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miércoles, 13 de marzo de 2024

LA ALTURA HACIA LA QUE TRANSITAMOS

“El progreso aparece así en la existencia como avanzando de lo imperfecto a lo más perfecto; pero lo imperfecto no debe concebirse en la abstracción, como meramente imperfecto, sino como algo que lleva en sí, en forma de germen, de impulso, su contrario, o sea, eso que llamamos lo perfecto” (G. W. F. Hegel[1])

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“La perfectibilidad es realmente algo casi tan indeterminado como la variabilidad en general. Carece de fin y de término. Lo mejor, lo más perfecto a que debe encaminarse es algo enteramente indeterminado” (G. W. F. Hegel[2])

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“El hombre selecto o excelente está constituido por una íntima necesidad de apelar de sí mismo a una norma más allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone (…) Contra lo que suele creerse, es la criatura de selección, y no la masa, quien vive en esencial servidumbre. No le sabe su vida si no la hace consistir en servicio a algo trascendente (…) La nobleza se define por la exigencia, por las obligaciones, no por los derechos. Noblesse oblige” (Ortega y Gasset[3])



[1] G. W. F. Hegel: “Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal”, Madrid, Alianza, 1982, pág. 133

[2] G. W. F. Hegel: “Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal”, Madrid, Alianza, 1982, pág. 127

[3] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, pp. 181-182.

 

viernes, 6 de octubre de 2023

QUEDA DESVELADA LA META DE LA VIDA

 

“Todo querer es constitutivamente un querer hacer lo mejor que en cada situación puede hacerse, una aceptación de la norma objetiva del bien. Unos pensarán que esta norma objetiva de la voluntad, este bien sumo, es el servicio de Dios; otros supondrán que lo óptimo consiste en un cuidadoso egoísmo o, por el contrario, en el máximo beneficio del mayor número de semejantes. Pero, con uno u otro contenido, cuando se quiere algo, se quiere por creerlo lo mejor, y sólo estamos satisfechos con nosotros mismos, sólo hemos querido plenamente y sin reservas, cuando nos parece habernos adaptado a una norma de la voluntad que existe independientemente de nosotros, más allá de nuestra individualidad” (Ortega y Gasset[1]).

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“Tácita o paladinamente, la vida de cada ser es un ensayo de apoteosis. De lo que en nosotros hayamos mejor, quisiéramos hacer lo óptimo del universo” (Ortega y Gasset[2]).

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“Esta capacidad de entusiasmarse con lo óptimo, de dejarse arrebatar por una perfección transeúnte de ser dócil a un arquetipo o forma ejemplar, es la función psíquica que el hombre añade al animal y que dota de progresividad a nuestra especie frente a la estabilidad relativa de los demás seres vivos” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “El tema de nuestro tiempo”, O. C. Tº 3, p. 165. 

[2] Ortega y Gasset: “Kant. Reflexiones de un centenario”, O. C. vol. 4, Madrid, Alianza, 1983, pág. 42.

[3] Ortega y Gasset: “España invertebrada”, O. C. Tº 3, pp. 103-104.

sábado, 12 de agosto de 2023

LA DIFICULTAD DE SABER A DÓNDE VAMOS

 

“Todos los hombres de buena casta sienten, conforme aumenta su cultura, que necesitan representar en el mundo doble papel, uno real y otro ideal (…) Cuál sea y en qué consista el real que nos es atribuido, lo experimentamos con sobrada claridad. En cambio, es muy raro que lleguemos a estar en claro por lo que hace al segundo” (Ortega y Gasset[1]).

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“El destino real (…) resulta de la deformación a que el mundo nos obliga ‘con su influjo siempre perturbador’, que nos desorienta con respecto a nuestro verdadero destino” (Ortega y Gasset[2]).

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“El hombre no reconoce su yo, su vocación singularísima, sino por el gusto o el disgusto que en cada situación siente” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, Alianza, Madrid, 1983, pág. 405

[2] Ortega y Gasset “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, Alianza, Madrid, 1983, pág. 406.

[3] Ortega y Gasset “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, Alianza, Madrid, 1983, pp. 406-407.

martes, 25 de julio de 2023

ORTEGA Y EL EXISTENCIALISMO

 

Hay una contraposición esencial entre los existencialistas y Ortega. Heidegger dice que el hombre es un “ser para la muerte”, que ese es, pues, el fatal destino de todo lo que hacemos. Consecuente con ello, Sartre y Camus vienen a concluir que la vida comienza al otro lado de la desesperación; en suma, que no hay nada que esperar… salvo la muerte; todo lo demás es provisional y con esa fecha de caducidad, si no antes.

Sin embargo, y en sentido contrario, Ortega pregunta: “¿Es posible –literal y formalmente– un humano vivir que no sea un esperar? ¿No es la función primaria y más esencial de la vida la expectativa y su más visceral órgano la esperanza?”[1]. Y asimismo, su discípula María Zambrano decía: “La esperanza es la substancia de nuestra vida, su último fondo; por ella somos hijos de nuestros sueños, de lo que no vemos ni podemos comprobar”[2]. Es decir, que suprimir la esperanza, como proponen los existencialistas, equivale, según Ortega y Zambrano, a suprimir la vida, que existiría en la medida en que transcurrimos hacia alguna meta… alguna meta diferente de la muerte, claro. No sólo es cuestión de filosofías, Ortega y Zambrano vienen a decir que es algo incrustado en el organismo humano: existe la vida, pues, en la medida en que hay un trayecto que recorrer hacia alguna meta que mejora lo que hay (vamos de lo peor hacia lo mejor, claro; si no, faltaría el estímulo para ir hacia ello… para vivir). La esperanza es no sólo un estado de ánimo, sino una condición biológica. Y la desesperación que, con unos u otros matices, los existencialistas proponen es una forma de anticipar la muerte.



[1] Ortega y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, Madrid, Alianza, 1983, pág. 112.

[2] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, pág. 94.

miércoles, 7 de junio de 2023

LA FUERZA VITAL NOS PONE EN MARCHA, PERO HAY QUE DESCUBRIR A DÓNDE IR


No estaba decidido, concluido, prefijado lo que iba a ser el Universo ya desde su origen, sino que el horizonte de la Creación estaba abierto, iba a discurrir por un camino que, como decía Machado, “se hace al andar”. Cuando nacemos (cuando se produjo nuestro Big Bang personal) venimos al mundo con unas predisposiciones que determinan un cierto cauce a través del que habremos de manifestarnos (los genes, los instintos, las capacidades y las limitaciones que supone nuestra forma física…), pero nuestra vida no estará determinada, sino sólo orientada hacia el futuro, en el que nos abriremos paso elección a elección, es decir, libremente, explorando, tratando de establecer objetivos, finalidades que no estaban prescritos (no somos mera respuesta a una idea que estuviera ahí dese siempre). El Universo, nuestra vida van haciéndose, descubriéndose camino adelante. 

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“Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta. La meta no es mi caminar, no es mi vida; es algo a que pongo ésta y que por lo mismo está fuera de ella, más allá. Si me resuelvo a andar sólo por dentro de mi vida, egoístamente, no avanzo, no voy a ninguna parte; doy vueltas y revueltas en un mismo lugar. Esto es el laberinto, un camino que no lleva a nada, que se pierde en sí mismo, de puro no ser más que caminar por dentro de sí” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 243.

domingo, 12 de marzo de 2023

VIVIR ES TRATAR DE ENCONTRAR UNA SALIDA AL CAOS


“La vida es por lo pronto un caos donde uno está perdido. El hombre lo sospecha; pero le aterra encontrarse cara a cara con esa terrible realidad, y procura ocultarla con un telón fantasmagórico donde todo está muy claro. Le trae sin cuidado que sus «ideas» no sean verdaderas; las emplea como trincheras para defenderse de su vida, como aspavientos para ahuyentar la realidad” (Ortega y Gasset[1]).

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“La vida es un caos, una selva salvaje, una confusión. El hombre se pierde en ella. Pero su mente reacciona ante esa sensación de naufragio y perdimiento: trabaja por encontrar en la selva «vías», «caminos»; es decir: ideas claras y firmes sobre el Universo, convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo. El conjunto, el sistema de ellas, es la cultura en el sentido verdadero de la palabra; todo lo contrario, pues, que ornamento. Cultura es lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 254.

[2] Ortega y Gasset: “Misión de la Universidad”, O. C. Tº 4, p. 321.

domingo, 15 de enero de 2023

LO CERCANO SOLO TIENE SENTIDO A LA LUZ DE LA LEJANÍA HACIA LA QUE APUNTA

 

“Lo próximo, el objeto que vemos en nuestra inmediatez, se nos presenta desde luego destacando sobre un fondo de otras cosas más distantes; esto es, sobre el fondo de un horizonte” (Ortega y Gasset[1]).

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“Sólo tras de haberse señalado un fin lejano aparecen las finalidades inmediatas. Esa lejana luz es claridad que recae sobre las circunstancias inmediatas y las ordena, las hace cobrar sentido” (María Zambrano[2]).

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“El conocimiento de cualquier género de realidad que sea requiere su horizonte adecuado (…) Y cuando no lo hay, sucede que se vive, en lo que hace a esa realidad, como en sueños” (María Zambrano[3]).

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“Si este horizonte cayera destruido de repente nos encontraríamos que lo que estábamos mirando en este momento, por insignificante que fuese, se convertiría en algo terrible, en algo que no nos permitiría ni movernos; seríamos presa del terror de su presencia” (María Zambrano[4]).

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“El conocimiento de las cosas de la vida, a diferencia del conocimiento de ‘las cosas de la naturaleza’ es posible solamente en un horizonte en el cual el tiempo se descubre dejándolas visibles” (María Zambrano[5]).



[1] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”. O. C. Tº 9, Madrid, Alianza, 1983, pp. 17-18

[2] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, pág. 44.

[3] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, pág. 78.

[4] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, pág. 78.

[5] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, pág. 79.

viernes, 13 de enero de 2023

EL SENTIDO DEL UNIVERSO LO MARCA EL TRAYECTO QUE DISCURRE ENTRE LO PEOR Y LO MEJOR

 



“Lo que da a una actividad el carácter de humano hacer es, pues, nuestra voluntad o querer ejercitarla. Ahora bien, nuestro querer consiste siempre en querer algo, pero además, en quererlo por algo y para algo (…) El por qué queremos algo se llama el motivo de nuestro querer, (lo que) nos mueve a querer. El para qué nos movemos es la finalidad o fin (…) El por qué hacemos algo hay que buscarlo siempre en una situación en que nos encontramos, a la cual reaccionamos queriendo otra mejor y para obtener esa otra situación que ambicionamos, para hacerla, nos resolvemos a ejercer una actividad, a ejecutar una acción. Todo hacer humano es ininteligible si no procuramos descubrir y representarnos la ‘situación’ que lo ha provocado. ¡Quién sabe, quién sabe si en el por qué y el para qué del hacer humano se esconde la clave de un problema acaso el más fundamental de todos! (…) el hecho absoluto y misterioso de que en el universo exista eso que llamamos sentido, nous –lo inteligible como tal, lo que da ocasión a que entendamos o no entendamos (…) Abismático problema (…) Los haceres humanos posibles son infinitos y más o menos diferentes. Sin embargo (…) los elementos constantes son: ejecutar una actividad –el por y el para del hacer”[1].



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C, Tº 12, pp. 280-281.

lunes, 26 de diciembre de 2022

MÁS ACTIVIDADES INÚTILES PERO IMPRESCINDIBLES

 

“Yo creo que la gente en todos los aspectos prácticos de la vida debería recordar que para vivir una vida equilibrada necesitan también goces no prácticos” (Hans Selye[1]).

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“La apreciación del arte, la admiración de la naturaleza (tienen una) ventaja sobre los simples placeres de la carne: su crepúsculo dura más tiempo (…) La mayoría de los simples placeres de la carne tienden a enranciarse a medida que pasa el tiempo, pero estas satisfacciones más complejas de la mente llegan a ser cada vez más generosas a medida que son cultivadas” (Hans Selye[2]).



[1] Hans Selye: “La tensión en la vida (el stress)”, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1960, p. 299.

[2] Hans Selye: “La tensión en la vida (el stress)”, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1960, p. 300.

lunes, 12 de diciembre de 2022

QUÉ SIGNIFICA “YO QUIERO”


 

El mundo interior es para Ortega un dinamismo que atraviesa varios niveles escalonados que constituyen el trayecto que va desde el más informe y profundo estrato de nuestra intimidad hasta el que sirve de frontera con el mundo exterior, acogido ya a las formas y propuestas que este permite. Al que marca el punto inicial de salida de ese dinamismo lo llama alma corporal, y aún más específicamente, vitalidad: “Cada uno de nosotros es ante todo una fuerza vital: mayor o menor, rebosante o deficiente, sana o enferma. El resto de nuestro carácter dependerá de lo que sea nuestra vitalidad”[1]. En la dirección que va desde la vitalidad, esa fuerza que emana de nuestra intimidad, hacia el mundo exterior, el siguiente estrato de nuestra vida psíquica es el alma: “Es la región de los sentimientos y emociones, de los deseos, de los impulsos y apetitos”[2]. Pero no es a esta parte de nosotros a lo que todavía podamos llamar “yo”. Por el contrario, se trata de fluencias que se nos imponen, emociones que sufrimos pero que emanan de algo profundo y no sometido a nuestro control, y deseos que nos vapulean, que nos hacen brincar de un objeto a otro de manera centrífuga y todavía sin nuestra consciente colaboración. Cuando de uno de esos deseos que trascienden de los objetos, que nacen en nosotros pero que no somos nosotros, se apropia, por fin, nuestra voluntad, o cuando asimismo esta pasa a controlar la manifestación o no de una de aquellas emociones en el mundo exterior, es cuando podemos decir que ha aparecido el último estrato de nuestra vida psíquica: el yo, el espíritu. “Llamo espíritu al conjunto de los actos íntimos de que cada cual se siente verdadero autor y protagonista. El ejemplo más claro es la voluntad. Ese hecho interno que expresamos con la frase ‘yo quiero’, ese resolver y decidir, nos aparece como emanando de un punto céntrico en nosotros, que es lo que estrictamente debe llamarse ‘yo’”[3]. O sea, mi espíritu, que soy yo, superponiéndose a mi alma, que son mis deseos, mis inclinaciones.



[1] O y G: “Vitalidad, alma, espíritu”, “El Espectador” Vol. V, O. C. Tº 2, p. 456.

[2] O y G: “Vitalidad, alma, espíritu”, “El Espectador” Vol. V, O. C. Tº 2, p. 462.

[3] O y G: “Vitalidad, alma, espíritu”, “El Espectador” Vol. V, O. C. Tº 2, p. 461.

martes, 8 de noviembre de 2022

NUESTROS LOGROS SON ETAPAS EN EL CAMINO HACIA LO QUE AÚN NOS FALTA

 

“Sólo tras de haberse señalado un fin lejano aparecen las finalidades inmediatas. Esa lejana luz es claridad que recae sobre las circunstancias inmediatas y las ordena, las hace cobrar sentido” (María Zambrano[1]).

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“Lo próximo, el objeto que vemos en nuestra inmediatez, se nos presenta desde luego destacando sobre un fondo de otras cosas más distantes; esto es, sobre el fondo de un horizonte” (Ortega y Gasset[2]).

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“El auténtico ser de cada hombre no es una realidad que desde luego le constituye, sino una especie de figura imaginaria, de proyecto irreal, de inexistente aspiración que se ve comprometido a realizar –por tanto (…) cada uno de nosotros es propiamente algo que aún no es, que se halla siempre en un futuro problemático: no es un factum, sino un faciendum; no es una cosa, sino una empresa” (Ortega y Gasset[3]).

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“El yo está volado sobre el porvenir, va delante de todo lo que ya es, delante, pues, de nuestro presente, del cual constantemente se dispara hacia lo que aún no es. De suerte que el modo de estar en el presente nuestro yo es un constante estar viniendo a él desde el futuro” (Ortega y Gasset[4]).



[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 44.

[2] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”. O. C., Tº 9, pp. 17-18.

[3] Ortega y Gasset: “Sobre un Goethe bicentenario”, O. C. Tº 9, p. 558.

[4] Ortega y Gasset: “Goya”, O. C. Tº 7, p. 551.

domingo, 4 de septiembre de 2022

LAS COSAS TIENEN SENTIDO CUANDO SON ALGO MÁS QUE LO QUE SON

 

     “Hay distancias, luces e inclinaciones, desde las cuales el material sensitivo de las cosas reduce a un mínimo la esfera de nuestras interpretaciones (…) La cosa inerte y áspera escupe de sí cuantos ‘sentidos’ queramos darle (…) He ahí lo que llamamos realismo: traer las cosas a una distancia, ponerlas bajo una luz, inclinarlas de modo que se acentúe la vertiente de ellas que baja hacia la pura materialidad” (Ortega y Gasset[1]).

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      “Caminando (…) con Don Quijote y Sancho, venimos a la comprensión de que las cosas tienen dos vertientes. Es una el ‘sentido’ de las cosas, su significación, lo que son cuando se las interpreta. Es otra la ‘materialidad’ de las cosas, su positiva sustancia, lo que las constituye antes y por encima de toda interpretación (…) Estos molinos tienen un sentido: como ‘sentido’ estos molinos son gigantes. Verdad es que Don Quijote no anda en su juicio (…) Bien que estos gigantes no lo sean, pero (…) ¿de dónde ha sacado el hombre los gigantes? Porque ni los hubo ni los hay en realidad (…) Siempre se trataría de una cosa que no era un gigante, pero que mirada desde su vertiente ideal tendía a hacerse gigante (…) Si obedecemos al impulso de esa alusión y nos dejamos ir según la curva allí anunciada, llegaremos al gigante” (Ortega y Gasset[2]).

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“Nada es solamente lo que es” (María Zambrano (3)).

[1] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1º, p. 386.

[2] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1º, p. 385.

(3) María Zambrano: “Notas de un método”, Madrid, Mondadori, 1989, pág. 119.

martes, 2 de agosto de 2022

LA VIDA ES UN PROCESO QUE TRANSCURRE DE MENOS A MÁS

 

   “La vida del hombre comienza siempre con un sentimiento de inferioridad más o menos profundo. Este sentimiento es la fuerza impulsora de la que parten todos los afanes del niño, y que le impone una meta u objetivo del que espera toda seguridad y tranquilidad para el futuro, obligándole a emprender la trayectoria que le parezca más adecuada para su logro” (Alfred Adler[1]).

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    “Todo lo que somos positivamente lo somos gracias a alguna limitación. Y este ser limitados, este ser mancos, es lo que se llama destino, vida. Lo que nos falta y nos oprime es lo que nos constituye y nos sostiene.” (Ortega y Gasset[2]).

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     “Todos estamos anhelando alcanzar un objetivo en el futuro mediante cuyos logros nos sentiremos fuertes, superiores y completos (…) Como quiera que se la llame, siempre encontraremos en los seres humanos esta gran línea de actividad: la lucha por ascender de una posición inferior a una posición superior, de la derrota a la victoria, del abajo al arriba. Comienza en nuestra primera niñez; continúa hasta el final de nuestra vida” (Alfred Adler[3]).

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    “El hombre es, tenga de ello ganas o no, un ser constitutivamente forzado a buscar una instancia superior. Si logra por sí mismo encontrarla, es que es un hombre excelente; si no, es que es un hombre-masa y necesita recibirla de aquél” (Ortega y Gasset[4]).



[1] Alfred Adler: “Conocimiento del hombre”, Madrid, Espasa Calpe, 1975, p. 65.

[2] Ortega y Gasset: “Vicisitudes en las ciencias”, O. C. Tº 4, p. 68.

[3] Alfred Adler: “El sentido de la vida”, Madrid, Espasa Calpe, 1975, p.160.

[4] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 117.

lunes, 25 de julio de 2022

“NADA ES SOLAMENTE LO QUE ES” (María Zambrano)

 

Edward Hopper-“Mañana en Cape Cod”

     “El futuro no existe sino en el presente, porque existir y ser presente son lo mismo. Pero lo que existe como futuro es, precisamente, lo aún inexistente. De ese futuro solo existe ahora “nuestro esperarlo” y “nuestro temerlo”. Y como el hombre es, ante todo, futurición, es, ante todo, un enjambre de esperanzas y temores” (Ortega y Gasset[1]).

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     “Vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser. ¿No perciben ustedes la fabulosa paradoja que esto encierra? ¡Un ser que consiste, más que en lo que es, en lo que va a ser; por tanto, en lo que aún no es! Pues esta esencial, abismática paradoja es nuestra vida. Yo no tengo la culpa de ello. Así es en rigorosa verdad (…) Y ahora me basta con sacar la inmediata consecuencia de todo esto: si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a ser, quiere decirse que en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo temporal: decidir lo que vamos a ser —por tanto, el futuro. Y, sin parar, recibimos ahora, una tras otra, toda una fértil cosecha de averiguaciones. Primera: que nuestra vida es ante todo toparse con el futuro. He aquí otra paradoja. No es el presente o el pasado lo primero que vivimos, no; la vida es una actividad que se ejecuta hacia adelante, y el presente o el pasado se descubre después, en relación con ese futuro. La vida es futurición, es lo que aún no es” (Ortega y Gasset)[2].



(0) María Zambrano: “Notas de un método”, Madrid, Mondadori, 1989, pág. 119

[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 215.

[2] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 419-420.

sábado, 16 de julio de 2022

ESE ENTE SEMIDESCONOCIDO QUE LLAMAMOS “YO”

 


     A propósito de los ingredientes de los que estamos hechos, dice Ortega: “Podemos reducir los componentes de toda vida humana a tres grandes factores: vocación, circunstancia y azar”[1]. Para llevar adelante esa vocación a través de las dificultades, limitaciones y también propuestas que imponen la circunstancia y el azar, montamos nuestro proyecto de vida. “Yo” (el segundo “yo” de la proposición “yo soy yo y mi circunstancia”) soy el que lleva adelante ese proyecto de vida. “No es el yo –dice Ortegani una cosa material ni una cosa espiritual. No es cosa ninguna, sino una tarea, un proyecto de existencia”[2]. Nuestro yo no nos está esperando como realizado al final de nuestras aspiraciones, de nuestras metas. Somos mientras vamos siendo, camino del que hemos de ser. “Cada cual –dice Ortegaes el que tiene que llegar a ser, aunque acaso no consiga ser nunca”[3]. No soy, pues, algo independiente de ese proyecto que en ese caso me hubiera sobrevenido; no: soy ese proyecto realizándose. Pero, y aquí viene lo bueno, yo no soy evidente ni para mí mismo: me voy descubriendo a través de las vicisitudes por las que atravieso camino de las metas que me he propuesto (y que no son absolutas, sino que la marcha de la vida puede irlas haciendo cambiar). Dice Ortega sobre esto: “Ese fondo, ese núcleo del corazón, es, en efecto, secreto; lo es en buena parte para nosotros mismos, que lo llevamos dentro; mejor dicho, que somos llevados por él (…) y nos es difícil percibirlo, como nos es difícil ver el palmo de tierra sobre que pisan nuestros pies”[4]. Ese yo profundo, pues, se nos va haciendo paulatinamente más conocido. De él vamos sabiendo a través de nuestras elecciones. Esas elecciones están guiadas no por nuestros deseos, sino por algo más íntimo: nuestras necesidades. En cada elección vamos descubriendo eso que necesitamos ser para ser auténticos, porque nuestro yo profundo nos lo va sutilmente manifestando.



[1] Ortega y Gasset: “Velázquez”, O. C. Tº 8, Madrid, Alianza, 1983, p. 468.

[2] Ortega y Gasset: “Goya”, O. C. Tº 7, p. 549.

[3] Ortega y Gasset: “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, p. 405.

[4] Ortega y Gasset: “Estudios sobre el amor”, O. C. Tº 5, p. 600.


jueves, 14 de julio de 2022

LA VIDA HUMANA NECESARIAMENTE DISCURRE HACIA UNA META

Rob Gonsalves

 

   “El investigador de la naturaleza, el hombre de entendimiento productivo, en sentido propio, ya sea un experimentador como Faraday, ya un teórico como Galileo, ya un calculador como Newton, encuentra en su mundo siempre cantidades, nunca direcciones, y las mide, las experimenta, las ordena. La cantidad es lo único que se acomoda a la concepción por números, a la definición por causa y efecto, a la explicación por conceptos, fórmulas y leyes. Aquí acaban las posibilidades de todo conocimiento naturalista puro. Todas las leyes son conexiones cuantitativas, o, como el físico dice, todos los procesos físicos transcurren en el espacio (…) Pero las impresiones o aspectos históricos son irreductibles a la cantidad. Su órgano es otro (…) En efecto, hay un conocimiento de la naturaleza y un conocimiento de los hombres. Hay la experiencia científica y la experiencia de la vida” (Oswald Spengler[1]).

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    “La vida del alma humana está determinada por un objetivo. Ningún hombre puede pensar, sentir, desear ni soñar sin que todo esto esté determinado, condicionado, limitado, seleccionado, dirigido por un objetivo” (Alfred Adler[2]).

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   “El hombre (es) formalmente puro movimiento y movimiento que va atraído por una meta” (Ortega y Gasset[3]).


[1] Oswald Spengler: “La decadencia de Occidente”. 2 Ts. Madrid, Espasa Calpe, 1976, Tº 1ª, p. 145.

[2] Alfred Adler: “Conocimiento del hombre”, Madrid, Espasa Calpe, 1975, p. 23.

[3] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 151.

miércoles, 9 de marzo de 2022

LO QUE CUESTA LLEGAR A UNA META INALCANZABLE

 


    “Cuando la piedra empieza a existir, existe ya todo lo que constituye el ser o esencia o consistencia de la piedra. La piedra, pues, no existe nunca como mera aspiración de llegar a ser piedra, sino que es completamente piedra tan pronto como empieza a existir. Lo que del hombre, en cambio, existe ahora es tener que ser tal o cual luego. Cada uno de ustedes es el que tiene que escuchar mi próxima palabra; y esto porque mañana tiene que hacer tal otra cosa, y así sucesivamente en vista de todo el programa de su vida, de la figura de ser humano que ha resuelto y trazado ser. De modo que el hombre comienza por ser “el que aún no es como tal”. Es la existencia de una inexistencia” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 215.