lunes, 30 de mayo de 2022

¿HAY DIFERENCIAS, MÁS ALLÁ DE LAS CULTURALES, ENTRE HOMBRES Y MUJERES?

 



    Apasionante este tema de las diferencias entre hombre y mujer… pero tan vidrioso y difícil de tratar, sobre todo en estos tiempos, que hace pensar si no sería mejor eludirlo en aras a la paz social. Difícil afirmar que no todas las diferencias entre el hombre y la mujer son culturales, y difícil encontrar palabras que no resulten ofensivas para explicar esas diferencias. Yo lo que me atrevo a decir llega hasta el punto de afirmar que el hombre representa el principio de aventura y la mujer el principio de realidad. Dicho de otra forma: el hombre es una fuerza centrífuga y la mujer, centrípeta. Y escogeré el ejemplo de una peli de otros tiempos: “Solo ante el peligro”. El bueno, Gary Cooper, era sheriff de un pueblo al que se dirigían tres malos con intención de hacer de las suyas y de matarlo. Él asume el papel de héroe y decide esperarlos y enfrentarse a ellos, a pesar de que nadie lo iba a ayudar. La chica, Grace Kelly, en representación del principio de realidad le pide, le ruega que no haga locuras, que es seguro que le van a matar si se enfrenta a ellos; no le mola nada que se ponga en plan héroe, no es eso, precisamente, lo que le atrae de Gary Cooper, le prefiere vivo y en casa, ayudando a los (futuros) niños a hacer la tarea por la tarde. En conclusión, para no enrollarme más: hombre y mujer somos dos fuerzas contrapuestas (no diré polo positivo y negativo para no liarla), que si imponen su respectivo punto de vista en la pareja habrá de ser a costa de anular al otro o de dinamitar la buena relación.

     Podemos traducir el dilema a estos otros términos que propone Ortega: “Toda especie viviente puede y debe ser estudiada desde dos caras opuestas: como lujoso fenómeno de inadaptación y capricho y como ingenioso mecanismo de adaptación”[1].Eso explicaría que, en el extremo, los hombres, más inadaptados, estén más afectados por la esquizofrenia o la esquizoidia que las mujeres, y las mujeres, más realistas, más afectadas que los hombres por la depresión.



[1] Ortega y Gasset: “La elección en amor”, O. C. Tº 5, p. 624.


sábado, 28 de mayo de 2022

VUELTA DE TUERCA A LAS RELACIONES ENTRE LA LOCURA Y LA GENIALIDAD

 



    Concentrándonos en uno de los síntomas principales, la locura vendría a ser una especie de delirio desafortunado, demasiado excéntrico e improductivo, mientras que la genialidad sería resultado de un delirio que, rebajado de grado, pasa a ser solo metáfora. Pero en los dos procesos, los que respectivamente dan lugar a la locura y a la genialidad, hay un desajuste de partida, una inadaptación profunda a la realidad. Con menor gravedad la sufrimos todos los mortales. Decía Eugéne Minkowski, psicólogo existencial: “La locura no es nada más que la exageración del carácter habitual”[1]. Algo así como una metáfora que se toma literalmente. Todos, para empezar, somos unos inadaptados, y eso quiere decir que habilitamos en nuestra imaginación un mundo alternativo al que efectivamente encontramos ante nosotros. Por eso decía también Minkowski: “El hombre no se limita a adaptarse; él crea y, en ese incesante esfuerzo creador, arrastra consigo al universo entero y lo hace progresar constantemente”[2]. Esa “creación” no siempre es realmente productiva: a menudo es una simple ensoñación, y siguiendo por ese camino se puede llegar al desbarre, esto es, al delirio; es el caso en que, por ejemplo, se llega a confundir molinos de viento con gigantes. Pero si ese delirio tiene un enlace posible con la efectiva realidad… por ahí es por donde se discurre hacia la genialidad. Puede así construirse un lenguaje nuevo, una perspectiva inédita sobre las cosas, encontrar claves ocultas debajo de lo que parecía normal…

     Así que podríamos concluir que el genio discurre sobre el filo de la navaja de una manera de mirar que hacia un lado da al delirio y hacia el otro, a la metáfora; por ejemplo la que Einstein imaginó pensando en la energía “como si” fuera una masa en movimiento (E=mc2). A veces (bastantes veces, como intento demostrar en la lista de mi canal dedicada a este asunto), el mismo individuo bascula alternativamente hacia la genialidad poética y hacia el delirio.



[1] Eugène Minkowski: “La esquizofrenia”, Buenos Aires, Paidós, 1980. P. 16.

[2] Eugène Minkowski: “La esquizofrenia”, Buenos Aires, Paidós, 1980, p. 37.


viernes, 27 de mayo de 2022

EL GENIO Y LA LOCURA

 


   “El genio se halla más cerca de la locura que la inteligencia media” (Schopenhauer[1]).

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     “¡Cuán parecidos son el genio y la locura! Aquellos a los que el cielo ha bendecido o maldecido están más o menos sujetos a estos síntomas, los padecen con más o menos frecuencia, de manera más o menos violenta. Se les encierra o encadena, o bien se les erigen estatuas” (Denis Diderot[2]).

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     “¿Por qué razón todos aquellos que han sido hombres excepcionales, en lo que respecta a la filosofía, la ciencia del estado, la poesía o las artes, son manifiestamente melancólicos…?” (Aristóteles[3]).

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   “No hay grandeza de espíritu sin una pizca de locura” (Proverbio latino[4]).

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    “La humanidad aprovecha todo, incluso la insensatez. Por ejemplo, casi todos los grandes matemáticos han sido grandes dementes y, sin embargo, la humanidad se las ha arreglado para beneficiarse de esa demencia, haciendo de su obra, la matemática, uno de los florones más gloriosos en el esfuerzo milenario que llamamos «civilización»” (Ortega y Gasset[5]).



[1] Schopenhauer citado en Ernst Kretschmer: “Hombres geniales”, Barcelona, Labor, 1954, p. 8.

[2] Diderot citado en Philippe Brenot: “El genio y la locura”, Madrid, Punto de Lectura, 2000, p. 13.

[3] Aristóteles citado en Philippe Brenot: “El genio y la locura”, Madrid, Biblioteca de Bolsillo, 2000, p. 35.

[4] Proverbio latino

[5] Ortega y Gasset: “Introducción a Velázquez”, O. C. Tº 8, p. 559.


miércoles, 25 de mayo de 2022

¿HABRÁ UNA OCULTA ARMONÍA PREESTABLECIDA ENTRE EL MUNDO Y NOSOTROS?

 

Salvador Dalí: "Adolescencia"

     “Casi siempre acontece lo mismo con las grandes ideas: las vemos a un tiempo fuera y dentro, como verdades y como deseos, como leyes del cosmos y confesiones del espíritu. Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo” (Ortega y Gasset[1]).

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   “Gira la vida en torno nuestro, presentando sucesivamente sus facetas innumerables. De pronto una de éstas envía a nuestro ser no sabemos bien qué reflejo alentador, y algo que, apenas sospechado, iba en nosotros, cobra repentina robustez. El germen de una idea, un sentimiento indeciso crecen en tal sazón rápidamente, hasta su completo desarrollo, afirmando e imponiendo su fisonomía dentro de nuestro ánimo. Una lectura, una persona, un hecho sobrevenido prestan de súbito tal misteriosa corroboración a nuestras íntimas germinaciones. Dijérase que esa circunstancia exterior y esta posibilidad en mí latente poseyeran una previa, radical fraternidad y una misma calidad de sangre pulsara en ambas, de suerte que mutuamente potencian su energía sin modificar lo más mínimo el sentido, la curvatura en que coinciden” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “La interpretación bélica de la historia”, en “El Espectador”, Vol. VI, O. C. Tº 2, pág. 526

[2][2] Ortega y Gasset: “Azorín, primores de lo vulgar”, en “El Espectador”, Vol. 2, O. C. Tº 2, p. 166.


lunes, 23 de mayo de 2022

IDEAS Y CREENCIAS-Nuestras ideas las tenemos, pero en donde estamos instalados es en nuestras creencias.


 

       Durante una gran parte de nuestra vida no necesitamos pensar, no nos preguntamos por el ser de las cosas. Simplemente, contamos con ellas, las damos por supuestas, aceptamos el marco en el que nuestra vida se desenvuelve y nos movemos dentro de él sin cuestionárnoslo. En esa parte de nuestra vida estamos, pues, instalados en nuestras creencias, en la seguridad de que el mundo, la realidad es como es, y ya está. Pero a partir de un determinado momento ese mundo que dábamos por supuesto puede volverse problemático, y entonces dejamos de poder estar instalados en él, el suelo que antes pisábamos con firmeza se pone a temblar. La señal de ese cambio de lo firme por lo dudoso y enigmático es la aparición de la angustia. Tenemos entonces que construirnos de nuevo un suelo firme, pero ya no sirven para ello nuestras creencias anteriores: es preciso pensar, sustituir, apoyados en la imaginación, el mundo que dábamos por supuesto por otro que ha de surgir de nuestras ideas, de nuestro interior.

EL DESTINO NOS ENCADENA Y, A LA VEZ, SIRVE DE CAUCE A NUESTRA VOLUNTAD

 


     “El hecho esencial de la vida, según la cual nuestra existencia, en cualquier momento que la sorprendamos, nos aparece constituida, por encima y antes y después de toda disputa sobre determinismo o indeterminismo, por un conjunto de circunstancias que nos obligan, que nos imponen, un régimen de forzosidad (…) es nuestro Destino. Pero ese conjunto de circunstancias forzosas no afecta nuestro vivir de tal modo que deba ir este rigiéndose por una trayectoria ineludible, mecánica, sino que deja siempre un margen a la libre decisión: de suerte que nuestra existencia es, en todo instante, una circunstancia fatal dada que nuestra voluntad puede tomar en sus manos y empujarla en el sentido de la perfección. No hay vivir si no se acepta la circunstancia dada, y no hay buen vivir si nuestra libertad no la plasma en el camino de la perfección. Esta misma idea está contenida en la hermosa frase que usó el gran pensador alemán Nietzsche, cuando refiriéndose al poeta, dijo que es el hombre que «danza encadenado»”[1].



[1] Ortega y Gasset: “Discurso en el Parlamento chileno (en 1928)”, O. C. Tº 8, pp. 378-379.


jueves, 19 de mayo de 2022

SOMOS DEUDORES DE NUESTRAS INSUFICIENCIAS

 


      “La historia humana es obra del descontento, que es una especie de amor sin amado y un como dolor que sentimos en miembros que no tenemos. Esta emoción idealista, haciéndonos percibir que somos imperfectos, nos hace rodar en busca de lo que nos falta, y así vamos por la tierra y avanzamos por el tiempo y es nuestro corazón una proa siempre en ruta al más allá. Decía Madame Staél: «Todo lo que de grande y bello ha hecho el hombre lo ha hecho movido por el sentimiento doloroso de lo incompleto de su destino»” (Ortega y Gasset[1]).

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      “Cuando se ayuda a un hombre a librarse de sus complejos se le está privando de su fuente de ayuda más valiosa. Sólo puede ayudársele a percibirlos suficientemente y a hacer que surja en él un conflicto consciente. De ese modo el complejo se convierte en foco de la vida” (Carl G. Jung[2]).

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      “Al esforzarme en ser, al querer ser, lo que busco es ser feliz (…) Pero como la circunstancia nos es negativa, el yo que somos no se realiza nunca suficientemente, el hombre que consiste en tener que ser feliz, al mismo tiempo y siempre es, más o menos, infeliz. Por eso la vida es pena, continuo penar (…) Si sigue el hombre en la vida, es que acepta ese defecto, desventura, infelicidad y absoluto riesgo que es. Y si lo acepta… ¡Ah!... Entonces convierte el defecto y la desventura en tarea entusiasta; es decir: en aventura y empresa” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “Meditación del pueblo joven”, O. C. Tº 8, pp. 370-371.

[2] Carl G. Jung: “La lucha con la sombra”, en “Civilización en transición”, Obra Completa, vol. 10, Madrid, Trotta, 2001, p. 216


martes, 17 de mayo de 2022

PROPUESTA PARA CONTINUAR EL DEBATE SOBRE EL MARXISMO

 


Con el ánimo de intentar superar en el debate los “y tú más”, los “jajajá” o los imposibles de fundamentar “yo he leído más que tú”, expongo una serie de argumentos concretos sobre los que creo que puede girar la crítica, y eventualmente la defensa, de la teoría marxista:

En el vídeo muestro un argumento que considero clave, y que proporciona Ortega, sobre cómo a partir de la Revolución francesa las sociedades dejaron de entenderse por una buena parte de sus integrantes como algo suficientemente cohesionado y compartido, y pasaron a ese estado de disociación que procede de la idea de que la historia evoluciona no a través de la cooperación y la conjunción de intereses, sino a través del combate de unos contra otros; la lucha de clases en la teoría marxista. Desde entonces, dice Ortega, “La sociedad será en su propia esencia lucha y nada más que lucha. Convivir es pelear —franca o artificiosamente”. El punto de fuga de este pensamiento es que todo avance social ha de realizarse no a través del acuerdo y la cooperación sino a través de la violencia y la imposición. Añado el matiz psicológico, que siempre entiendo como fundamental, porque, en consecuencia con lo dicho, los afectos que habrían de prevalecer en el buen marxista son los que propugnan el resentimiento, el odio revolucionario como expresamente dice el Ché, y procede, pues, arrinconar la empatía, que no ayuda a la revolución. El más revolucionario, y el que más prospera en la jerarquía de la “vanguardia” es el que mejor demuestra haber entendido esto. Desde Marx hasta Pol Pot, todos los comunismos han partido de esa premisa; nadie ha tenido que malinterpretar a Marx para llevarla adelante. ¿Y qué sociedades han prosperado más, aquellas en las que se ha implantado esa ideología según la cual todo es lucha de unos contra otros o aquellas en las que ha sido posible la cooperación?

 Y el otro asunto que considero clave es el de destacar que para el marxismo toda idea y toda manifestación cultural son partes de una superestructura, emanación y camuflaje de los intereses económicos de cada clase. No existe la verdad, solo el interés económico que se enmascara en forma de ideas, configuraciones políticas, derecho, arte, religión… cultura en general. Lenin pudo decir que “La mentira es un arma revolucionaria” porque en realidad no existe ni la mentira ni la verdad, solo lo que (económicamente) interesa a cada clase social, aunque aparente ser incluso elaborada filosofía. La actividad cerebral en general queda así reducida a ser mero soporte del interés económico.


GENIALIDAD Y DESORDEN MENTAL: EL CASO DE KARL MARX


 

      Karl Marx es el intelectual cuyas ideas más influencia han tenido en los tiempos modernos. Pero sus complejas teorías, a pesar de su pretensión de ser “científicas”, y como comenta el filósofo Karl Jaspers, no fueron respetuosas con los hechos a partir de los cuales deberían haberse elaborado, ni tampoco las previsiones que de ellas emanaron han sido acertadas. Se deduce de ello, como afirma el historiador y escritor Paul Johnson, que a Marx no le interesaba alcanzar la verdad, sino, meramente, proclamarla. Y propone este mismo autor que, para entender sus auténticas motivaciones, es preciso indagar en las vicisitudes de su desordenada vida personal. En este vídeo se repasan los fundamentos teóricos de la doctrina marxista y se examinan esas motivaciones personales que se ponen de manifiesto en su biografía y que pueden haber servido de sustrato a su manera de pensar.

viernes, 13 de mayo de 2022

EL AMOR DETECTA PERFECCIONES LATENTES EN LO AMADO

 


      «L'amore é un apetito di belleza», exclama platónico Lorenzo de Médicis; es el afán de lo mejor y el esfuerzo de mejoramiento, la actitud afirmativa ante el «cosmos». El amor verdadero es el amor a la perfección de lo amado. El mundo, señores, mirado sin amor, sin entusiasmo, sin fervor, parece vengarse de nosotros volviéndose mudo, erial e inhóspito. Quien quiera esplendor y luz sobre su vida, venza la exánime tristeza, despierte su íntimo fuego y todo en torno será a sus ojos una selva inflamada” (Ortega y Gasset[1]).

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    “Hay dentro de toda cosa la indicación de una posible plenitud. Un alma abierta y noble sentirá la ambición de perfeccionarla, de auxiliarla para que logre esa su plenitud. Esto es amor –el amor a la perfección de lo amado” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Meditación del pueblo joven”, O. C. Tº 8, p. 364.

[2] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C., Tº 1, pág. 311.


miércoles, 11 de mayo de 2022

LA FUERZA VITAL EMERGE DEL HECHO DE ESTAR DE ACUERDO CON NOSOTROS MISMOS

 


     “La mayor parte de los hombres no hacemos sino querer en el sentido económico de la palabra: resbalamos de objeto en objeto, de acto en acto, sin tener el valor de exigir a ninguna cosa que se ofrezca como fin a nosotros. Hay un talento del querer, como lo hay del pensar, y son pocos los capaces de descubrir por encima de las utilidades sociales que rigen nuestros movimientos que nos imponen esta o aquella actitud, su querer personalísimo. Solemos llamar vivir a sentirnos empujados por las cosas en lugar de conducirnos con nuestra propia mano. Por tal razón yo veo la característica del acto moral en la plenitud con que es querido. Cuando todo nuestro ser quiere algo —sin reservas, sin temores, integralmente— cumplimos con nuestro deber, porque es el mayor deber de la fidelidad con nosotros mismos. Una sociedad donde cada individuo tuviera la potencia de ser fiel a sí, sería una sociedad perfecta. ¿Qué significa lo que llamamos hombre íntegro sino un hombre que es enteramente él y no un zurcido de compromisos, de caprichos, de concesiones a los demás, a la tradición, al prejuicio?” (Ortega y Gasset[1]).

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     “Las ideas tienen dos caras y dos valores o eficiencias distintas. Por una de sus caras la idea pretende ser espejo de la realidad; cuando esta pretensión se confirma decimos que es verdadera. La verdad es el valor o eficiencia objetivos de la idea. Mas por su otra cara la idea se prende al sujeto, al hombre que la piensa; cuando coincide con su temple íntimo, con su carácter y deseos, aunque no sea verdadera, aunque carezca de valor objetivo, posee una eficiencia subjetiva, dando satisfacción intelectual al espíritu. Yo opondría a la verdad, o valor objetivo de la idea, su vitalidad o valor subjetivo” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “La vida en torno”, en “El Espectador”, Vol. 2, O. C. Tº 2, p. 153.

[2] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver. Viajes, gentes, países”, Madrid, Alianza, 1988, pp. 101-102.



lunes, 9 de mayo de 2022

EL HOMBRE CARACTERÍSTICO DE NUESTRO TIEMPO ES EL HOMBRE-MASA


 

     “Tras alcanzar su plenitud, las cosas decaen”, dice Lao Tsé[1]. También Ortega y Gasset redunda en la idea: “Al alcanzar una forma su máximo se inicia su conversión en la contraria”[2]. Quizás estos pensamientos nos ayuden a entender el hecho de que sea precisamente la gran altura histórica que ha alcanzado nuestra civilización la causa de que haya aparecido ese tipo de hombre característico de este momento histórico que vivimos y que Ortega y Gasset denominó “hombre-masa”, una clase de ser humano asimilable en sus caracteres a los que son propios del niño mimado, que encuentra grandes facilidades y posibilidades a la hora de llevar adelante su vida, pero que cree que son derechos naturales con los que puede contar sin condiciones y sin asumir responsabilidades. Este tipo humano que en su momento álgido ha producido nuestra civilización es, avisa Ortega, el que puede acabar con nuestra civilización.



[1] Lao Tsé: “Tao te King”, Palma de Mallorca, Olañeta, 2005, p. 49.

[2] Ortega y Gasset: “La deshumanización del arte”, O. C. Tº 3, p. 370.

sábado, 7 de mayo de 2022

“LA VIDA: UN INSTINTO FRENÉTICO HACIA LO ÓPTIMO” (Ortega y Gasset)

 

Rob Gonsalves

    El mundo real, ese ante el que se doblegan los materialistas, nos encoje, resta de nosotros capacidades, trata de acoplarnos a sus insuficiencias. Hacia él nos retrotrae la experiencia, la comprobación de que las cosas nos entregan siempre menos de lo que de ellas esperábamos. La realidad es lo que siempre nos espera al final de nuestras decepciones. Pero, en el fondo, si las cosas no se tuercen, somos mucho más generosos de lo que nos permite la realidad. Si por nosotros fuera, el mundo sería lo que de él exigen nuestros ideales, allí todo sería espléndido y superlativo.

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“¿Qué se ha propuesto la naturaleza al dotarnos de esas potencias generosas? ¿Cómo se explica que la reacción primera del hombre sea imaginar las cosas mejores de lo que son y como Don Quijote tratar de hidalgo al Caballero del Verde Gabán y de licenciado al bachiller? Mal problema para una biología utilitaria que se obstina en definir la vida como un mecanismo de adaptación. Este fenómeno tan general y básico nos hace asistir a una escena contraria. Puesto ante lo real el adamita comienza por exorbitarlo y suplantarlo, es decir, por inadaptarse concienzudamente. En el comienzo fue la exageración —con permiso de los lingüistas diré: la superlación. ¡Bien por la fantasía hija de Júpiter! —dice Goethe. ¡Fantasía, divino soplo generoso que llena al paso cualquier vela y empuja todo a su perfección!”(Ortega y Gasset (1)) .



[1] O y G: “Tierras del porvenir”, O. C. Tº 3, p. 482.

jueves, 5 de mayo de 2022

EL FILÓSOFO: UN HOMBRE DE VIDA RETIRADA

 

Rembrandt: "Filósofo en meditación"

     “El filósofo (…) tiene que retirarse de la opinión pública, tiene que retirarse del mundo, del mundo social que es, sobre todo y principalmente, un tejido de opiniones públicas (…) La cosa será lamentable, pero es así: opinión pública y filosofía se son mutuamente anacrónicas. La opinión pública está siempre retrasada, la filosófica es siempre prematura (…) (El filósofo), gracias a su serenidad, en medio de la turbulencia, prepara en su retiro el porvenir (…) Descartes estaba convencido de lo difícil e improbable que es que el hombre consiga pensar en la plenitud de este término, esto es, pensar lo que él llama ‘ideas claras y distintas’. Esto es la razón y es sobremanera infrecuente que el hombre logre ejercitarla. Todo el resto de su ser contribuye a empañar la mental retina donde se produce esa casi milagrosa química de pensar lo evidente… Todo apasionamiento enturbia la mente y para esclarecerlo escribió Descartes el ‘Tratado de las pasiones’. El reposo es el desapasionamiento metódico”[Ortega y Gasset(1)].

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     «En toda cima hay calma», decía Goethe[2].


[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza, 1983, p. 162.

[2] Ortega y Gasset: “Bronca en la física”, O. C. Tº 5, p. 271.


martes, 3 de mayo de 2022

SEGÚN ORTEGA, ESTAMOS OBLIGADOS A HACER QUE NUESTRA VIDA TENGA SENTIDO. ¿POR QUÉ?


 

En “Fedro” Platón afirma: “El delirio es cualquier cosa menos un mal: es uno de los mayores dones de los dioses”. Y algo de razón debe de tener porque, por ejemplo, gracias a su delirio, Don Quijote decidió que su vida debía de dedicarla a realizar “grandes hazañas” y de él emergieron energías proporcionales a ese empeño. Quitemos lo que hay de grandilocuencia y desvarío en ese delirio quijotesco y quedémonos con el hecho de que todos estamos llamados, si no a realizar “grandes hazañas”, sí al menos a convertir nuestra vida en una tarea a través de la cual lleguemos a sentirnos justificados, y a conseguir que esa  vida nuestra adquiera sentido. Y nuestra vitalidad, y hasta nuestra salud, dependerá de que, efectivamente, nos sintamos empeñados en esa tarea en que resulta que la vida consiste.