martes, 30 de mayo de 2023

CÓMO LAS RUINAS CORRELACIONAN CON LA MELANCOLÍA

“Decimos estar viendo un color desteñido. ¿Qué color vemos cuando vemos un color desteñido? El azul que tenemos delante lo vemos como habiendo sido otro azul más intenso y este mirar el color actual con el pasado, a través del que fue, es una visión activa que no existe para un espejo, es una idea. La decadencia o desvaído de un color es una cualidad nueva y virtual que le sobreviene, dotándole de una como profundidad temporal. Sin necesidad del discurso, en una visión única y momentánea, descubrimos el color y su historia, su hora de esplendor y su presente ruina. Y algo en nosotros repite, de una manera instantánea, ese mismo movimiento de caída, de mengua; ello es que ante un color desteñido hallamos en nosotros como una pesadumbre” (Ortega y Gasset[1]).

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“En la ruina, lo selvático y feroz se manifiesta mejor que en el desierto o el bosque virgen, porque se ve cómo las formas inferiores de la naturaleza se vengan de la cultura fracasada. No hay cosa más agria y brutal que el imperio de los yerbajos espinosos en un claustro arruinado” (Ortega y Gasset[2]).

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“Algo es una ruina cuando queda de ello sólo el esfuerzo vital necesario para que la muerte perpetúe su gesto destructor. En las ruinas, quien propiamente vive y pervive es la muerte” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 336.

[2] Ortega y Gasset: “Ideas sobre Pío Baroja”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 94.

[3] Ortega y Gasset: “Azorín: primores de lo vulgar”, en “El Espectador”, Vol. II, O. Co. Tº 2, p. 172.

TEORÍA DEL IMPROPERIO-ORTEGA HABLA DE LAS PALABROTAS



Teniendo en cuenta lo mucho que intentamos librar a nuestros niños de que lleguen a sus oídos las palabrotas, ¿tiene sentido que Ortega diga que un lenguaje lleno de improperios y tacos es una regresión al modo infantil de hablar y de comunicarse? Lo tendría, tendría ese sentido si, como él dice, el niño no tiene apenas ideas que transmitir y, sin embargo, sí está continuamente expresando sus emociones, y esas dos son, precisamente, las funciones que tiene el lenguaje: transmitir ideas y expresar emociones, y es en éstas últimas en donde tienen su papel los improperios. A partir de aquí, Ortega realiza también una indagación sobre la psicología de los pueblos, singularmente los hispanos, en función de la proporción de ingredientes emocionales (y, por tanto, de improperios y palabrotas) que incorporan a su lenguaje en detrimento de los intelectuales.

 

sábado, 27 de mayo de 2023

LA VIDA: UN TRAYECTO HACIA LA LEJANÍA

 

Todo se mueve (cambia). “Todo fluye”, decía Heráclito. Y todo lo que se mueve va hacia otro lugar diferente del que está, recorriendo una distancia. El mundo es un conglomerado de distancias. La lejanía hacia la que todo lo que se mueve va es el lugar del que brotan todas las nostalgias. Una vida es el trayecto hacia una lejanía. Las vidas se diferencian unas de otras por las distintas lejanías escogidas como metas por cada ser viviente, por las variables misiones vitales a que cada cual se adscribe; por el tipo de dificultades escogidas como paisaje vital. “Cada ser –decía Ortegaposee su paisaje propio, en relación con el cual se comporta”[1].

 

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“El auténtico ser de cada hombre no es una realidad que desde luego le constituye, sino una especie de figura imaginaria, de proyecto irreal, de inexistente aspiración que se ve comprometido a realizar –por tanto (…) cada uno de nosotros es propiamente algo que aún no es, que se halla siempre en un futuro problemático: no es un factum, sino un faciendum; no es una cosa, sino una empresa” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Las Atlántidas”, O. C., Tº 3, p. 291.

[2] Ortega y Gasset: “Sobre un Goethe bicentenario”, O. C. Tomo 9, Alianza, Madrid, 1983, p. 558.

CÓMO SE SALE DE UNA CRISIS

 

“Todo renacimiento parece exigir un instante de inmersión en el salvaje inicial que el hombre lleva dentro” (Ortega y Gasset[1]).

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“La vida es por lo pronto un caos donde uno está perdido. El hombre lo sospecha; pero le aterra encontrarse cara a cara con esa terrible realidad, y procura ocultarla con un telón fantasmagórico donde todo está muy claro. Le trae sin cuidado que sus «ideas» no sean verdaderas; las emplea como trincheras para defenderse de su vida, como aspavientos para ahuyentar la realidad. El hombre de cabeza clara es el que se liberta de esas «ideas» fantasmagóricas y mira de frente la vida, y se hace cargo de que todo en ella es problemático, y se siente perdido. Como esto es la pura verdad —a saber, que vivir es sentirse perdido—, el que lo acepta ya ha empezado a encontrarse, ya ha comenzado a descubrir su auténtica realidad, ya está en lo firme. Instintivamente, lo mismo que el náufrago, buscará algo a que agarrarse, y esa mirada trágica, perentoria, absolutamente veraz porque se trata de salvarse, le hará ordenar el caos de su vida. Estas son las únicas ideas verdaderas: las ideas de los náufragos. Lo demás es retórica, postura, íntima farsa. El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente; es decir, no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Ideas sobre Pío Baroja”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 86.

[2] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 254.

lunes, 22 de mayo de 2023

CÓMO CRECER LIMITÁNDOSE

 

“La virtud del niño es el deseo, y su papel, soñar. Pero la virtud del hombre es querer, y su papel hacer, realizar. El imperativo de hacer, de conseguir efectivamente algo, nos fuerza a limitarnos. Y eso, limitarse, es la verdad, la autenticidad de la vida. Por eso toda vida es destino. Si fuese nuestra existencia ilimitada en formas posibles y en duración, no habría destino. ¡Jóvenes, la vida auténtica consiste en la alegre aceptación del inexorable destino, de nuestra incanjeable limitación! Eso es lo que con honda intuición llamaban los místicos hallarse en «estado de gracia». El que de verdad ha aceptado una vez su destino, su limitación, quien les ha dicho «sí», es inconmovible” (Ortega y Gasset[1]).

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“La vida es quehacer y la verdad de la vida, es decir, la vida auténtica de cada cual consistirá en hacer lo que hay que hacer y evitar el hacer cualquier cosa. Para mí un hombre vale en la medida que la serie de sus actos sea necesaria y no caprichosa” (Ortega y Gasset[2]).

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“Toda virtud es a la par una limitación” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “Misión de la Universidad”, O. C. Tº 4, p. 338.

[2] Ortega y Gasset: “Para el ‘Archivo de la Palabra’”, O. C. Tº 4, p. 366.

[3] Ortega y Gasset: “Ideas sobre Pío Baroja”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 98.

sábado, 20 de mayo de 2023

TEORÍA DE LA FELICIDAD DE ORTEGA Y GASSET

¿Consiste la felicidad en la satisfacción de nuestros deseos? Si así fuera, lo tendríamos crudo, porque como dice Ortega: “El hombre es un sistema de deseos imposibles en este mundo[1], Y es que alcanzar la felicidad hubiera sido paralizante, porque ¿qué hacer después de que nuestros deseos estén satisfechos? No parece que la vida sea compatible con ese estado de calma total que sucedería a la ausencia de deseos. Así que habríamos hecho un mal negocio si a cambio de la felicidad tuviéramos que dejar de vivir. Porque, como dice María Zambrano, “toda vida se vive en inquietud”[2]. Así que parece que, si no queremos desistir de alcanzar la felicidad y además seguir viviendo, tenemos que entender que consiste en otra cosa. Veamos en el vídeo en qué pueda consistir.



[1] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, p. 210.

[2] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 84.

martes, 16 de mayo de 2023

POR QUÉ EL ARTISTA NO TRATA (SÓLO) CON COSAS REALES

 

Dalí: “Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire”

El objeto con el que trata el artista no es la realidad, sino otra cosa que la amplía y diversifica: el símbolo. Al reflejar algo real, el artista –el poeta, el narrador, el pintor– ha ascendido hasta la fuente, hasta el porqué de esa realidad, y descubre que de allí manan otras realidades con las que lo reflejado por él se unifica. Entonces, la realidad por él escogida está a la vez reflejando en estado de latencia esas otras realidades con las que comparte sentido. Y así construye un símbolo, es decir, hace arte.

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“El arte no puede consistir nunca en copiar una realidad, si por realidad se entiende lo que se ve, se oye, se toca (…) Lo visto, lo oído, tiene valor meramente por lo que en ello hay de alusión a ese fermentar secreto, a esa latente trayectoria de que lo sensible no es sino un estadio. La realidad no es sólo el arroyo que vemos correr, mas también el manantial subterráneo que no vemos y produce a aquél (…) Lo importante es que el lienzo o la página no nos presenten sólo la máscara de las cosas, su apariencia fugitiva, la mueca insulsa que nos hacen al pasar por delante de nosotros, sino que traigan, por decirlo así, escrita en la frente su genealogía, y de un golpe percibamos su fisonomía y su génesis. Sólo conocemos bien lo que hemos visto nacer. Esta intimidad súbita en que la obra de arte nos pone con las cosas proviene de que nos hace asistir a su generación, de que nos las presenta en lo que llama Leibniz su status nascens (…) Entonces veremos cómo se agrupan y organizan, cómo toman un aire de familia y dirigen profundas miradas a un mismo punto que fue su cuna” (Ortega y Gasset)[1].



[1] Ortega y Gasset: “Azorín: primores de lo vulgar”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 175.

domingo, 14 de mayo de 2023

CÓMO NUESTRA MIRADA PRETENDE SALVAR DEL CAOS A LAS COSAS

 

“Tendemos unas líneas incorpóreas que aquí agregan un poco de forma; allá, en cambio, suprimen y amputan algo de las existentes. Lineas incorpóreas, digo, y esto no es una metáfora. Nuestra conciencia las traza al mirar constantemente donde no las halla corpóreas. Sabido es que no podemos mirar en la noche las estrellas imparcialmente, sino que destacamos unas u otras del encendido eniambre. Destacarlas es ya poner en una relación más intensa ciertas estrellas entre sí; para esto tendemos de una a otra como hilos de una araña sideral. Los puntos incandescentes quedan por ello ligados y constituyendo una forma incorpórea. Este es el origen psicológico de las constelaciones: perpetuamente, cuando la noche pura hace palpitar su azulada tiniebla, los ojos del hombre pagano se levantan y ven que Sagitario dispara, Casiopea se irrita, la Virgen aguarda y Orion opone al Toro su escudo de diamantes. De la propia suerte que el grupo de puntos estelares se organiza en constelación (…) en un mismo movimiento de nuestra conciencia surge la percepción del ser corpóreo y la sospecha de su ideal perfección (…) Cada fisonomía suscita, como en mística fosforescencia, su propio, único, exclusivo ideal (…) Cada cosa al nacer trae su intransferible ideal” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Estética en el tranvía”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p.37. 

sábado, 13 de mayo de 2023

¿TIENE SENTIMIENTOS MORALES EL HOMBRE EXTRAORDINARIO? Ortega pone el ejemplo de Mirabeau

Hoy toca reflexionar sobre un asunto peliagudo. Resulta que Ortega –pero no solo Ortega–, ha constatado que los hombres extraordinarios, específicamente en el área de la política, han sido hombres con una fuerza instintiva, una vitalidad arrolladora. Cumplen, por esta vertiente, el mandato de Nietzsche –digámoslo así– de tener expeditas las fuentes que están a cargo del dios Dionisos, aquellas de las que brotan la energía y la decisión para llevar a cabo grandes empresas. Pero esas fuentes fluyen en un ámbito en el que todavía no está clara la distinción entre el bien y el mal, de modo que aquella vitalidad de los grandes hombres se combina con una amplia gama de comportamientos inmorales. Mirabeau, un político de los grandes, que actuó en los primeros tiempos de la Revolución Francesa, es escogido por Ortega para mostrarnos este tipo de personalidad genial e inmoral a la vez. El mismo Ortega, y Dostoievski como artista invitado, nos ayudarán a reflexionar sobre este apasionante asunto que da a diversas vertientes: la política, la genialidad, la moralidad y la psicología entre otras.

miércoles, 10 de mayo de 2023

LA CIVILIZACIÓN EMPEZÓ PONIENDO LÍMITES A LAS COSAS (Y CORRE PELIGRO DESDE QUE EMPEZAMOS A NO IDENTIFICARLAS)

 

Eduardo Alcoy-"Caos I"

“Es curioso perseguir el desarrollo de la indignación griega contra todo lo infinito. El ápeiron, lo in-definido, lo sin-límites, les saca de quicio.  (…) Por una sublime fidelidad a sus capacidades, que fue el secreto de Grecia, lograron los helenos suprimir de su preocupación cuanto no puede ser fácilmente gobernado con la medida. Metro, proporción, armonía, ley son las palabras que se articulan en todo buen párrafo griego. Por el contrario, el romanticismo es una voluptuosidad de infinitudes, una ansia de integridad ilimitada. Es un quererlo todo y ser incapaz de renunciar a nada. Por esto hay en él siempre confusión e imperfección. Toda obra romántica tiene un aspecto fragmentario. Además, se ve al autor sudar por hacerse dueño de su tema, que es inmenso y turbulento como una fuerza, del cosmos. Si el temperamento romántico no coincide con una genialidad de primer orden, la visión es confusa, vaga, inconcreta. En rigor, no es una visión, sino un ciego palpar no se sabe qué misteriosas realidades” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Leyendo el ‘Adolfo’, libro de amor”, en “El Espectador”, Vol. I O. C. Tº 2, pp.25-26.

lunes, 8 de mayo de 2023

POR QUÉ LOS ESPAÑOLES HABLAMOS TAN ALTO

“Lo que los niños llaman cosas son en realidad las siluetas fugitivas que se van dibujando en sus pasiones. Por esto, los niños dan gritos de avecilla corriendo por el sol de los jardines. ¿A qué más? Gritos inarticulados. La articulación es necesaria a la palabra, a fin de aprisionar el contorno preciso y estable de los conceptos, de las imágenes exactas y complejas; mas para expresar una explosión de alegría o de la amargura donde el motivo, la causa, son informes y sin interés, donde lo importante —la realidad interna— es la conmoción del alma toda, lo subjetivo, basta con un grito. El lenguaje de los niños, y en general el de la pasión, es otra forma extrema del lenguaje, en que la palabra, que aun casi no lo es, expresa un mínimo de idea y un máximo de afectividad. Esto es la interjección, o sea el término técnico de las pasiones (…) Toda palabra tiene, pues, dos polos, dos direcciones. Una de éstas la empuja a expresar puramente una idea; la otra tira de ella hacia atrás y la induce a expresar puramente un estado pasional (…) Los improperios son vocablos complejos usados como interjecciones (…) La abundancia de improperios es el síntoma de la regresión de un vocabulario hacia su infancia (…) Es sabido que no existe pueblo en Europa que posea caudal tan rico de vocablos injuriosos, de juramentos e interjecciones, como el nuestro. Según parece, sólo los napolitanos pueden hacernos alguna concurrencia” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Una primera vista sobre Baroja”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, pp. 106 a 108.

sábado, 6 de mayo de 2023

O SONAMBULAR O FILOSOFAR

 

“El hombre vive habitualmente sumergido en su vida, náufrago de ella, arrastrado instante tras instante por el torrente turbulento de su destino, es decir, que vive en estado de sonambulismo solo interrumpido por momentáneos relámpagos de lucidez en que descubre confusamente la extraña faz que tiene ese hecho de su vivir, como el rayo con su fulguración instantánea nos hace entrever en un abrir y cerrar de ojos, los senos profundos de la nube negra que lo engendró. Tenía razón Calderón (…): por lo pronto la vida es sueño, porque es sueño toda realidad que no se captura a sí misma, que no toma plena posesión de sí misma, que se queda dentro de sí y no logra, a la vez, evadirse de sí misma y estar sobre sí (…) El único intento que el hombre puede hacer para despertar, para acordar y vivir con entera lucidez consiste precisamente en filosofar. De suerte que nuestra vida es, sin remedio, una de estas dos cosas: o sonambulismo o filosofía. Yo lo advierto lealmente antes de empezar: la filosofía no es sueño –la filosofía es insomnio– es un infinito alerta, una voluntad de perpetua mediodía y una exasperada vocación a la vigilia y a la lucidez” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, pp. 302-303.

jueves, 4 de mayo de 2023

DÓNDE HABITA LA VERDAD SEGÚN ORTEGA


 

¿Dónde habita la verdad? En ningún lado, dicen los escépticos radicales de nuestra posmodernidad, alejándose por igual de San Agustín, que decía que habita en nuestro interior, y de los positivistas, que sostenían que donde la verdad habita es en el exterior, en los objetos, que la verdad es objetiva. ¿Cabe alguna otra posición al respecto? Pues sí, todavía cabe la idea de Ortega, para quien la verdad puede buscarse a la vez dentro y fuera. Dice al respecto: “Dijérase que esa circunstancia exterior y esta posibilidad en mí latente poseyeran una previa, radical fraternidad”.

martes, 2 de mayo de 2023

ORTEGA RECONVIERTE SU PESIMISMO EN OPTIMISMO

EL AVE FÉNIX

Escribe Ortega en 1946: “Está en ruinas casi todo, desde las instituciones políticas hasta el Teatro, pasando por todos los demás géneros literarios y todas las demás artes. Está en ruina la pintura —sus escombros son el cubismo—; por ello, los cuadros de Picasso tienen un aspecto de casa en derribo o de rincón del Rastro. Está en ruina la música —el Strawinsky de los últimos años es un ejemplo de detritus musical (…) En fin, está en ruina, en grave ruina, hasta la feminidad” (Ortega y Gasset(1))

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“Los que hemos llegado al medio del camino de la vida (…) pasaremos por horas de amargura individual y colectiva; pero en el fondo de nuestra conciencia hallamos como la seguridad de que, en suma, damos vista a una época mejor. Entrevemos una edad más rica, más compleja, más sana, más noble, más quieta, con más ciencia y más religión y más placer —donde puedan desenvolverse mejor las diferencias personales e infinitas posibilidades de emoción se abran como alamedas donde circular” (Ortega y Gasset[2]).

[1] Ortega y Gasset: “Idea del teatro”, O. c. Tº 7, p. 450.

[2] Ortega y Gasset: “Verdad y perspectiva”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 20.