lunes, 26 de febrero de 2024

POR QUÉ LA VIDA ES QUEHACER (y por qué Baudelaire se aburría tanto)

“¿Dónde preferirías vivir?”, le preguntaron a Baudelaire. “En cualquier parte, con tal de que sea fuera del mundo”, contestó desdeñoso el dandi. Desplazaba así hacia el ensueño el irrevocable impulso que todos tenemos a hacer que nuestra vida sea un quehacer, una actividad. Esa vocación hacia la actividad nos es intrínseca; pero hemos de conseguir traducirla en alguna de las formas que el mundo nos oferta, hemos de añadir a nuestro intrínseco impulso hacia el quehacer una finalidad, y esa finalidad sólo es posible planteársela dentro del mundo, a través de un proyecto de vida ilusionante. En el ensueño no es posible hacer nada.

viernes, 23 de febrero de 2024

EL PROBLEMA DE NO TENER PROBLEMAS

 

“(Es preciso) contrarrestar nuestra ingenua tendencia a creer que la sobra de medios favorece la vida. Todo lo contrario. Un mundo sobrado de posibilidades produce, automáticamente, graves deformaciones y viciosos tipos de existencia humana —los que se pueden reunir en la clase general «hombre-heredero,» de que el «aristócrata» no es sino un caso particular, y otro, el niño mimado, y otro, mucho más amplio y radical, el hombre-masa de nuestro tiempo (…) Cabe formular esta ley que la paleontología y biogeografía confirman; la vida humana ha surgido y ha progresado sólo cuando los medios con que contaba estaban equilibrados por los problemas que sentía. Esto es verdad lo mismo en el orden espiritual que en el físico (…) Pues bien, la civilización del siglo XIX es de índole tal que permite al hombre-medio instalarse en un mundo sobrado, del cual percibe sólo la superabundancia de medios, pero no las angustias” (Ortega y Gasset(1)).

 



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, pp. 209-210

martes, 20 de febrero de 2024

POR QUÉ EL ABURRIMIENTO ES INSOPORTABLE

“Si un gobierno decretara en pleno verano que las vacaciones son prolongadas indefinidamente y que, so pena de muerte, nadie debe abandonar el paraíso en que se encuentra, se producirían suicidios en masa y masacres sin precedentes” (E. M. Cioran[1])

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“Dios (…) no es sino nuestra incapacidad de detenernos en algún lugar” (E. M. Cioran[2])

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“Nada tan insoportable para el hombre como estar en reposo total, sin pasiones, sin asuntos, sin diversiones, sin empleos. Entonces siente su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío. Al instante extraerá del fondo de su alma el tedio, la negrura, la tristeza, el pesar, el despecho, la desesperación” (Pascal[3])

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 “El deber del hombre no es poseer, sea como sea, soluciones, sino aceptar, sea como sea, los problemas” (Ortega y Gasset[4])

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 “Estos años asistimos al gigantesco espectáculo de innumerables vidas humanas que marchan perdidas en el laberinto de sí mismas por no tener a qué entregarse” (Ortega y Gasset[5])



[1] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 96

[2] E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p. 185.

[3] Blaise Pascal: “Pensamientos”, Madrid, Alianza, 1981.

[4] Ortega y Gasset: “Espíritu de la letra”, O. C. Tº 3, p. 566.

[5] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 243.

domingo, 18 de febrero de 2024

No es la inteligencia lo que nos diferencia a los humanos del resto de los animales. Diferentes investigaciones, y, singularmente, las que llevó a cabo Wolfgang Köhler en Tenerife a principios del siglo XX con primates, han demostrado que los animales son capaces de construir instrumentos con los que facilitarse las cosas, y eso demuestra que tienen capacidad para relacionar los elementos de la situación a la que se enfrenten y a partir de ello generar respuestas complejas que no les dicta el instinto. Ortega dice que el déficit de los animales consiste en que son “distraídos” y no son capaces de acumular experiencias, es decir, recuerdos de los que extraer enseñanzas, de modo que sus chispazos de inteligencia acaban difuminándose.

jueves, 15 de febrero de 2024

EL ESPÍRITU ES LA ENERGÍA QUE DA VIDA A LA MATERIA

“Lo que hace que una cosa sea es nuestro estado febril, y las verdades se proyectan sobre un mundo de ausencia por la viveza de nuestros ardores (…) Si fuéramos más fríos o reposados, nada sería (…) Las ascuas de nuestro interior son los arquitectos de la vida, el mundo no es más que una prolongación exterior de nuestra hoguera” (Emil Michel Cioran[1])

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“Dios, la conciencia del Universo, está limitado por la materia bruta en que vive (de la cual) trata de libertarse y de libertarnos. Y nosotros, a nuestra vez, debemos de tratar de libertarle de ella” (Unamuno[2])

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“Nuestros anhelos son energías prisioneras en la prisión de la materia y gastamos la mayor parte de ellas en resistir el gravamen que ésta nos impone” (Ortega y Gasset[3])

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“El espíritu dice: ¡quiero ser! Y la materia le responde: ¡no lo quiero!” (Unamuno[4])

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“El universo es una pausa del espíritu” (Cioran[5])



[1] E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p. 230

[2] Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Espasa Calpe, pág. 157.

[3] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VI, O. C., Tº 2, pp. 555-556

[4] Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Espasa Calpe, pág. 161

[5] E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p. 293

lunes, 12 de febrero de 2024

LA INADAPTACIÓN: LOS SESGOS DE LA CULTURA OCCIDENTAL QUE LLEVAN A ELLA

¿Puede la santidad llegar a ser perversa? ¿Puede la pobreza llegar a ser por sí misma una virtud y la riqueza un pecado? ¿Puede la aspiración a la perfección convertirse en una manera de autodestruirse? ¿Puede el hecho de perdonar a los verdugos ser una manera de camuflar los remordimientos que las víctimas albergan en zonas profundas de su alma? Son paradojas a las que nuestra tradición cultural nos obliga, como veremos, a enfrentarnos, y en este vídeo lo haremos repasando la biografía de diversos personajes como San Simeón el estilita, Santa Catalina de Siena, San Francisco de Asís, la ex novicia de la película Viridiana o la poetisa Sylvia Plath.

viernes, 9 de febrero de 2024

EN QUÉ SE DIFERENCIAN UN HOMBRE Y UN ORANGUTÁN

“La única diferencia radical entre la historia humana y la «historia natural» es que aquélla no puede nunca comenzar de nuevo. Kohler y otros han mostrado cómo el chimpancé y el orangután no se diferencian del hombre por lo que hablando rigorosamente llamamos inteligencia, sino porque tienen mucha menos memoria que nosotros. Las pobres bestias se encuentran cada mañana con que han olvidado casi todo lo que han vivido el día anterior, y su intelecto tiene que trabajar sobre un mínimo material de experiencias (…) Por eso Nietzsche define al hombre superior como el ser «de la más larga memoria». Romper la continuidad con el pasado, querer comenzar de nuevo, es aspirar a descender y plagiar al orangután” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 136.

LA LOCURA: en qué consiste, de dónde sale. ¿Se puede prevenir?

La soledad avanza. Y dice Alfred Adler que “El grado más elevado de aislamiento está representado por la locura”. ¿Y cómo es posible que, en consecuencia, la locura también avance, si nunca ha habido más formas posibles de comunicación, y, por tanto, de evitar la soledad? Pues resulta que en el individuo esquizoide, que es el tipo humano más característico de nuestro tiempo, y en su expresión extrema, el esquizofrénico, se ha instalado la sensación de que el mundo que compartimos unos y otros es un mundo falso, así que enviamos a desenvolverse en él una parte fingida también de nosotros, un yo-falso, un personaje, una máscara; y dejamos secreta, en clandestinidad, incomunicada, la parte de nosotros que consideramos auténtica. Cuando la escisión entre este yo que consideramos auténtico y aquel otro yo-falso se exacerba, en medio de ambos aparece la locura.

sábado, 3 de febrero de 2024

PERDIDOS Y A OSCURAS

 

“La mayor parte de los hombres no hacemos sino querer en el sentido económico de la palabra; resbalamos de objeto en objeto, de acto en acto, sin tener el valor de exigir a ninguna cosa que se ofrezca como fin a nosotros” (Ortega y Gasset[1]).

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“De esta cadena de voliciones, en que un querer sirve a otro querer, se compone el tejido de nuestra habitual existencia (…) El querer ético, en cambio, hace de las cosas fines, conclusiones, últimas fronteras de la vida, postrimerías” (Ortega y Gasset[2]).

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“No tenemos la voluntad de una existencia dinámica: vivimos rendidos e incapaces para el entusiasmo. Los mayores acontecimientos pasan sobre nosotros sin producirnos ningún temblor (…) Cada individuo se desliza silencioso por la sociedad sin la vigorosa decisión de realizar su destino” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “La vida en torno”, en “El Espectador”, Vol. II, O. C. Tº 2, p. 153.

[2] Ortega y Gasset: “La vida en torno”, en “El Espectador”, Vol. II, O. C. Tº 2, p. 152.

[3] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver. Viajes, gentes, países”, Madrid, Alianza, 1988, p. 73.