Salvador Dalí: "Adolescencia" |
“Casi siempre acontece lo mismo con las grandes ideas: las vemos a un
tiempo fuera y dentro, como verdades y como deseos, como leyes del cosmos y
confesiones del espíritu. Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que
no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo” (Ortega y
Gasset[1]).
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“Gira la vida en torno nuestro, presentando sucesivamente sus facetas
innumerables. De pronto una de éstas envía a nuestro ser no sabemos bien qué
reflejo alentador, y algo que, apenas sospechado, iba en nosotros, cobra
repentina robustez. El germen de una idea, un sentimiento indeciso crecen en
tal sazón rápidamente, hasta su completo desarrollo, afirmando e imponiendo su
fisonomía dentro de nuestro ánimo. Una lectura, una persona, un hecho
sobrevenido prestan de súbito tal misteriosa corroboración a nuestras íntimas
germinaciones. Dijérase que esa circunstancia exterior y esta posibilidad en mí
latente poseyeran una previa, radical fraternidad y una misma calidad de sangre
pulsara en ambas, de suerte que mutuamente potencian su energía sin modificar
lo más mínimo el sentido, la curvatura en que coinciden” (Ortega y Gasset[2]).
[1] Ortega
y Gasset: “La interpretación bélica de la historia”, en “El Espectador”, Vol.
VI, O. C. Tº 2, pág. 526
[2][2]
Ortega y Gasset: “Azorín, primores de lo vulgar”, en “El Espectador”, Vol. 2,
O. C. Tº 2, p. 166.
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