“Si un gobierno decretara en pleno verano que las vacaciones son
prolongadas indefinidamente y que, so pena de muerte, nadie debe abandonar el
paraíso en que se encuentra, se producirían suicidios en masa y masacres sin
precedentes” (E. M. Cioran[1])
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“Dios (…) no es sino nuestra incapacidad de
detenernos en algún lugar” (E. M. Cioran[2])
“Nada tan insoportable para el
hombre como estar en reposo total, sin pasiones, sin asuntos, sin diversiones,
sin empleos. Entonces siente su nada, su abandono, su insuficiencia, su
dependencia, su impotencia, su vacío. Al instante extraerá del fondo de su alma
el tedio, la negrura, la tristeza, el pesar, el despecho, la desesperación” (Pascal[3])
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“El deber del
hombre no es poseer, sea como sea, soluciones, sino aceptar, sea como sea, los
problemas” (Ortega y
Gasset[4])
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“Estos
años asistimos al gigantesco espectáculo de innumerables vidas humanas que
marchan perdidas en el laberinto de sí mismas por no tener a qué entregarse” (Ortega y Gasset[5])
[1]
E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 96
[2]
E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p. 185.
[3]
Blaise Pascal: “Pensamientos”, Madrid, Alianza, 1981.
[4]
Ortega y Gasset: “Espíritu de la letra”, O. C. Tº 3, p. 566.
[5]
Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 243.
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