miércoles, 30 de marzo de 2022

EL HOMBRE: ESE INFELIZ CUYA ASPIRACIÓN MÁXIMA ES LLEGAR A SER FELIZ

 


     “La vida es una faena de realización, que no es una cosa que ya está ahí, sino una tarea, algo que hay que hacer. De ahí mi fórmula conocida: La vida nos es dada, puesto que nos encontramos en ella, sin saber cómo ni por qué; pero eso que nos es dado, la vida, no nos es dado hecho, sino que tenemos que hacérnosla, cada cual la suya. La vida es quehacer. ¡y da mucho quehacer! (…) Pues bien: al esforzarme en ser, al querer ser, lo que busco es ser feliz. Felicidad, esa extraña y nunca bien explicada necesidad fundamental del hombre, consistiría en que lográsemos realizar el programa de vida, el yo que somos. Pero, como la circunstancia nos es negativa, el yo que somos no se realiza nunca suficientemente, el hombre que consiste en tener que ser feliz, al mismo tiempo y siempre es, más o menos, infeliz (…) El animal es el adaptado, pero el hombre es la inadaptación esencial. El hombre es, donde quiera, un extranjero” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, pp. 217-218.


martes, 29 de marzo de 2022

GENIALIDAD Y DESORDEN MENTAL: EL CASO DE JEAN-JACQUES ROUSSEAU


 

    Bertrand Russell llegó a afirmar que “Hitler fue el resultado de Rousseau”. Pero no solo Hitler fue un malhadado epígono de Rousseau: todos los que condujeron su resentimiento a través de ideologías que les prometían alcanzar por medio de la revolución lo que nunca llegarían a alcanzar por sus propios méritos encontraron justificación en las ideas de Juan-Jacobo Rousseau.

viernes, 25 de marzo de 2022

EL ARTE VINO A PROLONGAR EL MUNDO DE LOS SUEÑOS

 

     La creatividad artística nació en el contexto de los hombres primigenios que buscaban alterar sus estados de conciencia, con el objeto de ir a parar al mismo reino en el que brotan los sueños. La mitología, el teatro, el arte en general (esas ramificaciones de los sueños) nacieron llevando la impronta de lo sagrado, porque, a través del trance que en las ceremonias primitivas se alcanzaba, uno se ponía en contacto con la “otra realidad”. Mircea Eliade, el historiador de las religiones probablemente más prestigioso, decía: “Los mitos de muchos pueblos hacen alusión a una época muy lejana en la que los hombres no conocían ni la muerte, ni el trabajo ni el sufrimiento, y tenían al alcance de la mano abundante alimento”[1]. Idea en la que, ya en la modernidad, redunda Calderón de la Barca: “Yo sueño que estoy aquí / destas prisiones cargado, / y soñé que en otro estado / más lisonjero me vi”[2]. Esa era, pues, la vía pre-intelectual de acceso a la realidad deseable en la que uno se liberaba de las insuficiencias de la realidad patente. La imaginación que se ponía en juego de esa manera fue, pues, la fuente de la que nacieron la mitología y el arte. “El pensamiento –dice asimismo Jung matizando esta idea de que la imaginación primigenia irrumpía por vías preintelectuales– tiene para el primitivo carácter visionario y auditivo y por ello carácter de revelación (…) Nos sorprenden las supersticiones del primitivo sencillamente porque en nosotros se ha logrado una amplia asensualización de la imagen psíquica, es decir, hemos aprendido a pensar ‘abstractamente’ ”[3]. Ortega redondea esta reflexión: “El mito (...) ciertamente que no nos proporciona una adaptación intelectual a la realidad (...) Pero, en cambio, suscita en nosotros las corrientes inducidas de los sentimientos que nutren el pulso vital, mantienen a flote nuestro afán de vivir y aumentan la tensión de los más profundos resortes biológicos. El mito es la hormona psíquica”[4].

     Cuando en Grecia apareció la vía intelectual de acceso a una realidad mejor, lo hizo generando ideales a los que referir la realidad concreta.



[1] Mircea Eliade: “El mito del eterno retorno”, Madrid, Alianza, 1979, pág. 87.

[2] Calderón de la Barca: “La vida es sueño”.

[3] Carl Gustav Jung: “Tipos psicológicos”-2 vols., Barcelona, Edhasa, 1971, vol. 1, pp. 47-48.

[4] Ortega y Gasset: “El Quijote en la escuela”, en “El Espectador”, Vol. III, O. C., Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, pág. 295.

miércoles, 23 de marzo de 2022

MATIZANDO SOBRE LOS MODOS DE SALVARNOS DE LA REALIDAD

 



   Por supuesto que detrás de las argumentaciones expuestas a propósito de cómo escapar de este valle de lágrimas hay un respeto escrupuloso a las creencias de las que se habla. Lo que se viene a destacar es que en el trasfondo de todas ellas late la necesidad de redimirnos, de salvarnos de una realidad que sentimos como opresiva, limitadora o insuficiente. En la forma más primigenia de las dos (la que se genera en un estado alterado de conciencia; la otra es la intelectual), en su modo más genuino, se busca la mediación de una instancia que habita en nuestro interior, y que todos tenemos conciencia de que, a menudo, se muestra más lista o más sabia que nosotros mismos (es decir, que lo que conscientemente somos). Una instancia que puede hablar, por ejemplo, a través de los sueños o a través del oráculo o de las apariciones o alucinaciones (¡no siempre es más sabia esta voz!).

    El otro modo de redimirnos de esta realidad patente es el intelectual, que pusieron en marcha nuestros ancestros de la antigua Grecia, y que las religiones han incorporado también a su bagaje (San Agustín era platónico y Santo Tomás aristotélico): a través de ella, nos encaminamos hacia realidades “redentoras” o reparadoras poniendo en nuestros objetivos vitales a los ideales. Gracias a esta nueva manera de relacionarnos con las realidades alternativas, se hizo posible la consideración del futuro y el progreso.


martes, 22 de marzo de 2022

LOS MODOS DE EVADIRSE DE ESTE VALLE DE LÁGRIMAS

 

   A la ensoñación que al hombre primitivo le procuraban los estupefacientes se accedía a través de rituales sagrados, los mismos de los cuales el vino consagrado de la misa cristiana es una reminiscencia. La oración monótona y repetitiva, el hipnótico ritmo regular de un tambor, la privación sensorial, el ayuno... son otros tantos métodos de acceso alucinatorio o pseudoalucintorio a la realidad alternativa que nos permita evadirnos de este valle de lágrimas. Esa ensoñación buscada es, en última instancia, la misma que está en el origen de la literatura (que en un principio fue teatro sacralizado) y el arte en general: la pintura de las cuevas prehistóricas, por ejemplo, no era “arte por el arte”, sino un medio de comunicación con el mundo sagrado (los tótem) que bullía detrás de las paredes de la cueva. El arte, en fin, tiene un origen sagrado, y está vinculado en ese origen con las ensoñaciones a las que se accedía a través de los estupefacientes y el resto de los métodos de estimulación de la fantasía.

      El caso es que tanto esa embriaguez litúrgica como la razón son, las dos, modos de escapar de la realidad patente. La razón lo hace creando conceptos, que son formas ideales que vienen a sustituir a las (comparadas con esos ideales) deficientes cosas concretas. Todo concepto es una exageración, una ampliación de las cosas concretas en la dirección de su ideal: Platón imaginó un ámbito extramundano en el que hacer residir esas “ideas” o ideales, de los cuales las cosas de la realidad patente eran meras imitaciones. La razón, pues, genera ideales(formas perfectas), esas exageraciones que habitan más allá del mundo tangible; redondea, completa, perfecciona imaginariamente las cosas concretas que habitan en el mundo que nos rodea, y nos empuja en la dirección de esos ideales creados por ella. Es decir, que la razón no es tanto un medio de acceso a la realidad tangible, como (de forma en alguna medida asimilable a la embriaguez) una manera de escapar de esta hacia la realidad ideal.

lunes, 21 de marzo de 2022

LA EMBRIAGUEZ Y LA RAZÓN: LOS DOS MÉTODOS QUE EL HOMBRE HA USADO PARA ACCEDER A UN MUNDO LLEVADERO

     SEGÚN EL PRIMER MÉTODO, EL HOMBRE SE ALEJA DE LA INSATISFACTORIA REALIDAD PATENTE CREANDO OTRA FANTASEADA EN LA QUE HABITAR. EL OTRO MÉTODO, EL INTELECTUAL, PERMITE LA CREACIÓN DE IDEAS, DE IDEALES, QUE SIRVAN DE REFERENCIA PARA ACCEDER A LA REALIDAD A LA QUE SE ASPIRA

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  “La mentalidad primitiva que aún perdura en la mayoría de los habitantes de los pueblos civilizados creía (…) que es el ensueño, la embriaguez, el delirio y el trance quienes nos hacen presente la verdadera realidad (…) El hombre primitivo ha preferido siempre al método intelectual (que surgió en Grecia hace 2.500 años) este otro que podemos llamar fantastical o visionario. Por eso desarrolló las técnicas delirantes para obtener el sueño vivaz, la embriaguez y el trance. Esto explica el sorprendente hecho de que entre los inventos más antiguos de la humanidad se halle el descubrimiento de los estupefacientes(…) Es curioso que el hombre de quien se dice que es el animal racional, lo primero en que empleó su razón fue en procurar perderla –lo cual, como es excesivo, nos hace sospechar que el hombre no comenzó por ser racional y no está tan claro como se supone que lo sea todavía (…) El hombre primitivo como el de luego y el de siempre se afana en abrir boquetes en el telón falaz que es este mundo, en distender alguno de sus poros para intentar ver a su través lo que hay detrás –por tanto, para ver un mundo al que es esencial ser otro que este. Y he aquí (…) el hombre viviendo a la vez en dos mundos –el patente que no basta y el latente que se busca– el mundo y el trasmundo. La disputa multimilenaria versa sobre qué método es el más seguro para hacer el viaje del mundo al trasmundo. Los visionarios dicen que es el delirio –los intelectuales dicen que es la razón o inteligencia” (Ortega y Gasset[1]).


[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, pp. 263 a 266.


sábado, 19 de marzo de 2022

EL INFINITO: UN CONCEPTO LIBERADOR EN EL RENACIMIENTO Y UN LASTRE EN LA POSMODERNIDAD

 



     Frente al mundo acotado, reglado y finito de la Edad Media, el Renacimiento supuso la irrupción de una nueva forma de mirar: la que se dirigía hacia el horizonte lejano, y aún más, la que permitía la aparición de un nuevo concepto: el del infinito. Se rompieron de esta manera los moldes establecidos y restrictivos, apareció la libertad. El mundo se ampliaba por todas sus vertientes… Pero hoy empieza a pesar esa falta de referencias, esa disolución de todo lo que puede permitir sostener alguna clase de identidad. Y de ello nos avisa el visionario Ortega y Gasset. El infinito ha llegado a su punto de saturación y se anuncia un nuevo cambio histórico que vendrá a corregir lo que ha venido sirviendo de sustrato cultural a Occidente desde el Renacimiento hasta aquí.

jueves, 17 de marzo de 2022

CÓMO FUNCIONA LA INTELIGENCIA

 


“El inteligente no está nunca seguro de serlo, ni de poder contar con esa inteligencia que impropiamente se dice suya (…) La idea feliz aparece de súbito en la claridad de nuestra mente, como el pájaro despavorido se entra en primavera por nuestra ventana. Por eso el hombre inteligente, lejos de sentir seguridad en sus ocurrencias se ve siempre rodeado por la amenaza innumerable de las asneiras o tonterías que se le pueden ocurrir, y esto –precisamente esto– el sentirse en perpetuo peligro de ser estúpido es lo inteligente en el inteligente, lo que le hace vivir en ese incesante y agudo alerta que le permite evitar las necedades, sortearlas, de suerte que avanza entre las probables asneiras, como el ciclista de circo corre en su bicicleta sorteando garrafas para evitar derribarlas. El parvo o necio, en cambio es el hombre seguro de sí, que no prevé su eventual estolidez y por lo mismo se sumerge a fondo y sin reservas en el océano de las necedades (…) (En el) intelectual (…) su inteligencia (…) no es suya, es un suceso incontrolable, de que no se siente autor ni responsable, algo que él ni tiene ni por sí hace, sino que en él acontece y en él pasa, como le pasa a la pobre tierra dar en el estío el oro cereal de sus cosechas, como en el vientre de la nube negra figura de pronto el rayo” (Ortega y Gasset[1]).


[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, pp. 243-244.


miércoles, 9 de marzo de 2022

LO QUE CUESTA LLEGAR A UNA META INALCANZABLE

 


    “Cuando la piedra empieza a existir, existe ya todo lo que constituye el ser o esencia o consistencia de la piedra. La piedra, pues, no existe nunca como mera aspiración de llegar a ser piedra, sino que es completamente piedra tan pronto como empieza a existir. Lo que del hombre, en cambio, existe ahora es tener que ser tal o cual luego. Cada uno de ustedes es el que tiene que escuchar mi próxima palabra; y esto porque mañana tiene que hacer tal otra cosa, y así sucesivamente en vista de todo el programa de su vida, de la figura de ser humano que ha resuelto y trazado ser. De modo que el hombre comienza por ser “el que aún no es como tal”. Es la existencia de una inexistencia” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 215.


La depresión y los trastornos psíquicos en general: su razón de ser-Segunda parte.

 


Los trastornos psíquicos vendrían a resultar de una especie de fracaso mayor o menor en la tarea en que consiste la vida: conducirnos desde la insignificancia con la que vinimos al mundo hasta el logro de una vida significativa, lo cual sería el objetivo hacia el que se habría de enfocar un sano proyecto de vida. Y puesto que esa tarea ha de discurrir hacia el futuro, es precisamente en la distorsión en el trato con esa dimensión temporal en donde se muestra de forma clara la existencia de un trastorno.

domingo, 6 de marzo de 2022

POR QUÉ HEMOS DE ESTAR AGRADECIDOS A NUESTROS DEFECTOS

 


Resumamos el último vídeo de mi canal y mi anterior publicación: gracias a nuestras insuficiencias, debilidades, vulnerabilidad, insignificancia… despertamos en nosotros el resorte que nos lleva a contrarrestarlas; gracias a que todo eso nos duele, nos apremia la necesidad de superarlo. ¿Cuál es, en última instancia, ese resorte que nos pone en marcha? Ortega lo dice así: “La vida es en (el hombre) –a diferencia de lo que es en el animal– un instinto frenético hacia lo óptimo”[1]. No, por tanto, primariamente al menos, hacia competir con el prójimo, sino contra uno mismo para ser mejor. Y viene a confirmar Ortega que esa propensión hacia lo mejor de nosotros mismos enraíza en nuestras deficiencias cuando dice: “En vez de derramar llanto sobre nuestras limitaciones, debemos utilizarlas como saltos de agua para nuestro beneficio. La cultura ha sido siempre aprovechamiento de inconvenientes[2]. O como dice Nietzsche: “El hombre necesita para sus mejores cosas de lo peor que hay en él”[3]. En suma, se trata de aprovechar incluso nuestros sufrimientos… aunque no por sí mismos, como parecería que recomiendan algunos santos, sino como plataformas (o “saltos de agua”) para elevarse por encima de ellos. Eso nos permitiría entender esto otro que también dice Carl Gustav Jung: “Cuando se ayuda a un hombre a librarse de sus complejos se le está privando de su fuente de ayuda más valiosa. Sólo puede ayudársele a percibirlos suficientemente y a hacer que surja en él un conflicto consciente. De ese modo el complejo se convierte en foco de la vida”[4].


[1] Ortega y Gasset: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº IV, Madrid, Alianza, 1983, p. 522

[2] Ortega y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, p. 231.

[3] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, p. 301

[4] Carl G. Jung: “La lucha con la sombra”, en “Civilización en transición”, Obra Completa, vol. 10, Madrid, Trotta, 2001, p. 216


sábado, 5 de marzo de 2022

LA VIDA, O CÓMO CONVERTIR LA ANGUSTIA EN ESFUERZO DEPORTIVO

 


    “La vida es pena, continuado penar (…) (Pero) es evidente que, si la vida fuese solo eso, al llegar a ella la abandonaríamos (…) Si sigue el hombre en la vida, es que acepta ese defecto, desventura, infelicidad y absoluto riesgo que es. Y si lo acepta… ¡Ah!... Entonces convierte el defecto y la desventura en tarea entusiasta; es decir: en aventura y empresa. De tal suerte, que en mi doctrina de la vida transparece la unión indisoluble –nada contradictoria, sino al revés– la mutua necesidad de venir a síntesis las dos grandes verdades sobre la vida humana: la cristiana, para quien “vivir” es estar en un valle de lágrimas; y la pagana, que convierte ese valle de lágrimas en un stádion para el ejercicio deportivo.

“¿La vida como angustia, señor Heidegger? ¡Muy bien! Pero… además: la vida como empresa”(Ortega y Gasset[ 1]).



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, pp. 218-219.