“La vida es una faena de realización, que no es una cosa que ya está
ahí, sino una tarea, algo que hay que hacer. De ahí mi fórmula conocida: La
vida nos es dada, puesto que nos encontramos en ella, sin saber cómo ni por
qué; pero eso que nos es dado, la vida, no nos es dado hecho, sino que tenemos
que hacérnosla, cada cual la suya. La vida es quehacer. ¡y da mucho quehacer!
(…) Pues bien: al esforzarme en ser, al querer ser, lo que busco es ser
feliz. Felicidad, esa extraña y nunca bien explicada necesidad fundamental del hombre,
consistiría en que lográsemos realizar el programa de vida, el yo que somos. Pero, como la circunstancia nos
es negativa, el yo que somos no se
realiza nunca suficientemente, el hombre que consiste en tener que ser feliz,
al mismo tiempo y siempre es, más o menos, infeliz (…) El animal es el adaptado,
pero el hombre es la inadaptación
esencial. El hombre es, donde quiera, un extranjero” (Ortega y Gasset[1]).
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