Resumamos
el último vídeo de mi canal y mi anterior publicación: gracias a nuestras
insuficiencias, debilidades, vulnerabilidad, insignificancia… despertamos en
nosotros el resorte que nos lleva a contrarrestarlas; gracias a que todo eso
nos duele, nos apremia la necesidad de superarlo. ¿Cuál es, en última instancia,
ese resorte que nos pone en marcha? Ortega lo dice así: “La vida es en (el hombre)
–a diferencia de lo que es en el animal– un instinto frenético hacia lo óptimo”[1]. No, por tanto, primariamente al menos, hacia
competir con el prójimo, sino contra uno mismo para ser mejor. Y viene a
confirmar Ortega que esa propensión hacia lo mejor de nosotros mismos enraíza
en nuestras deficiencias cuando dice: “En vez de derramar llanto sobre nuestras
limitaciones, debemos utilizarlas como saltos de agua para nuestro beneficio.
La cultura ha sido siempre aprovechamiento de inconvenientes”[2].
O como dice Nietzsche: “El hombre necesita para
sus mejores cosas de lo peor que hay en él”[3]. En suma, se trata de
aprovechar incluso nuestros sufrimientos… aunque no por sí mismos, como
parecería que recomiendan algunos santos, sino como plataformas (o “saltos de
agua”) para elevarse por encima de ellos. Eso nos permitiría entender esto otro
que también dice Carl Gustav Jung: “Cuando se ayuda a un hombre a
librarse de sus complejos se le está privando de su fuente de ayuda más
valiosa. Sólo puede ayudársele a percibirlos suficientemente y a hacer que
surja en él un conflicto consciente. De ese modo el complejo se convierte en
foco de la vida”[4].
[1]
Ortega y Gasset: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”,
O. C. Tº IV, Madrid, Alianza, 1983, p. 522
[2] Ortega
y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, p. 231.
[3] Friedrich
Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, p. 301
[4] Carl
G. Jung: “La lucha con la sombra”, en “Civilización en transición”, Obra
Completa, vol. 10, Madrid, Trotta, 2001, p. 216
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