miércoles, 5 de octubre de 2022

YA QUE NO A LA FELICIDAD, ¿A QUÉ PODEMOS ASPIRAR?

 


“Kant dijo con razón que si no podemos apuntar a nuestra propia felicidad, podemos a lo sumo hacernos ‘dignos de ser felices’ si buscamos justamente la felicidad del otro” (Jean Grondin[1]).

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“El hecho de que en los conflictos y sueños haya una carga y una tensión, es decir, un ‘stress’ en el sentido de Selye, es solo un motivo más para precaverse, ahora y siempre, del difundido error en virtud del cual se actúa como si solamente la carga fuera patógena y no lo fuera también –y más aún– la descarga, o lo que es lo mismo, que la carga, en cuanto un estar cargado y en tensión frente a una tarea es ‘antipatógena’. Apenas ha habido un lugar en el mundo donde haya habido más ‘stress’ que en Auschwitz, y justo aquí desaparecieron prácticamente las enfermedades psicosomáticas que tan a menudo se consideran como condicionadas por el ‘stress’ ” (Viktor E. Frankl[2]).

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“Simmel —siguiendo a Nietzsche— ha dicho que la esencia de la vida consiste precisamente en anhelar más vida. Vivir es más vivir, afán de aumentar los propios latidos. Cuando no es así, la vida está enferma y, en su medida, no es vida. La aptitud para interesarse en una cosa por lo que ella sea en sí misma y no en vista del provecho que nos rinda es el magnífico don de generosidad que florece sólo en las cimas de mayor altitud vital” (Ortega y Gasset[3]).

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“Toda vida aspira a la supervivencia, ciertamente a mantenerse en vida, pero también aspira a una sobre-vida, a un ser-mejor, a un ‘ser-más’ en el que la vida tenga ‘más’ sentido” (Jean Grondin[4]).



[1] Jean Grondin: “Del sentido de la vida. Un ensayo filosófico”, Barcelona, Herder, 2011, pp. 100-101)

[2] Viktor E. Frankl: “Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia”, Barcelona, Herder, 1980, pp. 48-49.

[3] Ortega y Gasset: “Para una psicología del hombre interesante”, O. C. Tº 4, Madrid, Alianza, 1983, p. 477.

[4] Jean Grondin: “Del sentido de la vida. Un ensayo filosófico”, Barcelona, Herder, 2011, p. 77)


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