lunes, 31 de octubre de 2022

Por qué hemos de estar AGRADECIDOS A NUESTROS MIEDOS


 ¿De dónde vienen los miedos del ser humano? Vienen incluidos en el mismo paquete en el que vinimos nosotros a la vida, nacemos con ellos. Más aún: la vida es la trayectoria que recorremos para superar esos miedos de partida. Las inseguridades que están en la base de lo que empezamos siendo están encargadas de ser la palanca que nos proyecte hacia el objetivo de conseguir ser cada cual una persona segura y sin miedos: en eso ha de consistir básicamente nuestro plan de vida. Así pues, de nuestros miedos nacen nuestros corajes, gracias a nuestra inseguridad primordial luchamos en la vida por conseguir construirnos un recinto de seguridad en el que habitar; la lucha contra los miedos e inseguridades con los que nacemos es lo que da contenido a nuestras vidas.

sábado, 29 de octubre de 2022

LA NECESARIA SÍNTESIS ENTRE EL MUNDO INTERIOR Y EL EXTERIOR

 

La atención a la vida interior, el descubrimiento de una realidad personal e independiente de la realidad colectiva, es la gran aportación del cristianismo. Tanto la virtud como el pecado dejaban de ser referidos al mundo exterior y pasaban a residir dentro de uno mismo. Y así, Jesús afirmaba del pecado, por ejemplo: “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que todo el que mira con malos deseos a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”[1]. También la virtud acontecía de puertas adentro: “No hagáis el bien para que os vean los hombres (…) Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará”[2].

Pero ese descubrimiento de la vida interior discurrió hacia un punto de exacerbación que condujo al desentendimiento de la vida mundana. Y así, mientras el emperador Marco Aurelio (121-180), ateniéndose a los dictados del estoicismo, recomendaba “no referir la acción a ninguna otra cosa excepto al fin común”[3], San Pablo decía: “Nos hemos emancipado de la ley, somos como muertos respecto a la ley que nos tenía prisioneros, y podemos ya servir a Dios según la nueva vida del Espíritu y no según la vieja letra de la ley”[4]. Casi era de esperar que Marco Aurelio persiguiera a los cristianos, porque se habían convertido en un peligro para la supervivencia del Imperio. Correlativamente, en el cristianismo se sentaron la bases del utopismo: además de aquello de que “Mi reino no es de este mundo”[5], Jesús dijo también: “Os aseguro que si tuvierais una fe del tamaño de un grano de mostaza, diríais a este monte: ‘Trasládate allá’ y se trasladaría; nada os sería imposible”[6]. Y también: “Todo lo que pidáis con fe en la oración lo obtendréis”[7]. Y culminó ese peligroso utopismo cuando afirmó: “No os inquietéis diciendo: ‘¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos?’ Esas son las cosas por las que se preocupan los paganos (…) Buscad ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás”[8]; y es que, finalmente, “el espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada”[9].

Occidente tuvo que hacer una síntesis entre el mundo interior resaltado por los cristianos y el mundo exterior atendido por los romanos, especialmente de la mano de los estoicos.



[1] Mateo, cap. 5, vers. 27 y 28.

[2] Mateo, Cap. 6, vers. 1, 3 y 4.

[3] Marco Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº XII, & 20, pág. 153.

[4] San Pablo: Carta a los Romanos, cap. 7, vers. 6.

[5] Juan, cap. 18, vers. 36.

[6] Mateo, cap. 17, vers. 20.

[7] Mateo, cap. 21, vers. 22.

[8] Mateo, Cap. 6, vers. 31, 32 y 33.

[9] Juan, cap. 6, vers. 63.


jueves, 27 de octubre de 2022

EL CRISTIANISMO FUE EL DESCUBRIDOR DE LA VIDA INTERIOR

 

“Desde el cristianismo, el hombre, por ateo que sea, sabe, ve, no ya que la vida humana debe ser entrega de sí misma, vida como misión premeditada y destino interior –todo lo contrario que aguante de un externo destino–, sino que lo es, queramos o no” (Ortega y Gasset[1]).

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“El Cristianismo (…) es religión de la persona que existe en soledad” (María Zambrano[2]).

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“El Dios cristiano es trascendente, es deus exsuperantissimus. El cristianismo propone al hombre que entre en trato con ser tal. ¿Cómo es posible este trato? No sólo es imposible por medio o al través del mundo y las cosas intramundanas, sino que, al revés, todo lo de este mundo es, por lo pronto, estorbo e interposición para el trato con Dios (…) Para acercarse el alma a Dios (…) para salvarse va a hacer lo mismo que el escéptico con su duda metódica. Niega la realidad del mundo, de los demás seres, del Estado, de la sociedad, de su propio cuerpo. Y cuando ha suprimido todo esto es cuando empieza a sentirse verdaderamente vivir y ser. ¿Por qué? Precisamente porque el alma se ha quedado sola, sola con Dios. El cristianismo es el descubridor de la soledad como sustancia del alma” (Ortega y Gasset[3]).

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“No os acomodéis a los criterios de este mundo; al contrario, transformaos, renovad vuestro interior para que podáis descubrir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (San Pablo[4]).

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“Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto” (Evangelio de San Mateo[5]).

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PERO SI LA VIDA INTERIOR SE VUELVE EXCLUYENTE, LLEVA A LA RETIRADA Y DESDÉN DEL MUNDO

“Antes de que naciese el cristianismo y, sobre todo, antes de que lo hiciesen los cristianos, muchos hombres se retiraron del mundo a los desiertos, a la soledad” (Ortega y Gasset[6]).



[1] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”. Obras Completas, Tomo 5, Alianza, Madrid, 1983, pp. 154-155.

[2] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 130

[3] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 385.

[4] San Pablo: Carta a los Romanos, cap. 12, vers. 2

[5] Evangelio de San Mateo, cap. 6, vers. 6.

[6] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº V, Madrid, Alianza, 1983, p. 107.

martes, 25 de octubre de 2022

MOMENTOS DIFÍCILES DE LA VIDA

 

“Aproximadamente la tercera parte (de mis pacientes) no padece ningún tipo de neurosis determinable clínicamente, sino de falta de sentido y objeto de su vida. No tengo nada en contra de que se designe a esto como la neurosis general de nuestro tiempo. Las dos terceras partes de mis pacientes se encuentran en la segunda mitad de la vida. Este peculiar material opone una resistencia especial a los métodos racionales de tratamiento, seguramente porque en su mayoría son individuos adaptados socialmente, capaces de grandes cosas, a los que la normalización no les dice nada (…) En la mayor parte de mis casos, los recursos de la consciencia están agotados (en inglés se suele decir «I am stuck», «Me he quedado atascado») (…) No sé cómo responder a la pregunta del paciente «¿Qué me aconseja usted?» (…) Sólo sé una cosa, que, si mi consciencia ya no ve ante sí ningún camino transitable y se atasca, mi alma inconsciente reaccionará a esta detención insoportable” (Carl G. Jung(1)).

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“A poco que vivimos hemos palpado ya los confines de nuestra prisión. Treinta años cuando más tardamos en reconocer los límites dentro de los cuales van a moverse nuestras posibilidades. Tomamos posesión de lo real, que es como haber medido los metros de una cadena prendida de nuestros pies. Entonces decimos: «¿Esto es la vida? ¿Nada más que esto? ¿Un ciclo concluso que se repite, siempre idéntico?» He aquí una hora peligrosa para todo hombre” (Ortega y Gasset[2]).

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 “Imagínese un momento de transición durante el cual las grandes metas que ayer daban una clara arquitectura a nuestro paisaje han perdido su brillo, su poder atractivo, su autoridad sobre nosotros, sin que todavía hayan alcanzado completa evidencia y vigor suficiente las que van a sustituirlas. En tal sazón parece el paisaje desarticularse, vacilar, estremecerse en torno al sujeto; los pasos de éste serán también vacilantes, puesto que oscilan y se borran los puntos cardinales y las rutas mismas se esquivan ondulantes, como huyendo de la planta” (Ortega y Gasset[3]).



[2] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 379.

[3] Ortega y Gasset: “El tema de nuestro tiempo”, O. C. Tº 3, p. 192.

domingo, 23 de octubre de 2022

PARA COMPRENDER MEJOR EL ESTRÉS Y LAS ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS


 

Hans Selye fue el “inventor” del concepto de “estrés”. Este –decía– se produce como resultado de la pérdida del equilibrio homeostático del organismo. Esta pérdida se debería a la acción de lo que llamó un “alarmógeno” (bacterias, virus, frío o calor excesivos…), un agente que el organismo detecta como peligroso y frente al cual emite sus defensas generando corticoides. El caso es que muchas veces esa respuesta defensiva se produce ante agentes, “alarmógenos”, inocuos, y entonces se convierte, precisamente esa defensa (ese exceso de corticoides), en la enfermedad. Por ejemplo, una reacción hiperdefensiva ante el polen, que es un agente inocuo, provoca la alergia. Esto se produce a nivel orgánico. A nivel psíquico, todos partimos de una sobredosis de angustia que nos acompaña desde que nacemos, debido a nuestra debilidad y vulnerabilidad constitutivas, y que asimismo nos hace estar, en principio, en un excesivo estado de alerta y a la defensiva. Por ejemplo, ocurre esto en una fobia, que no es sino una defensa exagerada frente a estímulos que no merecen esa alarma. El exceso de defensa, también aquí, se convierte en la enfermedad.

Pues bien, en esa respuesta hiperdefensiva estaría el origen de las enfermedades psicosomáticas y de los trastornos psíquicos en general (no entraremos en detalles). En la base del mandato de estar en estado de alarma excesiva y de estrés inmotivado que registran tanto nuestra psique como nuestro organismo corporal está la angustia, que de forma manifiesta o latente nos acompaña desde que nacimos. ¿Cuál es el modo constructivo de redireccionar esa angustia que nos constituye? A través de un proyecto de vida que nos ponga en la dirección de compensar nuestra inferioridad, nuestra vulnerabilidad, nuestra insignificancia de partida, eso que es precisamente lo que originalmente desencadenó nuestra angustia.

La ENFERMEDAD PSICOSOMÁTICA: aspectos psicológicos y filosóficos (Reflexiones orteguianas)


 Está cada vez más reconocida la relevancia de las enfermedades psicosomáticas en el conjunto de la problemática referida a la salud, esto es, la importancia de los factores psicológicos en la aparición de numerosas enfermedades. Estas pueden afectar al aparato respiratorio (asma, alergias…), al digestivo (úlceras, colitis, diarreas…), a la piel…; esos factores psicológicos están asimismo involucrados en diversas manifestaciones del dolor, como en algunas migrañas, e incluso está siendo investigada cada vez más la influencia de factores psicológicos en la aparición del cáncer. ¿Qué es una enfermedad psicosomática? ¿De dónde proviene? ¿Existe alguna causa general que podamos extraer para el conjunto de esta clase de enfermedades? ¿Hay factores que puedan ayudar a prevenir, resolver o curar una enfermedad psicosomática? ¿Qué papel pueden jugar la psicología y la filosofía en una temática como esta de la salud del cuerpo?

lunes, 17 de octubre de 2022

POR QUÉ NO SABEMOS LO QUE NOS PASA

 

Los hombres primitivos se aferraban tanto a su pasado que periódicamente hacían ceremonias para restaurar simbólicamente el “tiempo original”, que merecía subsistir “por los siglos de los siglos”. El historiador de las religiones y antropólogo Mircea Eliade decía: “Lo que hace el hombre arcaico ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestos inaugurados por otros”[1]. Las verdades a las que se aferraba ese hombre primitivo eran eternas e inamovibles. No había nada que añadir a lo que en ellas se establecía, por lo que el progreso era imposible. A partir del Renacimiento, pero sobre todo desde el siglo XVII, los hombres se fueron desprendiendo de ese lastre inmovilizador. El mismo Eliade dice: “La diferencia capital entre el hombre de las civilizaciones arcaicas y el hombre moderno, ‘histórico’, está en el valor creciente que este concede a los acontecimientos históricos, es decir, a esas ‘novedades’ que, para el hombre tradicional constituían hallazgos carentes de significación, o infracciones a las normas (por consiguiente, ‘faltas’, ‘pecados’, etc.), y que por esa razón necesitaban ser ‘expulsados’ (abolidos) periódicamente”[2]. Pero el caso es que el péndulo de la cultura se fue yendo para el otro extremo: van dejando de estar vigentes cada vez más los valores que nos ligan al pasado: la fidelidad, el compromiso, el sentimiento de pertenencia… Incluso nuestro pasado en sentido biológico: el sexo ya no es parte de la propia identidad; el ciborg, el hombre-máquina, se propone como referencia de lo que vamos a pasar a ser. Las fuentes de identidad han ido desapareciendo. Ya no sabemos quiénes somos. O como dice Ortega y Gasset: “No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa: el hombre de hoy empieza a estar desorientado con respecto a sí mismo, dépaysé, está fuera de su país, arrojado a una circunstancia nueva que es como una tierra incógnita. Tal es siempre la sensación vital que se apodera del hombre en las crisis históricas”[3].



[1] Mircea Eliade: “El mito del eterno retorno”, Madrid, Alianza, 1979. pág. 15

[2] Mircea Eliade: “El mito del eterno retorno”, Madrid, Alianza, 1979, p.141-142

[3] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº 5, pág. 93

sábado, 15 de octubre de 2022

SOMOS LO QUE SOMOS PORQUE HEMOS SIDO LO QUE HEMOS SIDO… a pesar de que el hombre moderno y posmoderno quieren olvidarlo

 

Salvador Dalí-"La persistencia de la memoria"

 Ni lo moderno es la continuidad del pasado en el presente ni el hoy es el hijo del ayer: son su ruptura, su negación (…) (A los modernos) no nos rige el principio de identidad (…) sino la alteridad y la contradicción” (Octavio Paz[1]).

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“La ‘edad del progreso’ ha destruido la cultura espiritual con su crítica nihilista (…) La esencia de la cultura es la continuidad y conservación del pasado; anhelar la novedad sólo produce anticultura y acaba en barbarismo” (Carl Gustav Jung[2]).

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“El hombre moderno vive asomado al mañana para ver llegar la novedad” (Ortega y Gasset[3]).

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 “El hombre actual no se hace eficazmente cargo de que casi todo lo que hoy poseemos para afrontar con alguna holgura la existencia lo debemos al pasado y que, por tanto, necesitamos andar con mucha atención, delicadeza y perspicacia en nuestro trato con él —sobre todo, que es preciso tenerlo muy en cuenta porque, en rigor, está presente en lo que nos legó. Olvidar el pasado, volverle la espalda, produce el efecto a que hoy asistimos: la rebarbarización del hombre” (Ortega y Gasset[4]).



[2] Carl Gustav Jung: “Civilización en transición”, Obra Completa, vol. 10, Madrid, Trotta, 2001, p. XXXV.

[3] Ortega y Gasset: “Descreimiento, asfixia y rebelión”, Obras Completas, Tomo 5, p. 505.

[4] Ortega y Gasset: “Ideas y creencias”-O. C. Tº 5, p. 398.


jueves, 13 de octubre de 2022

LA NECESIDAD DE TENER UN LUGAR AL QUE REGRESAR


“La vida es por lo pronto un caos donde uno está perdido” (Ortega[1]).

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“Un ansia infinita de permanencia trasciende de lo más adentrado de nosotros” (Ortega y Gasset[2]).

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“Que nos (hayamos) creado algo estable (…) eso es (…) el verdadero sentido del mundo” (Ortega y Gasset[3]).

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“Por lo que me escribes y por lo que siento, concibo buenas esperanzas, ya que no andas vagando y no te afanas en cambiar de lugar. Estas mutaciones son de alma enferma; yo creo que una de las primeras manifestaciones con que un alma bien ordenada revela serlo es su capacidad de poder fijarse en un lugar y de morar consigo misma (…) Quien está en todo lugar no está en parte alguna” (Séneca[4]).

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 “La vida, señores, es constitutivamente inseguridad (…) Estamos inseguros incluso de si mañana cada uno de nosotros va a existir; pero mucho más inseguros de lo que va a pasar con los contenidos particulares de nuestra vida: salud, fortuna, acierto, amor, dolor, placer... Por lo mismo necesita el hombre asegurar alguna dimensión en su vida, saber siquiera en ella a qué atenerse, para desde ella afrontar con brío el problemático resto” (Ortega y Gasset(5)).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 254.

[2] Ortega y Gasset; “Moralejas”, O. C. Tº 1, p. 54.

[3] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la Historia Universal”, O. C. Tº 9, p. 229.

[4] Séneca: “Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, pp. 16 a 18.

[5] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, p. 220.


domingo, 9 de octubre de 2022

LOS INCONVENIENTES DE LA FELICIDAD (¿SERÁN NECESARIAS LAS CATÁSTROFES?)


 

“Si en algún momento he sido feliz por un medio distinto de la literatura y lo que estaba relacionado con ella… precisamente entonces era incapaz de escribir” (Franz Kafka[1]).

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“Mis problemas son parte de mí y por lo tanto de mi arte. Ellos son indistinguibles de mí, y su tratamiento destruiría mi arte. Quiero mantener esos sufrimientos”. (Edvard Munch[2]).

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“Donde no hay problema no hay angustia, pero donde no hay angustia no hay vida humana” (Ortega y Gasset[3]).

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“Las catástrofes pertenecen a la normalidad de la historia, son una pieza necesaria en el funcionamiento del destino humano. Una humanidad sin catástrofes caería en la indolencia, perdería todo su poder creador” (Ortega y Gasset[4]).



[1] Citado en Philippe Brenot: “El genio y la locura”, Madrid, Biblioteca de Bolsillo, 2000, pág. 108.

[2] Citado  en Marcelo Miranda y otros: “Edvard Munch: enfermedad y genialidad en el gran artista noruego”-    https://scielo.conicyt.cl/pdf/rmc/v141n6/art12.pdf

[3] Ortega y Gasset: “En el centenario de Hegel”, O. C. Tº 5, p. 422.

[4] Ortega y Gasset: “Meditación de Europa”, O. C. Tº 9, p. 252.

viernes, 7 de octubre de 2022

EN DEFENSA (RELATIVA) DEL ESTRÉS (Y DEL VIKTOR FRANKL DE LA ANTERIOR PUBLICACIÓN)

 

Lo que hace el estrés es provocar reacciones psíquicas y fisiológicas que o bien te llegan a poner por encima de la situación… o te acabas hundiendo si no consigues hacerlo. Ejemplo: en el campo de batalla, si no te paraliza el miedo, la adrenalina interrumpe la función no solo del miedo, sino también del dolor. Se ha dado el caso de soldados heridos de bala que no se han dado cuenta de que lo estaban hasta después de la batalla, cuando la vuelta a la normalidad (llamémosla así) les relaja; dejan de segregar adrenalina y aparece el dolor.

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“El mismo stress que provoca en una persona un estado de enfermedad puede ser un factor vigorizante para otra” (Hans Selye, médico y fisiólogo creador del concepto “estrés”[1]).

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“Durante muchos siglos existió la creencia de que la enfermedad era causada por espíritus malignos o demonios. En consecuencia (…) era tratada con encantamientos y bailes o con drogas fuertes, cataplasmas y vendajes dolorosos, los cuales eran aplicados por hechiceros o sacerdotes, que inspiraban terror a los asustados pacientes, con el fin de expulsar a los demonios. La sangría fue en otro tiempo un remedio muy apreciado para un buen número de enfermedades (Las azotainas proporcionadas a los insanos constituyeron durante la antigüedad y la Edad Media un procedimiento común para expulsar al demonio o al mal de la gente que sufría variados trastornos mentales. Paracelso (…) durante el siglo XVI, en su tratado sobre “Las enfermedades que privan al hombre de la razón, establecía que la mejor cura, que raramente fallaba, consistía en sumergir a tales personas en agua fría (…) Parecía como si el paciente fuera, de algún modo, “sustraído a su enfermedad”, tanto como a un niño puede interrumpírsele su pataleta, si se le arroja el agua de un vaso en la cara (…) Estos tratamientos (…) fueron exitosos a menudo en estados que de otra manera no habrían podido ser tratados (…) Todos causan stress” (Hans Selye[2]).



[1] Hans Selye: “La tensión en la vida (el stress), Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1960, p. 11.

[2] Hans Selye: “La tensión en la vida (el stress), Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1960, pp. 20 a 22.

miércoles, 5 de octubre de 2022

YA QUE NO A LA FELICIDAD, ¿A QUÉ PODEMOS ASPIRAR?

 


“Kant dijo con razón que si no podemos apuntar a nuestra propia felicidad, podemos a lo sumo hacernos ‘dignos de ser felices’ si buscamos justamente la felicidad del otro” (Jean Grondin[1]).

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“El hecho de que en los conflictos y sueños haya una carga y una tensión, es decir, un ‘stress’ en el sentido de Selye, es solo un motivo más para precaverse, ahora y siempre, del difundido error en virtud del cual se actúa como si solamente la carga fuera patógena y no lo fuera también –y más aún– la descarga, o lo que es lo mismo, que la carga, en cuanto un estar cargado y en tensión frente a una tarea es ‘antipatógena’. Apenas ha habido un lugar en el mundo donde haya habido más ‘stress’ que en Auschwitz, y justo aquí desaparecieron prácticamente las enfermedades psicosomáticas que tan a menudo se consideran como condicionadas por el ‘stress’ ” (Viktor E. Frankl[2]).

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“Simmel —siguiendo a Nietzsche— ha dicho que la esencia de la vida consiste precisamente en anhelar más vida. Vivir es más vivir, afán de aumentar los propios latidos. Cuando no es así, la vida está enferma y, en su medida, no es vida. La aptitud para interesarse en una cosa por lo que ella sea en sí misma y no en vista del provecho que nos rinda es el magnífico don de generosidad que florece sólo en las cimas de mayor altitud vital” (Ortega y Gasset[3]).

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“Toda vida aspira a la supervivencia, ciertamente a mantenerse en vida, pero también aspira a una sobre-vida, a un ser-mejor, a un ‘ser-más’ en el que la vida tenga ‘más’ sentido” (Jean Grondin[4]).



[1] Jean Grondin: “Del sentido de la vida. Un ensayo filosófico”, Barcelona, Herder, 2011, pp. 100-101)

[2] Viktor E. Frankl: “Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia”, Barcelona, Herder, 1980, pp. 48-49.

[3] Ortega y Gasset: “Para una psicología del hombre interesante”, O. C. Tº 4, Madrid, Alianza, 1983, p. 477.

[4] Jean Grondin: “Del sentido de la vida. Un ensayo filosófico”, Barcelona, Herder, 2011, p. 77)


martes, 4 de octubre de 2022

JEAN-PAUL SARTRE o la realidad como sucedáneo de LA NADA


 El hombre, salvo si actúa de “mala fe”, se inventa a sí mismo, dice Jean-Paul Sartre. No hay nada previo en lo que pueda sustentarse, en lo que se pueda apoyar para hacerse a sí mismo. Antes de autoinventarse no es nada. Y la realidad tampoco transmite ningún signo sobre el que apoyarse, nada que comprometa a ser hoy lo mismo que fue ayer. Sartre, pues, un actor principal a la hora de trasladar a la filosofía el nihilismo que sobre nuestra cultura ha ido depositando el espíritu de los tiempos, y que otros se han ocupado de trasladar a la literatura, al arte, a la música… y a la manera de entender la vida en general. Sartre ha sido, quizás, el filósofo más venerado de nuestro tiempo, y sus libros se han vendido por millones de ejemplares. Para quienes advertimos el peligro que de la mano del nihilismo amenaza a nuestra cultura, comprender el pensamiento de personajes como Sartre, así como la forma en que ese pensamiento se tradujo, para empezar, en su propia vida, es una tarea ineludible si se quiere dar la batalla cultural en la que tanto nos estamos jugando.