martes, 16 de mayo de 2023

POR QUÉ EL ARTISTA NO TRATA (SÓLO) CON COSAS REALES

 

Dalí: “Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire”

El objeto con el que trata el artista no es la realidad, sino otra cosa que la amplía y diversifica: el símbolo. Al reflejar algo real, el artista –el poeta, el narrador, el pintor– ha ascendido hasta la fuente, hasta el porqué de esa realidad, y descubre que de allí manan otras realidades con las que lo reflejado por él se unifica. Entonces, la realidad por él escogida está a la vez reflejando en estado de latencia esas otras realidades con las que comparte sentido. Y así construye un símbolo, es decir, hace arte.

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“El arte no puede consistir nunca en copiar una realidad, si por realidad se entiende lo que se ve, se oye, se toca (…) Lo visto, lo oído, tiene valor meramente por lo que en ello hay de alusión a ese fermentar secreto, a esa latente trayectoria de que lo sensible no es sino un estadio. La realidad no es sólo el arroyo que vemos correr, mas también el manantial subterráneo que no vemos y produce a aquél (…) Lo importante es que el lienzo o la página no nos presenten sólo la máscara de las cosas, su apariencia fugitiva, la mueca insulsa que nos hacen al pasar por delante de nosotros, sino que traigan, por decirlo así, escrita en la frente su genealogía, y de un golpe percibamos su fisonomía y su génesis. Sólo conocemos bien lo que hemos visto nacer. Esta intimidad súbita en que la obra de arte nos pone con las cosas proviene de que nos hace asistir a su generación, de que nos las presenta en lo que llama Leibniz su status nascens (…) Entonces veremos cómo se agrupan y organizan, cómo toman un aire de familia y dirigen profundas miradas a un mismo punto que fue su cuna” (Ortega y Gasset)[1].



[1] Ortega y Gasset: “Azorín: primores de lo vulgar”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 175.

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