domingo, 30 de abril de 2023

¿ES POSIBLE SER PESIMISTA?

Nacimos incompletos y con la consiguiente inquietud y desazón que ello nos produce, y que ya no nos abandonará. Nos pasamos la vida buscando eso que sentimos que nos falta y que no acabamos de reconocer definitivamente en nada de lo que vamos encontrando o consiguiendo. Pero no podemos renunciar a buscarlo, porque no en otra cosa consiste la vida. “La vida es un instinto frenético hacia lo óptimo" (1), dice Ortega. Es decir, que la vida es un ejercicio de optimismo (y no otra cosa). Por eso tenemos metas, objetivos que esperamos que sean reparadores, aunque esas metas son como el horizonte, y cuando llegamos hasta ellas, se ha alargado el trayecto que aún queda por recorrer. Pensar, como pretende el pesimista, que no hay camino que recorrer, que no hay nada por delante que esperar equivale a renunciar a la vida. Pero sólo el deprimido se acerca auténticamente a ese desistimiento. Quien no ha alcanzado a hundirse en los bajos fondos de la depresión es porque sigue teniendo algún propósito que le hace levantarse cada mañana. Schopenhauer y Cioran se murieron de viejos: se deduce que algo tenían que hacer y no eran, por tanto, tan pesimistas como decían. Sólo alcanza a ser un pesimista auténtico el deprimido. Y el infierno realmente existente es la depresión.

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(1) Ortega y Gasset: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº IV, Madrid, Alianza, 1983, p. 522

viernes, 28 de abril de 2023

POR QUÉ EL HOMBRE, SALVO EXCEPCIONES, ES OPTIMISTA

Optimismo sería el espíritu con el que el pescador lanza el sedal al río esperando que pique, digámoslo así, una buena posibilidad que pase por allí. Un pescador pesimista, que augure que no va a pescar nada, acabará quedándose en casa aburriéndose.

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“El espíritu guerrero parte de (…) un sentimiento de confianza en sí mismo y en el mundo que nos rodea. No es extraño que condujese a una concepción optimista del universo (…) El ánimo guerrero, lleno de magnífico apetito vital, se traga la existencia sin pestañear, con todo su dolor y su riesgo dentro. Son éstos reconocidos de tal suerte como esenciales a la vida, que no se ve en ellos la menor objeción contra ésta, y, en consecuencia, se cuenta con ellos y, en vez de organizar las cosas con la casi exclusiva mira de evitarlos, se los acepta. Esta aceptación del peligro que lleva, no a evitarlo, sino a correrlo, es precisamente el hábito guerrero, es la casa como castillo” (Ortega y Gasset[1]).

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“Todas las experiencias sufridas, todos los desencantos, todas las angustias que ha padecido desde hace un millón de años, no han sido capaces de impedir que el hombre en primer movimiento sea optimista. El sencillo fenómeno tiene una trascendencia que no es fácil exagerar. Porque hay sobradas razones para que el hombre no sea optimista y no hay ninguna para que de suyo, inicialmente y en su más pura espontaneidad, resulte que lo es” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Notas de vago estío”, en “El Espectador”, Vol. V, O. C. Tº 2, pp. 430-431.

[2] Ortega y Gasset: “Goya”, O. C. Tº 7, p. 512.

miércoles, 26 de abril de 2023

FILOSOFÍA DE SCHOPENHAUER, APÓSTOL DEL PESIMISMO (GENIALIDAD Y DESORDEN MENTAL)

Contando con que la exposición sintetizada de la filosofía de Schopenhauer está ya realizada en el vídeo, utilizaré para la presentación del mismo un recurso complementario: escoger varias citas de Emil Michel Cioran, un epígono de Schopenhauer, que, por su sintonía con este, pienso que pueden servir como modo alternativo de prologar el vídeo.

“El ser es una perversión del no-ser” (E. M. Cioran[1]).

“¿Para qué nos agitamos tanto? Para volver a ser lo que éramos antes de ser” (E. M. Cioran[2]).

“El devenir: una agonía sin desenlace” (E. M. Cioran[3]).

“El gran crimen del Dolor es haber organizado el Caos, haberlo convertido en universo” (E. M. Cioran[4]).

“Se ha comparado el nirvana con un espejo que no reflejaría ya ningún objeto. Es decir, con un espejo puro para siempre, para siempre deshabitado” (E. M. Cioran[5]).

“Todo lo que me opone al mundo me es consustancial. La experiencia me ha enseñado pocas cosas. Mis decepciones me han precedido siempre” (E. M. Cioran[6]).

 “Yo no hubiera podido adaptarme a ningún destino. Estaba hecho para existir antes de mi nacimiento y después de mi muerte, pero no durante mi existencia” (E. M. Cioran[7]).

“Abro una antología de textos religiosos y caigo de entrada sobre esta frase de Buda: ‘Ningún objeto merece ser deseado’. –Cierro inmediatamente el libro, pues tras eso, ¿qué leer?” (E. M. Cioran[8]).



[1] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 122.

[2] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 64.

[3] E. M. Cioran: “Silogismos de la amargura”, Barcelona, Tusquets, 1997, pág. 56.

[4] E. M. Cioran: “Silogismos de la amargura”, Barcelona, Tusquets, 1997, pág. 99

[5] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 13.

[6] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 47.

[7] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 86

[8] E. M. Cioran: “Ese maldito yo”, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 92

lunes, 24 de abril de 2023

COSAS QUE PREDISPONEN AL BUEN O MAL COMPORTAMIENTO

En 1982, George Kelling y James Q. Wilson realizaron un estudio que titularon “Ventanas Rotas : La Policía y la Seguridad del Barrio”. El estudio se centró en la hipótesis de que la presencia de señales de desorden y vandalismo en un barrio, como ventanas rotas, graffiti y basura, pueden aumentar la delincuencia y la violencia en ese lugar. Los autores argumentaron que el desorden y la falta de mantenimiento en un barrio pueden enviar una señal de que el lugar está abandonado y que la delincuencia es tolerada. Esto, a su vez, puede llevar a cabo un aumento de la delincuencia y la violencia.

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“El mal humor es estéril. Todas las grandes épocas han sabido sostenerse sobre el abismo de miseria que es la existencia, merced al esfuerzo deportivo de la sonrisa. Por eso los griegos pensaban que el oficio principal de los dioses era sonreír y hasta reír. El rumor olímpico es, por excelencia, la carcajada (…) (Por el contrario) todas las potencias del mal están muy interesadas en instaurar donde quiera el mal humor. Saben que un pueblo donde el mal humor se establezca es un pueblo destruido, aventurado, pulverizado” (Ortega y Gasset[1]).

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“Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti” (F. Nietzsche[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Bronca en la física”-O. C.-Tº 5-pp. 275-76.

[2] Friedrich Nietzsche: “Más allá del bien y del mal”, Madrid, Alianza, Aforismo nº 146.

sábado, 22 de abril de 2023

LO QUE ORTEGA OPINA DE LA POLÍTICA

 

“Cuando la política se entroniza en la conciencia y preside toda nuestra vida mental, se convierte en un morbo gravísimo. La razón es clara. Mientras tomemos lo útil como útil, nada hay que objetar. Pero si esta preocupación por lo útil llega a constituir el hábito central de nuestra personalidad, cuando se trate de buscar lo verdadero tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto, hacer de la utilidad la verdad, es la definición de la mentira. El imperio de la política es, pues, el imperio de la mentira (…) Congoja de ahogo siento, porque un alma necesita respirar almas afines, y quien ama sobre todo la verdad necesita respirar aire de almas veraces. No he hallado en derredor sino políticos, gentes a quienes no interesa ver el mundo como él es, dispuestas sólo a usar de las cosas como les conviene (…) Para condensar mi esfuerzo, necesito de lectores a quienes interesen las cosas aparte de sus consecuencias, cualesquiera que ellas sean, morales inclusive (…) lectores que, como el autor, se hayan reservado un trozo de alma antipolítico”(Ortega y Gasset[1]).

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“Yo detesto toda política, la considero como una cosa siempre e irremediablemente mala, pero a la vez inevitable y constituyente de toda sociedad (…) Toda política, aun la mejor, es, por fuerza, mala; por lo menos, en el sentido en que son malos, por buenos que sean, un aparato ortopédico o un tratamiento quirúrgico” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Verdad y perspectiva”, en “El Espectador”, Vol I, O. C. Tº 2, pp. 16-17.

[2] Ortega y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, p. 131.

jueves, 20 de abril de 2023

¿EXISTE “LA” VERDAD O CADA CUAL TIENE LA SUYA?


 

Nietzsche dice, por ejemplo, que no existe esa verdad, que lo que hacemos es investir lo que parece ser realidad con atributos que están en nuestra mente, pero lo cierto es, según él, que no existe esa realidad: “No hay hechos, solo interpretaciones”(1). De esa forma, cuando decimos que el calor expande los metales, estaríamos añadiendo una relación casusal al fenómeno “calor” (causa) y al fenómeno “expansión de los metales” (efecto) que solo existe en nuestra mente. ¡Pues no es verdad! (con perdón). Esa relación causal la aportará nuestra mente, ¡pero está ahí afuera, en el calor y en los metales! Cuando decimos que la segunda mujer de la imagen de esta publicación es más guapa que la primera, estamos, efectivamente, “interpretando”. Pero la realidad existe y nos impone límites y exigencias a nuestra interpretación. Así que es certero Ortega al decir: “Casi siempre acontece lo mismo con las grandes ideas: las vemos a un tiempo fuera y dentro, como verdades y como deseos, como leyes del cosmos y confesiones del espíritu. Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo”(2). En suma: descubrimos lo que hay fuera gracias a las prefiguraciones que guardamos dentro (por ejemplo, sobre quién es guapa y quién no). Pero no solo existe el dentro: también existen las cosas, la realidad. Así que, como recomienda Ortega, “¡Argentinos (y resto del acompañamiento), a las cosas, a las cosas!”[3].



[1] Friedrich Nietzsche: “Fragmentos póstumos”, Vol. 4, Madrid, Tecnos, 2008, p. 222.

[2] Ortega y Gasset: “La interpretación bélica de la historia, en “El Espectador”, Vol. VI, O. C. Tº 2, pág. 526.

[3] Ortega y Gasset: “Meditación del pueblo joven”, O. C. Tº 8, p. 390.

martes, 18 de abril de 2023

Biografía de SCHOPENHAUER, apóstol del pesimismo (Genialidad y desorden mental)


 

Decía María Zambrano en “Hacia un saber sobre el alma” que “Un filósofo es el hombre en quien la intimidad se eleva a categoría racional; sus conflictos sentimentales, su encuentro con el mundo, se resuelve, se transforma en teoría. Es el hombre que logra cristalizar su angustia en el diamante puro, geométrico, transparente, el que resuelve sus pasiones ‘more geométrico’ (al modo geométrico). La biografía de un filósofo es su sistema”(1). Encontramos un nuevo y claro ejemplo de ello (igual que ocurre con otros autores o personajes a los que he dedicado la lista de mi canal que titulo “Genialidad y desorden mental”) en Arthur Schopenhauer. Este filósofo, que ha alcanzado gran difusión, se destacó por ser el filósofo más pesimista de los tiempos modernos. Su misantropía y su patológica ansiedad son el sustrato vital sobre el que se levantó esa filosofía. En este primer vídeo, de los dos que le voy a dedicar, entramos a analizar esa biografía que sirve de base a su pensamiento.



[1] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, pp. 159-160

domingo, 16 de abril de 2023

DE DÓNDE LE VIENE AL HOMBRE LA IDEA DE LA “VERDAD”

Homero decía que Aquiles y Héctor no hubieron de nacer sino para que él cantase sus hazañas. Es decir, que según la perspectiva que propone este registrador de epopeyas de la Antigüedad, lo primero es la predisposición al canto de hazañas todavía inéditas, como una especie de hornacina virtual que mantiene ese canto en estado de latencia y que Aquiles y Héctor acaban por fin de plasmar en términos de realidad. Ortega viene a ponerse de parte de esta chocante perspectiva al traer a colación a Leibniz: “No, no; el horizonte de nuestra percepción no es el horizonte de la realidad. Por esto Leibniz, cuando quiere definir el síntoma decisivo del espíritu, advierte que no consiste en la percepción, por la cual nos damos cuenta de lo que tenemos delante, sino en lo que sugestivamente llama percepturitio, es decir, una tendencia a nuevas percepciones, una como sensibilidad para lo que aún no está ante nosotros, para lo ausente, desconocido, futuro, remoto y oculto. Este apetito, esta conación e impulso nos hace rodar más allá de nosotros mismos, aumentarnos, superarnos. Sin ese afán de acaparar el mundo, el hombre sería únicamente la más blanda de las rocas”[1]. El mismo Ortega dice:La vida es en (el hombre) –a diferencia de lo que es en el animal– un instinto frenético hacia lo óptimo”[2]. ¿De dónde le viene a ese hombre la idea de “lo óptimo”? Se supone que el tal instinto le empuja hacia algo inexistente todavía. ¿No es esta una prefiguración semejante a la que le llevaba a Homero a esperar a que aparecieran Aquiles y Héctor para poder cantar sus hazañas?



[1] Ortega y Gasset: “Ideas sobre Pío Baroja”, El Espectador, Vol. 1, O. C. Tº 2, p. 77.

[2] Ortega y Gasset: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº IV, Madrid, Alianza, 1983, p. 522

viernes, 14 de abril de 2023

ARGUMENTOS A FAVOR DE LA ARMONÍA PREESTABLECIDA

 

“Casi siempre acontece lo mismo con las grandes ideas: las vemos a un tiempo fuera y dentro, como verdades y como deseos, como leyes del cosmos y confesiones del espíritu. Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo” (Ortega y Gasset[1]).

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“Nada hay en el mundo físico que no tenga su logaritmo psicológico o viceversa. Como Goethe cantaba: ‘Nada hay dentro, nada hay fuera. / Lo que hay dentro, eso hay fuera’”. Y concluye: “La hermandad radical entre alma y espacio, entre el puro «dentro» y el puro «fuera», es uno de los grandes misterios del Universo que más ha de atraer la meditación de los hombres nuevos (…) alma y mundo: hay entre ellos un nexo nada físico, un influjo irreal: la funcionalidad simbólica. El mundo como expresión del alma” (Ortega y Gasset(2)).

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 “Para responder a ¿qué son las cosas? Tengo que preguntarme ¿qué soy yo?” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VI, O. C., Tº 2, pág. 526.

[2] Ortega y Gasset: “Sobre la expresión, fenómeno cósmico”, en “El Espectador” Vol. VII, O. C. Tº 2, pp. 585-586.

[3] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C. Tº 12, pág. 95

miércoles, 12 de abril de 2023

NO SOMOS COSAS, SINO REALIDADES EN TRÁNSITO

 

“La realidad radical que habíamos encontrado, para en ella hacer pie firme, es la vida humana, la de cada cual. Y dijimos primero de ella lo más abstracto, lo menos remoto de la terminología tradicional, a saber: que era la coexistencia del yo con las llamadas cosas, el mutuo existirse del hombre y del mundo. Luego, lo que hemos hecho ha sido precisar un poco la comprensión de esa realidad, diciendo que ese coexistir o mutuo existirse, ese recíproco serse del hombre y el mundo, no es una cosa, sino que es acontecimiento, en un sentido tan radical que no podemos aceptar, formando parte de esa realidad que es la vida, nada yacente, quieto, y que tenga un ser estadizo. Yo no soy una cosa (…) Yo no soy mi cuerpo, yo no soy mi alma(Ortega y Gasset(1)).

Y es así porque “cuerpo” y “alma” son realidades estables, configuradas, como lo sería el “río” que, sin embargo, ya advierte Heráclito que no es posible bañarse dos veces en el mismo. También el “cuerpo” y el “alma” fluyen.



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza, 1983, pp. 205-206.

lunes, 10 de abril de 2023

ANTES DE QUE NOS VOLVAMOS TODOS LOCOS


 

Dice Ortega que “El yo no adquiere su perfil genuino sin un tú que lo limite y un nosotros que le sirva de fondo. En las pupilas de los otros hallamos el logaritmo de nuestras virtudes y nuestros vicios. Tropezando con el prójimo aprendemos nuestro puesto en el mundo”[1]. Entre el “yo” y el “nosotros” se genera así una dialéctica, y la historia viene a ser expresión del predominio de una u otra de las dos instancias. En la Edad Media, el “nosotros” era aplastante: desde que se nacía, uno estaba adscrito irrevocablemente a una clase social, a un oficio, a una religión, a una determinada colectividad… Con el Renacimiento, el péndulo se empezó a trasladar al otro extremo, el del “yo”. Hoy hemos llegado a un punto máximo en esa dirección: lo que se llama “identidad fluida” o “líquida”, o la promoción de la “diversidad” vienen a significar que cada “yo” puede decidir hasta el sexo al que pertenecer. Esa hipertrofia del “yo” ha llevado al descrédito de las instituciones, que son el modo en que se articula el “nosotros”, el ser social. La movilidad social, por ejemplo, ha ido acabando con el asociacionismo de perímetro corto, y en buena parte hasta con las relaciones sociales. En España, una de cada cuatro personas vive sola; en Hispanoamérica, en conjunto, es todavía el 14,5%.  No digamos ya lo que pasa con la idea de pertenencia a una nación. Cada cual puede construir su propia identidad sin referirla a nada estable. Más aún: la bandera que se está levantando es la de la no-identidad. Nos vamos construyendo así con fragmentos. A esa personalidad escindida los manuales de Psiquiatría la llamaban antes “esquizofrenia”. Desde luego, ya no es posible regresar a las formas antiguas de identidad, pero o encontramos alguna manera de alcanzarla o acabaremos volviéndonos todos locos.



[1] Ortega y Gasset: “Personas, obras, cosas”, O. C. Tº 1, p. 529.

sábado, 8 de abril de 2023

POR QUÉ OCCIDENTE ESTÁ DECAYENDO SEGÚN ORTEGA


Un asunto llamativo, de indudable atractivo intelectual, aunque también motivo de alta preocupación y alarma: resulta que los mismos factores que han hecho que la civilización occidental haya alcanzado la cumbre en la que hoy estamos son a la vez los que pueden llevar a esta misma civilización a la catástrofe. Podemos decir que todo comenzó en el Renacimiento. “El Renacimiento –dice Ortega– significa (…) el comienzo de la reafirmación humana, de la exaltación del hombre y el intramundo (frente a la prevalencia del más allá)”. Apareció entonces propiamente el individuo, irrumpió de su mano el valor de la libertad y de la atención a las cosas particulares, desechando los prejuicios y verdades preestablecidas que impedían el acceso a la concreta realidad. Grandes realizaciones culturales llegaron por esta vía. Pero hoy el “individuo soberano” ha llegado a un punto de exacerbación que le está haciendo romper con todas las fuentes de identidad que le vinculan a alguna de las formas de lo colectivo. Cuando los procesos culturales llegan a un extremo como este, en el horizonte empieza a asomar el caos.

miércoles, 5 de abril de 2023

«¿QUÉ ES ESO DE MORIR?» (Ortega y Gasset cuando tenía 6 años, a su madre)

 

 “Morirme es una de las dos cosas que no le pasan a mi vida, Mi muerte existirá para los que me sobrevivan, pero a mí no me acontece, no me es. Yo no asisto a mi muerte. Y lo mismo pasa con mi nacimiento: cuando me encuentro viviendo resulta, ¡qué casualidad!, que ya había nacido antes. Mi nacimiento es solo la narración que otros me hacen de él. Es un cuento que me cuentan… Mi muerte no es ni siquiera eso: no me la puede contar nadie. Es, pues, mera idea, mera teoría, bien que la más grave y la más principal de las teorías. Los dos únicos hechos que no pertenecen a mi vida –donde todo, todo es posible: gracia y desgracia, dicha y desdicha–, es nacer y morirme. O lo que es igual: que esa sorprendente realidad que es mi vida, no tiene principio ni fin que formen parte de ella y, sin embargo, no es infinita” (Ortega y Gasset[2]).

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 “Es menester proceder como si siempre se hubiese vivido ya bastante” (Séneca[3]).

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“Cerca, tu olvido sobre todo; cerca, el olvido de todos sobre ti” (Marco Aurelio[4]).



[1] (Título) José Ortega Spottorno: “Los Ortega”, Madrid, Taurus, p. 166.

[2] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza, 1983, pp. 206-207.

[3] Séneca: “Cartas morales a Lucilio”,  2 volúmenes – Barcelona, Orbis, 1984, Tomo I XXIII, 63

[4] Marco Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº VII, &21, pág. 89.

lunes, 3 de abril de 2023

DE QUÉ FORMA EL MAL SE CONTAGIA

ESTA ES LA SECUENCIA: AUSENCIA DE LEY Y DE ESTABILIDADàCAOSàINMORALIDAD



“Ya Platón sabía que la visión de lo feo suscita la fealdad en el interior del alma (…) La maldad ajena en seguida se torna maldad propia, porque, a su vez, inflama la maldad en la propia alma (…) Todos tenemos dentro de nosotros a un criminal ‘estadístico’, del mismo modo que tenemos nuestro enfermo mental o nuestro santo. Debido a esta predisposición originaria de la naturaleza humana somos tan sugestionables como susceptibles. Precisamente en nuestra época, es decir, en el último medio siglo, se ha producido una especial preparación al delito” (Carl G. Jung[1]).

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“La presencia del mal prende el mal en el alma. Es inevitable. No sólo el asesinado, sino también el asesino y todo el entorno humano del atroz delito son dañados. Del abismo tenebroso del mundo irrumpe algo que envenena el aire que respiramos y contamina el agua pura un desabrido y repugnante sabor a sangre” (Carl G. Jung[2]).

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“Para que el mundo tenga sentido, basta con que él y las cosas en él tengan un modo de ser. No importa cuál. Que sean lo que son es suficiente. Cuando encontramos lo que una cosa es, ya tiene para nosotros sentido; mas para el positivismo —y esto es lo que nos cuesta trabajo revivir— ninguna cosa tenía un ser. No había, según él, más que «hechos». Y el «hecho» significa, poco más o menos, un cambio en las cosas. Y si no hay más que cambios, resulta que cada cosa deja en cada instante de ser lo que era y pasa a ser otra. Y como esto le ha acontecido antes y le va a acontecer después en todos sus órdenes y dimensiones, el mundo queda convertido en un absoluto caos” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Carl G. Jung: “Después de la catástrofe” en “Civilización en transición”, Obra Completa, vol. 10, Madrid, Trotta, 2001, p. 191.

[2] Carl G. Jung: “Después de la catástrofe” en “Civilización en transición”, Obra Completa, vol. 10, Madrid, Trotta, 2001, 192)

[3] Ortega y Gasset: “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, p. 508.

sábado, 1 de abril de 2023

¿Y SI DIOS NO HUBIESE MUERTO Y SOLO ESTUVIESE ESCONDIDO?


 

¿Tienen sentido el mundo y la vida o ambos son absurdos y lo que hacemos para sobrellevarlo es autoengañarnos pensando que de toda situación absurda o desesperante se puede salir? Cuando Nietzsche sentenció que Dios había muerto, lo que venía a sustituirle era precisamente el absurdo, porque, como Wittgenstein escribió en su “Diario filosófico”, “Podemos llamar Dios al sentido de la vida, esto es, al sentido del mundo” . Pero, a pesar de que Albert Camus propuso que se viviera incluso después de admitir que la vida es absurda, resulta cuestionable que eso sea posible, salvo que reduzcamos la vida a un ejercicio de aturdimiento o más o menos elaborada evasión. Unamuno hacía su propuesta en otro sentido; decía: “Creer en Dios ante todo y sobre todo es querer que le haya” . Por tanto, cuando la realidad aparente nos muestre el absurdo y nos empuje hacia la generalización de que el conjunto de la vida participa de esa consideración, según Unamuno, y veremos que también según Ortega, de lo que se trata es de ir más allá de lo que se percibe y buscar el sentido oculto, escondido detrás de ese absurdo aparente.

VIVIMOS TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE

 

“No se sabe hacia qué centro de gravitación van a ponderar en un próximo porvenir las cosas humanas, y por ello la vida del mundo se entrega a una escandalosa provisoriedad. Todo, todo lo que hoy se hace en lo público y en lo privado —hasta en lo íntimo—, sin más excepción que algunas partes de algunas ciencias, es provisional. Acertará quien no se fíe de cuanto hoy se pregona, se ostenta, se ensaya y se encomia (…) Todo, desde la manía del deporte físico (la manía, no el deporte mismo) hasta la violencia en política; desde el «arte nuevo» hasta los baños de sol en las ridículas playas a la moda. Nada de eso tiene raíces, porque todo ello es pura invención, en el mal sentido de la palabra, que la hace equivaler a capricho liviano. No es creación desde el fondo sustancial de la vida; no es afán ni menester auténtico. En suma: todo eso es vitalmente falso (…) Sólo hay verdad en la existencia cuando sentimos sus actos como irrevocablemente necesarios. No hay hoy ningún político que sienta la inevitabilidad de su política, y la siente tanto menos cuanto más extremo es su gesto, más frívolo, menos exigido por el destino. No hay más vida con raíces propias, no hay más vida autóctona que la que se compone de escenas ineludibles. Lo demás, lo que está en nuestra mano tomar o dejar o sustituir, es precisamente falsificación de la vida. La actual es fruto de un interregno, de un vacío entre dos organizaciones del mando histórico: la que fue, la que va a ser. Por eso es esencialmente provisional” (Ortega y Gasset[1]).