva, consecuencia de sentimientos y consideraciones inmorales” (F. Nietzsche[1]).

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“Rómpete para ser entero. Retuércete para ser recto” (Lao Tsé[2]).

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“Pues ¿qué haría, amigo Rubín, el principio del bien si no tuviera perennemente ante sí el fantasma del mal? Yo creo que la lubricidad está puesta en el mundo únicamente para dar ocasión a que algunos hombres severos sean castos. La tentación de la manzana paradisíaca es el embrión de la historia universal. La experiencia de la virtud sólo es posible por el vicio. Este es, a mi entender, el hondo sentido que orienta el dogma cristiano del pecado original” (Ortega y Gasset[3]).

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“Junto a la conciencia malvada ha crecido hasta ahora todo saber” (Friedrich Nietzsche[4]).

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“La auténtica bondad es como agua (…) Va directa a los bajos lugares repugnantes, y encuentra su camino” (Lao Tsé[5]).

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“¡Y se gana la luz desde el infierno!” (León Felipe[6]).



[1] F. Nietzsche: “La voluntad de poderío”, Madrid, Edaf, 1980, pág. 160

[2] Lao Tsé: “Tao te king”, Barcelona, Olañeta, 2005, pág. 39

[3] Ortega y Gasset: “Teoría del clasicismo”, O. C. Tº 1, p. 74.

[4] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, pág. 278

[5] Lao Tsé: “Tao te king”, Barcelona, Olañeta, 2005 pág. 23.

[6] León Felipe: “Obras Completas”, Buenos Aires, Losada, 1963, pág. 285

martes, 25 de julio de 2023

ORTEGA Y EL EXISTENCIALISMO

 

Hay una contraposición esencial entre los existencialistas y Ortega. Heidegger dice que el hombre es un “ser para la muerte”, que ese es, pues, el fatal destino de todo lo que hacemos. Consecuente con ello, Sartre y Camus vienen a concluir que la vida comienza al otro lado de la desesperación; en suma, que no hay nada que esperar… salvo la muerte; todo lo demás es provisional y con esa fecha de caducidad, si no antes.

Sin embargo, y en sentido contrario, Ortega pregunta: “¿Es posible –literal y formalmente– un humano vivir que no sea un esperar? ¿No es la función primaria y más esencial de la vida la expectativa y su más visceral órgano la esperanza?”[1]. Y asimismo, su discípula María Zambrano decía: “La esperanza es la substancia de nuestra vida, su último fondo; por ella somos hijos de nuestros sueños, de lo que no vemos ni podemos comprobar”[2]. Es decir, que suprimir la esperanza, como proponen los existencialistas, equivale, según Ortega y Zambrano, a suprimir la vida, que existiría en la medida en que transcurrimos hacia alguna meta… alguna meta diferente de la muerte, claro. No sólo es cuestión de filosofías, Ortega y Zambrano vienen a decir que es algo incrustado en el organismo humano: existe la vida, pues, en la medida en que hay un trayecto que recorrer hacia alguna meta que mejora lo que hay (vamos de lo peor hacia lo mejor, claro; si no, faltaría el estímulo para ir hacia ello… para vivir). La esperanza es no sólo un estado de ánimo, sino una condición biológica. Y la desesperación que, con unos u otros matices, los existencialistas proponen es una forma de anticipar la muerte.



[1] Ortega y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, Madrid, Alianza, 1983, pág. 112.

[2] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, pág. 94.

sábado, 22 de julio de 2023

LO CERCANO TIENE SENTIDO GRACIAS A LO LEJANO QUE LO ENVUELVE

 

“Sólo tras de haberse señalado un fin lejano aparecen las finalidades inmediatas. Esa lejana luz es claridad que recae sobre las circunstancias inmediatas y las ordena, las hace cobrar sentido” (María Zambrano[1]).

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“Para que el hombre pueda sentirse estando «aquí» necesita inevitablemente, en algún modo o en algún sentido, estar al mismo tiempo, a la vez, «allí». Por eso decía: la realidad no es que primero estemos en lo próximo e inmediato, de modo que esto sea lo que primero existe para nosotros, sino que lo próximo, el objeto que vemos en nuestra inmediatez, se nos presenta desde luego destacando sobre un fondo de otras cosas más distantes; esto es, sobre el fondo de un horizonte (…) Nuestra conciencia de estar «aquí» implica y requiere la conciencia previa de ese remoto horizonte y, por tanto, que, en verdad, estamos primero en la gran lejanía que es el mundo, en el «allí», y de ella venimos incesantemente a hacernos cargo de lo próximo y a sentirnos «aquí». La cosa es paradójica, pero es evidente: el hombre está primero «allí», en la lejanía, y solo por contraposición con el «allí» aparece el «aquí». (…)  Tal vez podemos decir: el hombre está preso en el «aquí» y desterrado del Universo, que es su más auténtica patria” (Ortega y Gasset[1]).





[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 44.

[2] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, 

miércoles, 19 de julio de 2023

COMPLEMENTARIAS APROXIMACIONES A LA CONDICIÓN FEMENINA por parte de Ortega

 

“La mujer vive en perpetuo azoramiento, porque vive en perpetuo encubrimiento de sí misma. Una muchacha de quince primaveras suele tener ya más cantidad de secretos que un viejo, y una mujer de treinta años guarda más arcanos que un jefe de Estado” (Ortega y Gasset(1)).

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 “Eso que llamamos el amor de un hombre a una mujer ha comenzado, y en sus rebrotes ha recomenzado siempre, no, como pudiera creerse, por el entusiasmo hacia la mujer próxima de la misma tribu o clase social, sino, al revés, por imaginar la mujer distante, distante en el espacio o en el rango. Una y otra vez la mujer ha inaugurado su carácter y condición de amada bajo el aspecto de princesse lointaine, y no es ninguna casualidad que, cuando las costumbres aproximan excesivamente hombre y mujer, el sentimiento amoroso se volatilice y sobrevengan esos extraños vacíos de amor que caracterizan ciertas épocas” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Divagación ante el retrato de la marquesa de Santillana”, en “El Espectador” Vol. VIII, O. C. Tº 2, p. 690.

[2] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, Alianza, p. 19.

domingo, 16 de julio de 2023

¿RESULTARÁ QUE HOMBRES Y MUJERES SOMOS DIFERENTES?

 

“Si es algo la mujer en la vida de un hombre (…) es creadora de orden. Ordenar graciosamente la barbarie de los instintos, la selva del sentimiento, la contradicción de los anhelos” (María Zambrano(1)).
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“Donde la cotidiano gobierna es siempre un factor de primer orden la mujer, cuya alma es en un grado extremo cotidiana. El hombre tiende siempre más a lo extraordinario; por lo menos sueña con la aventura y el cambio, con situaciones tensas, difíciles, originales. La mujer, por el contrario, siente una fruición verdaderamente extraña por la cotidianeidad. Se arrellana en el hábito inveterado y, como pueda, hará de hoy un ayer (…) La mujer (…) tiende superlativamente a demorar en lo que está, a arraigar en el uso, en la idea, en la faena donde ha sido colocada; a hacer, en suma, de todo costumbre (…) Tanto es así que, con gran sorpresa por cierto, los etnógrafos nos muestran que el trabajo fue inventado por la mujer; el trabajo, es decir, la faena diaria y forzosa, frente a la empresa, el discontinuo esfuerzo deportivo y la aventura. Por eso es la mujer quien crea los oficios: es la primera agricultora, colectora y ceramista” (Ortega y Gasset (2)).

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“La mujer normalmente imagina, fantasea menos que el hombre, y a ello debe su más fácil adaptación al destino real que le es impuesto.” (Ortega y Gasset[3])

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“…Ese tú, el más distinto de mí, que es el que es ella(Ortega y Gasset[4]).



[1] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Barcelona, Planeta De Agostini, 2011, p. 157.

[2] Ortega y Gasset: “Estudios sobre el amor”, O. C. Tº 5, pp. 621.622.

[3] Ortega y Gasset: “Esquema de Salomé”, en “El Espectador”, Vol. IV, O. C. Tº 2, p. 361

[4] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p.390.

jueves, 13 de julio de 2023

LA MUJER INTERESANTE, SEGÚN ORTEGA

 

Silvina Ocampo

“La mujer elegante, con frecuencia, no es la más interesante (…) La elegancia se convierte en un oficio y, a fuer de tal, en una servidumbre, la más dura y constante. La «elegante» está todo el día al servicio de su elegancia (…) Ya esto basta para que no pueda interesar. La admirable mujer que ahora nos preocupa revela en todo su ser un tesoro compuesto de horas de soledad. Se ve que abre en cada jornada un largo espacio para sí, que se liberta de «los demás» (…) Esta mujer se ve que no va a todas partes, que no acepta el repertorio común de posibilidades, sino que elige y se queda con algunas, muy pocas. Y este divino gesto de elegir —dejar muchas, retener una— domina toda su persona. En su traje, las modas colaboran, pero rebajadas en un tono, como si una mano puesta sobre ellas las hubiese vencido. Y, sobre todo, la máxima diferencia: las demás mujeres que hay aquí parecen estar aquí enteras. Esta, en cambio, permanece ausente; lo mejor de sí misma quedó allá lejos, adscrito a su soledad, como las ninfas amadríadas, que no podían abandonar el árbol donde vivían infusas. He aquí la razón de nuestro interés. Interesa lo que se presume y no se ve” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Notas de vago estío”, en “El Espectador”, Vol. 5, O. C. Tº 2, Alianza, p. 450


 

 





¿ES ABSURDA LA VIDA O EXISTE PARA ELLA ALGUNA FINALIDAD?

En este vídeo exploramos la idea del eterno retorno y su relación con, entre otras, la filosofía de Ortega y Gasset. El núcleo de la reflexión que se propone nos lleva a la disyuntiva de pensar que o bien la vida es una trayectoria circular que finalmente nos conduce al punto de partida (nacemos para morir y volver a la nada de la que partimos), o bien es una trayectoria que conduce hacia alguna clase de finalidad (y si así no fuera, pudiera ser que, pese a todo, conviniera afrontar la vida como si fuéramos a algún sitio).

Hay autores de todo pelaje que proponen que la vida y la historia se mueven en un sentido circular; veremos que así lo piensan autores como Nietzsche, Machado, Gustav Le Bon, Marco Aurelio, Cioran o Camus. Pero no sólo: también nuestros autores de referencia, Ortega y Gasset, María Zambrano o Carl Gustav Jung apuntan a veces en esa dirección. Sin embargo, finalmente, estos últimos también se abren a la perspectiva que presupone alguna clase de finalidad al hecho de vivir.

En resumen, se vendría a concluir que la visión optimista propone que la vida no se mueve en un círculo repetitivo, sino en espiral ascendente, de modo que cada vez que nos encontramos con experiencias similares, si vamos por el buen camino, estamos pasando por un nivel más elevado. La vida tendría, pues, un propósito y una finalidad, que es la manera de abordarla con entusiasmo y ganas de vivirla.

LA VIDA CONDUCE INEXORABLEMENTE HACIA LA SOLEDAD

 

“Dentro de la especie humana forman las razas círculos más estrechos de coincidencia y normalidades relativas, hasta llegar al individuo el cual posee ciertos rincones de verdad y de realidad que son su individual propiedad, que nadie sino él puede intuir y ver. Y de este unipersonal peculio aún habrá una parte que logre, por medios indirectos –como es la palabra–, hacer cuasi-ver a los demás, pero siempre quedará un resto inexpresado y prácticamente inexpresable que no podrá comunicar. Esta es la razón psicológica de ese fenómeno de soledad radical que van sintiendo los individuos conforme van individualizándose más, esa fatal incomprensión e incomunicabilidad en que vienen a desembocar a la postre las más profundas amistades y los más leales amores. Cada individuo es un órgano de percepción en algo distinto de todos los demás, y como un tentáculo que llega a trozos de universo para el resto secretos. Ninguna imagen más adecuada de la relación entre nuestra conciencia y el mundo de las realidades y de las verdades que, en la noche marina el foco de un navío vagabundeando con su cono luminoso por el cielo en tinieblas e iluminando súbitamente este o aquel trozo de nube” (Ortega y Gasset[1]).



[1][1] Ortega y Gasset: “Investigaciones psicológicas”, O. C. Tº 12, pp. 443-444.

POR QUÉ ES NECESARIA LA LEJANÍA

 

“Sólo tras de haberse señalado un fin lejano aparecen las finalidades inmediatas. Esa lejana luz es claridad que recae sobre las circunstancias inmediatas y las ordena, las hace cobrar sentido” (María Zambrano[1])

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“Para dar sentido y dirección a la vida, debemos tener algún último designio, algo distante por lo que podamos trabajar. Por eso un último designio debe tener dos grandes características: debe ser algo por lo que se pueda trabajar (…) y sus frutos deben ser permanentes para acumularse en el curso de la vida (…) Agradar a Dios, vivir para la Patria, o la familia, o alguna otra institución honorable y permanente han servido al hombre larga y efectivamente en su búsqueda por designios de largo alcance. Aun el objetivo más ardientemente deseado, si es de corta vida, podría solo suministrar un motivo momentáneo pero nunca una directiva para el futuro” (Hans Selye, médico que primero investigó y puso nombre al estrés[2]).

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“Quien quiera ver un ladrillo necesita ver sus poros y, por tanto, acercarlo a los ojos, pero quien quiera ver una catedral no la puede ver a la distancia de un ladrillo” (Ortega y Gasset[3]).



[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 44.

[2] Hans Selye: “La tensión en la vida (el stress)”, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1960, p. 292.

[3] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, p. 55.

domingo, 2 de julio de 2023

SE MADURA APRENDIENDO A CONVIVIR CON LAS DECEPCIONES

“Los ideales son las cosas según estimamos que debieran ser. Los arquetipos son las cosas según su ineluctable realidad (…) La madurez comienza cuando descubrimos que el mundo es sólido, que el margen de holgura concedido a la intervención de nuestro deseo es muy escaso y que más allá de él se levanta una materia resistente, de constitución rígida e inexorable. Entonces empieza uno a desdeñar los ideales del puro deseo y a estimar los arquetipos, es decir, a considerar como ideal la realidad misma en lo que tiene de profunda y esencial” (Ortega y Gasset[1]).

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(En el “Quijote”, en la narración de “La novela del curioso impertinente”, al hablar de las disparatadas demandas que Anselmo hace a su amigo Lotario, se citan estos versos de un poeta:)

“Busco en la muerte la vida,

salud en la enfermedad,

en la prisión libertad,

en lo cerrado salida

y en el traidor lealtad.

Pero mi suerte, de quien

jamás espero algún bien,

con el cielo ha establecido

que, pues lo imposible pido,

lo aun posible no me den” [2]   



[1] Ortega y Gasset: “Mirabeau o el político”, O. C. Tº 3, pp. 603-604.

[2] Miguel de Cervantes: “Don Quijote de la Mancha”, Barcelona, Destino, 2015, p. 324