domingo, 23 de octubre de 2022

PARA COMPRENDER MEJOR EL ESTRÉS Y LAS ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS


 

Hans Selye fue el “inventor” del concepto de “estrés”. Este –decía– se produce como resultado de la pérdida del equilibrio homeostático del organismo. Esta pérdida se debería a la acción de lo que llamó un “alarmógeno” (bacterias, virus, frío o calor excesivos…), un agente que el organismo detecta como peligroso y frente al cual emite sus defensas generando corticoides. El caso es que muchas veces esa respuesta defensiva se produce ante agentes, “alarmógenos”, inocuos, y entonces se convierte, precisamente esa defensa (ese exceso de corticoides), en la enfermedad. Por ejemplo, una reacción hiperdefensiva ante el polen, que es un agente inocuo, provoca la alergia. Esto se produce a nivel orgánico. A nivel psíquico, todos partimos de una sobredosis de angustia que nos acompaña desde que nacemos, debido a nuestra debilidad y vulnerabilidad constitutivas, y que asimismo nos hace estar, en principio, en un excesivo estado de alerta y a la defensiva. Por ejemplo, ocurre esto en una fobia, que no es sino una defensa exagerada frente a estímulos que no merecen esa alarma. El exceso de defensa, también aquí, se convierte en la enfermedad.

Pues bien, en esa respuesta hiperdefensiva estaría el origen de las enfermedades psicosomáticas y de los trastornos psíquicos en general (no entraremos en detalles). En la base del mandato de estar en estado de alarma excesiva y de estrés inmotivado que registran tanto nuestra psique como nuestro organismo corporal está la angustia, que de forma manifiesta o latente nos acompaña desde que nacimos. ¿Cuál es el modo constructivo de redireccionar esa angustia que nos constituye? A través de un proyecto de vida que nos ponga en la dirección de compensar nuestra inferioridad, nuestra vulnerabilidad, nuestra insignificancia de partida, eso que es precisamente lo que originalmente desencadenó nuestra angustia.

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