domingo, 31 de julio de 2022

LA RAZÓN UNIFICA LOS DATOS DE LA EXPERIENCIA…

 

    “Comprender es, por lo pronto, simplificar, sustituir la infinidad de los fenómenos por un repertorio finito de ideas. Cuanto más reducido sea este repertorio, la comprensión es más enérgica. El ideal de la ciencia sería explicar con una sola idea todos los hechos del Universo. ¿En qué consiste ese poder mágico de una idea en virtud del cual, puesta a un lado, pesa ella sola tanto como los hechos todos de la realidad puestos de otro? Consiste sencillamente en que esa idea aísla y define un hecho radical del que todos los demás son puras modificaciones y combinaciones. Así la física ha aspirado a demostrar que las infinitas clases de movimientos observadas en el cosmos son casos particulares de un tipo único de desplazamiento: la caída de un cuerpo sobre otro” (Ortega y Gasset[1]).

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    “Nuestros ojos al abrirse, acotan siempre un trozo de planeta, poniendo en él la unidad de un horizonte” (Ortega y Gasset[2]).

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…PERO ES LA EXPERIENCIA CONCRETA Y PARTICULAR LO QUE FINALMENTE SE TRATA DE ENTENDER

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 “Lo general no es más que un instrumento, un órgano para ver claramente lo concreto; en lo concreto está su fin (…) Cultura no es otra cosa sino esa premeditada, astuta, vuelta que se toma con el pensamiento —que es generalizador— para echar bien la cadena al cuello de lo concreto” (Ortega y Gasset[3]).



[1] José Ortega y Gasset: “El Espectador” Vol. VIII, O. C. Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, p. 670.

[2] José Ortega y Gasset: “El Espectador” Vol. VIII, O. C. Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, p. 678.

[3] Ortega y Gasset: “Vieja y nueva política”, O. C. Tº 1, p. 284.

viernes, 29 de julio de 2022

ALGUIEN AMOROSO DENTRO DE NOSOTROS GUÍA NUESTRO ENTENDIMIENTO


    “No basta la agudeza intelectual para descubrir una cosa nueva. Hace falta entusiasmo, amor previo por esa cosa. El entendimiento es una linterna que necesita ir dirigida por una mano, y la mano necesita ir movilizada por un afán preexistente hacia este o el otro tipo de posibles cosas. En definitiva, sólo se encuentra, lo que se busca y el entendimiento encuentra gracias a que el amor busca. Por eso todas las ciencias han comenzado por ser aficiones de aficionados (…) El amor busca para que el entendimiento encuentre (…) El que busca no tiene, no conoce aún lo que busca y, por otra parte, buscar es ya tener de antemano y presumir lo buscado. Buscar es anticipar una realidad aún inexistente, predisponer su aparición, su presentación”. (Ortega y Gasset[1]).

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    “Existe una vida que está bajo la conciencia: en ese oscuro recinto inexplorable alientan instintos que no conocemos; allí llegan sensaciones de que no nos damos cuenta: en él se realiza todo género de operaciones fisiológicas y psíquicas de las que únicamente percibimos los resultados. Tratamos de hallar la solución de un problema y vanamente torturamos el entendimiento: desesperanzados abandonamos el trabajo y divertimos la imaginación. Cuando menos podríamos suponerlo, la luz se hace y el problema se halla resuelto. ¿Puede tener otra explicación esto, que admitir la existencia de una labor análoga a la intelectual, a la consciente, verificándose callada, bajo la conciencia?” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 383-384.

[2] José Ortega y Gasset: “Artículos”, O. C. Tº 1º, Madrid, Alianza, 1983, pp. 29-30

miércoles, 27 de julio de 2022

LA VIDA ES IRRACIONAL (PERO SOLO DISPONEMOS DE LA RAZÓN PARA INTENTAR ENTENDERLA)


 

     “La vida, señores, es un fluido indócil que no se deja retener, apresar, salvar. Mientras va siendo, va dejando de ser irremediablemente. Cuando queremos prender al sentimiento que en este instante sentimos y volvemos a él la atención, ya ha concluido y ha dejado su puesto a otro. Del que buscábamos vemos sólo la espalda fugitiva, que se aleja tiempo abajo, con vago ademán de espectro” (Ortega y Gasset[1]).

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     La vida es esquiva. Lo es en el sentido de que no existe un presente o un pasado en el que anclarla y hacer que allí resida lo que somos. “Ser” es estar en camino, es “ir siendo”. Los conceptos no pueden dar razón suficiente de ello, porque un concepto es algo fijo, se acomoda a lo que las cosas “son”, traicionando, pues, ese otro “ir siendo” que está en movimiento. Para pensar, pues, las cosas, hemos de abstraernos, salir de ese flujo en que la vida consiste y estancarnos en ese momento irreal que es el concepto (¡y no tenemos, sin embargo, otro modo de intentar entender que no sea pensando!). La razón funciona aquietando ese discurrir imparable que es la vida, es decir, que funciona saliéndose de la vida. Solo capta lo que las cosas y nosotros mismos seríamos si nos quedásemos parados. “Pasado” y “presente” son estancamientos, modos de querer atrapar la vida que, mientras tanto, sigue discurriendo. Vivir no es, pues, haber estado en el pasado o estar en el presente: eso es haber vivido, Vivir es… caminar, estar caminando. ¿Hacia dónde? Inevitablemente, hacia el futuro. “Somos” mientras “vamos siendo” camino del futuro. Por todo esto dice Ortega: “En un buen orden psicológico, pues, lo decisivo no es la suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser: el apetito, el afán, la ilusión, el deseo. Nuestra vida, queramos o no, es en su esencia misma futurismo” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Para un museo romántico”, en “El Espectador”, Vol. VI, O. C. Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, p. 519

[2] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 434-435.

lunes, 25 de julio de 2022

“NADA ES SOLAMENTE LO QUE ES” (María Zambrano)

 

Edward Hopper-“Mañana en Cape Cod”

     “El futuro no existe sino en el presente, porque existir y ser presente son lo mismo. Pero lo que existe como futuro es, precisamente, lo aún inexistente. De ese futuro solo existe ahora “nuestro esperarlo” y “nuestro temerlo”. Y como el hombre es, ante todo, futurición, es, ante todo, un enjambre de esperanzas y temores” (Ortega y Gasset[1]).

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     “Vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser. ¿No perciben ustedes la fabulosa paradoja que esto encierra? ¡Un ser que consiste, más que en lo que es, en lo que va a ser; por tanto, en lo que aún no es! Pues esta esencial, abismática paradoja es nuestra vida. Yo no tengo la culpa de ello. Así es en rigorosa verdad (…) Y ahora me basta con sacar la inmediata consecuencia de todo esto: si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a ser, quiere decirse que en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo temporal: decidir lo que vamos a ser —por tanto, el futuro. Y, sin parar, recibimos ahora, una tras otra, toda una fértil cosecha de averiguaciones. Primera: que nuestra vida es ante todo toparse con el futuro. He aquí otra paradoja. No es el presente o el pasado lo primero que vivimos, no; la vida es una actividad que se ejecuta hacia adelante, y el presente o el pasado se descubre después, en relación con ese futuro. La vida es futurición, es lo que aún no es” (Ortega y Gasset)[2].



(0) María Zambrano: “Notas de un método”, Madrid, Mondadori, 1989, pág. 119

[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 215.

[2] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 419-420.

sábado, 23 de julio de 2022

LOS DOS TIPOS HUMANOS FUNDAMENTALES: LOS DE VITALIDAD ASCENDENTE Y DESCENDENTE


 

      “Cada cual advierte que todos sus actos, mentales o materiales, manan, como de un hontanar, de un oculto tesoro de energía viviente, que es el fondo de su ser. Y advierte además que ese tesoro tiene una cuantía determinada y que a veces parece menguar y otras henchirse como una vena fluvial hasta cierto nivel máximo. Y no sólo percibe éste su básico tesoro de energía, sino, lo que es más sorprendente, al entrar en contacto con otro hombre, nota al punto la cantidad y calidad de la vitalidad ajena. ¿Quién no lo ha experimentado? Al separarnos de cierta persona con quien hemos conversado un buen rato nos sentimos tonificados. Y no porque aquella persona sea muy inteligente, ni porque se haya mostrado bondadosa: no le debemos ni una enseñanza ni un favor. Sin embargo, salimos del trato con ella como refrescados, llenos de confianza en nosotros mismos, optimistas, saturados de impulsos y plenitud, con una firme fe en la existencia. Si queremos analizar los motivos de esta corroboración y aumento de vitalidad, no hallamos ninguno concreto. Mas hay otras personas cuya proximidad, por breve que sea, nos deja maltrechos y extenuados, llenos de desconfianza y como si la existencia hubiese cobrado un agrio sabor. Al separarnos de ellas somos menos que antes y, por decirlo así, hemos perdido calorías. Y es que, en efecto, hay dos clases de seres: unos, dotados de vitalidad rebosante, que se mantienen siempre en «superávit»; otros, de vitalidad insuficiente, siempre en «déficit». El exceso de aquéllos nos contamina favorablemente, nos corrobora y nutre; el defecto de éstos nos sorbe vida, nos deprime y mengua” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Vitalidad, alma, espíritu”, en “El Especatador”, Vol. V,  O. C. Tº 2, p. 459

viernes, 22 de julio de 2022

QUÉ SIGNIFICA QUE, SEGÚN ORTEGA, VIVIMOS DE DENTRO A FUERA

 

     Frente a la idea de Darwin de que lo que el hombre sea es algo que se decide como adaptación al medio, Ortega pone el énfasis en la idea de que “el alma esculpe el cuerpo”[1], lo cual quiere decir que el cuerpo es el medio de expresión, de salida hacia el exterior que tiene el alma. Por eso dice también Ortega que somos “un dentro que tiene que convertirse en un fuera”[2]. El medio es el “fuera”, no al que el hombre ha de prioritariamente adaptarse, sino el que recoge esa íntima energía de que es portadora el alma y le sirve a esta como medio de expresión. Dice asimismo Ortega: “Nada hay en el mundo físico que no tenga su logaritmo psicológico o viceversa. Como Goethe cantaba: ‘Nada hay dentro, nada hay fuera. / Lo que hay dentro, eso hay fuera’”. Y concluye: “La hermandad radical entre alma y espacio, entre el puro «dentro» y el puro «fuera», es uno de los grandes misterios del Universo que más ha de atraer la meditación de los hombres nuevos (…) alma y mundo: hay entre ellos un nexo nada físico, un influjo irreal: la funcionalidad simbólica. El mundo como expresión del alma”[3].



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la expresión, fenómeno cósmico”, en “El Espectador”, Vol. VII, O. C. Tº 2, p. 590.

[2] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C. Tº 12, p. 140.

[3] Ortega y Gasset: “Sobre la expresión, fenómeno cósmico”, en “El Espectador” Vol. VII, O. C. Tº 2, pp. 585-586.

domingo, 17 de julio de 2022

CÓMO EL HOMBRE DESCUBRIÓ LA LEJANÍA EN EL RENACIMIENTO (Y POR QUÉ LE COSTÓ TANTO)

 

Cuando el hombre, a partir del Renacimiento, superando su vértigo y su agorafobia ancestrales, se atrevió a incluir en su perspectiva, en su forma de mirar, la lejanía, se empezaron a hacer posibles los recursos con los que afrontar esa nueva dimensión que en el mundo había aparecido: de ese modo, el hombre comenzó a atreverse a realizar los grandes viajes de descubrimiento y exploración, se realizaron asimismo grandes inventos como la brújula, el compás o el telescopio, gracias a los cuales se hizo posible investigar los mundos lejanos, y también los hombres empezaron a indagar en esa otra dimensión de la lejanía que es el tiempo futuro, de modo que, entre otras cosas, acabó por aparecer la idea de progreso. En la asombrosa trayectoria recorrida por el hombre occidental desde el Renacimiento hasta ahora, ha tenido mucho que ver esta nueva forma de mirar que llevó al hombre a descubrir la lejanía.


sábado, 16 de julio de 2022

ESE ENTE SEMIDESCONOCIDO QUE LLAMAMOS “YO”

 


     A propósito de los ingredientes de los que estamos hechos, dice Ortega: “Podemos reducir los componentes de toda vida humana a tres grandes factores: vocación, circunstancia y azar”[1]. Para llevar adelante esa vocación a través de las dificultades, limitaciones y también propuestas que imponen la circunstancia y el azar, montamos nuestro proyecto de vida. “Yo” (el segundo “yo” de la proposición “yo soy yo y mi circunstancia”) soy el que lleva adelante ese proyecto de vida. “No es el yo –dice Ortegani una cosa material ni una cosa espiritual. No es cosa ninguna, sino una tarea, un proyecto de existencia”[2]. Nuestro yo no nos está esperando como realizado al final de nuestras aspiraciones, de nuestras metas. Somos mientras vamos siendo, camino del que hemos de ser. “Cada cual –dice Ortegaes el que tiene que llegar a ser, aunque acaso no consiga ser nunca”[3]. No soy, pues, algo independiente de ese proyecto que en ese caso me hubiera sobrevenido; no: soy ese proyecto realizándose. Pero, y aquí viene lo bueno, yo no soy evidente ni para mí mismo: me voy descubriendo a través de las vicisitudes por las que atravieso camino de las metas que me he propuesto (y que no son absolutas, sino que la marcha de la vida puede irlas haciendo cambiar). Dice Ortega sobre esto: “Ese fondo, ese núcleo del corazón, es, en efecto, secreto; lo es en buena parte para nosotros mismos, que lo llevamos dentro; mejor dicho, que somos llevados por él (…) y nos es difícil percibirlo, como nos es difícil ver el palmo de tierra sobre que pisan nuestros pies”[4]. Ese yo profundo, pues, se nos va haciendo paulatinamente más conocido. De él vamos sabiendo a través de nuestras elecciones. Esas elecciones están guiadas no por nuestros deseos, sino por algo más íntimo: nuestras necesidades. En cada elección vamos descubriendo eso que necesitamos ser para ser auténticos, porque nuestro yo profundo nos lo va sutilmente manifestando.



[1] Ortega y Gasset: “Velázquez”, O. C. Tº 8, Madrid, Alianza, 1983, p. 468.

[2] Ortega y Gasset: “Goya”, O. C. Tº 7, p. 549.

[3] Ortega y Gasset: “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, p. 405.

[4] Ortega y Gasset: “Estudios sobre el amor”, O. C. Tº 5, p. 600.


jueves, 14 de julio de 2022

LA VIDA HUMANA NECESARIAMENTE DISCURRE HACIA UNA META

Rob Gonsalves

 

   “El investigador de la naturaleza, el hombre de entendimiento productivo, en sentido propio, ya sea un experimentador como Faraday, ya un teórico como Galileo, ya un calculador como Newton, encuentra en su mundo siempre cantidades, nunca direcciones, y las mide, las experimenta, las ordena. La cantidad es lo único que se acomoda a la concepción por números, a la definición por causa y efecto, a la explicación por conceptos, fórmulas y leyes. Aquí acaban las posibilidades de todo conocimiento naturalista puro. Todas las leyes son conexiones cuantitativas, o, como el físico dice, todos los procesos físicos transcurren en el espacio (…) Pero las impresiones o aspectos históricos son irreductibles a la cantidad. Su órgano es otro (…) En efecto, hay un conocimiento de la naturaleza y un conocimiento de los hombres. Hay la experiencia científica y la experiencia de la vida” (Oswald Spengler[1]).

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    “La vida del alma humana está determinada por un objetivo. Ningún hombre puede pensar, sentir, desear ni soñar sin que todo esto esté determinado, condicionado, limitado, seleccionado, dirigido por un objetivo” (Alfred Adler[2]).

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   “El hombre (es) formalmente puro movimiento y movimiento que va atraído por una meta” (Ortega y Gasset[3]).


[1] Oswald Spengler: “La decadencia de Occidente”. 2 Ts. Madrid, Espasa Calpe, 1976, Tº 1ª, p. 145.

[2] Alfred Adler: “Conocimiento del hombre”, Madrid, Espasa Calpe, 1975, p. 23.

[3] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 151.

martes, 12 de julio de 2022

LA FANTASÍA, NUESTRA FUNCIÓN MÁS PODEROSA Y PECULIAR, O ANCLA EN LO QUE SE PERCIBE O ABOCA A LA LOCURA

Igor-Morski-"Cabeza de pájaro"
 

     “La fantasía tiene fama de ser la loca de la casa. Mas la ciencia y la filosofía, ¿qué otra cosa son sino fantasía? El punto matemático, el triángulo geométrico, el átomo físico, no poseerían las exactas calidades que los constituyen si no fuesen meras construcciones mentales. Cuando queremos encontrarlos en la realidad, esto es, en lo perceptible y no imaginario, tenemos que recurrir a la medida, e ipso facto se degrada su exactitud y se convierten en un inevitable «poco más o menos». ¡Qué casualidad! Lo propio que acontece a los personajes poéticos. Es indubitable: el triángulo y Hamlet tienen el mismo pedigree. Son hijos de la loca de la casa, fantasmagorías” (Ortega y Gasset (1)).

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   “Nuestra fantasía libre, en su gentil oficio de componer y descomponer, tiene siempre, a la postre, que pedir prestado su material a otra función psíquica más elemental: la percepción. El poder más genial de imaginar está reducido, en rigor, a zurcir trozos que la percepción le proporciona. Nuestras ideas, por vagas, sutiles y puras que sean, proceden siempre de ella, y las usamos como de un crédito abierto sobre la percepción. Sirve esta de puerta única por donde penetra en nosotros el material ineludible sobre que opera toda nuestra actividad psíquica” (Ortega y Gasset[2]).

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“El ideal de una cosa o, dicho de otro modo, lo que una cosa debe ser, no puede consistir en la suplantación de su contextura real, sino, por el contrario, en el perfeccionamiento de ésta. Toda recta sentencia sobre cómo deben ser las cosas presupone la devota observación de su realidad” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “Ideas y creencias”, O. C. Tº 5, pp. 403-404.

[2] Ortega y Gasset: “La percepción del prójimo”, en “Teoría de Andalucía y otros ensayos”, O. C. Tº 6, p. 155.

[3] Ortega y Gasset: “España invertebrada”, O. C. Tº3, pág. 101


domingo, 10 de julio de 2022

“SOMOS, SIN DUDA, HIJOS DE LA FANTASÍA” (Ortega y Gasset)


 

   “El animal (…) no tiene intimidad, esto es, mundo interior, porque no tiene imaginación. Lo que llamamos nuestra intimidad no es sino nuestro imaginario mundo” (Ortega y Gasset[1]).

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   “No hay duda que en todo ser animado, el más importante de sus mecanismos es la atención. Estamos allí donde atendemos. Por eso he repetido tantas veces: dime a lo que atiendes y te diré quién eres. Pues bien, delante de estos simios del Retiro consideraba yo cómo ni un solo instante dejan de atender a su contorno físico, al paisaje. Están alertas hacia él, como obsesos por cualquiera variación que en su alrededor cósmico acontezca (…) La situación del hombre le permite desatender más o menos lo que pasa fuera, en el paisaje, en las cosas y, a ratos cuando menos, invertir la puntería de su atención dirigiéndola hacia sí. Esta capacidad, que parece tan sencilla, es la que hace posible al hombre como tal. Merced a ella puede volverse de espaldas al fuera, que es el paisaje, salir de él y meterse dentro. El animal está siempre fuera (…) Por eso, cuando el contorno le deja en paz y sin alteración, el animal no es nada, deja de ser y se duerme, esto es, borra su propio ser en cuanto animado. Cuando existe, existe en permanente alteración y perpetuo sobresalto y atropello (…) Al hombre, en cambio, le es dado no estar siempre fuera de sí, en el mundo; le es dado «retirarse del mundo» y ensimismarse” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “Ideas y creencias”, O. C. Tº 5, p. 401.

[2] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº 6, p. 76.

viernes, 8 de julio de 2022

RAZÓN DE SER DEL QUIJOTE Y DE LAS NOVELAS EN GENERAL. ¿ESTÁ EN CRISIS LA NOVELA?


 

  La novela es un instrumento al servicio del conocimiento del hombre. Realiza esa función trasladándonos imaginariamente a escenarios en los que podemos explorar ese mundo íntimo nuestro que se reconoce en los personajes novelados, en sus aspiraciones, en sus ideales, en sus aventuras, para probarse en ellos gracias a la imaginación y así descubrir potencialidades, latencias que no llegan a aflorar en la vida concreta de cada cual, de cada lector, pero que el juego de la narración literaria permite explorarlas haciéndolas discurrir, con ayuda de la fantasía, por los limitadores y frustrantes parajes que opone la realidad.

    Como dice Ortega, le es esencial a la novela, desde su inicial aparición con el Quijote, su carácter tragicómico: el protagonista vive como tragedia su heroica aspiración a ver realizados sus ideales, tragedia que decae en comedia cuando tan altas aspiraciones chocan con la dura realidad y ponen al descubierto la debilidad y vulgaridad del pretendido héroe.

   Como una expresión más de la crisis cultural que vive nuestro tiempo, Ortega detecta que esa crisis ha llegado también a la novela. En la novela contemporánea, dice, el ideal que ha de mover a los protagonistas “cae desde poquísima altura”. ¡Malos tiempos para la lírica… y para la novela!

miércoles, 6 de julio de 2022

LOS CONCEPTOS SON MODOS DE REDONDEAR LAS COSAS PERCIBIDAS REFIRIÉNDOLAS A SUS FORMAS PERFECTAS DE SER

 

Leonardo da Vinci: "El hombre de Vitruvio"

   “La misión del pensamiento es construir ejemplaridades; quiero decir, destacar entre las figuras infinitas que la realidad presenta aquellas en que, por su mayor pureza, esa realidad se hace más patente. Una vez entendida en su caso ejemplar, la realidad se esclarece también en sus formas turbias, confusas y deficientes, que son las de mayor frecuencia (…) En el orden humano al menos, lo depravado, lo torpe y lo trivial son parásitos tenaces de la perfección. No se le dé vueltas: el médico dañino vive gracias al egregio, y si hay tantos malos escritores es porque ha habido algunos buenos” (Ortega y Gasset[1]).

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     “Pensar es, quiérase o no, exagerar. Quien prefiera no exagerar tiene que callarse; más aún: tiene que paralizar su intelecto y ver la manera de idiotizarse” (Ortega y Gasset[2]).

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POR ESO, ENREDARSE EN LAS VULGARIDADES ES SEÑAL DE UN PENSAMIENTO PEREZOSO O DEPRIMIDO.

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“Cuando hemos llegado hasta los barrios bajos del pesimismo  y no hallamos nada en el universo que nos parezca una afirmación capaz de salvarnos, se vuelven los ojos hacia las menudas cosas del vivir cotidiano” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “Prólogo a ‘Veinte años de caza mayor’, del conde  de Yebes”, O. C. Tº 6, Madrid, Alianza, 1983, p. 462.

[2] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 236.

[3] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C., Tº 1º, pág. 323.

domingo, 3 de julio de 2022

VITALIDAD, ALMA, ESPÍRITU: LAS CAPAS DE LA PERSONALIDAD SEGÚN ORTEGA Y GASSET

 


    Ortega ve el mundo psíquico estructurado en tres niveles: el más profundo, el núcleo primario de nuestra personalidad, es la vitalidad, la energía vital o, como también la llama, el “alma corporal”. Esa fuerza vital encuentra un primer aterrizaje en la siguiente capa íntima de la personalidad: el alma propiamente dicha, que está hecha con nuestras emociones, que transportan aquella energía vital. Por último, el espíritu, la tercera capa, donde se sitúan los procesos racionales, guiados por reglas objetivas y que a priori son comunes a todos los hombres. Sin embargo, el alma, nuestra afectividad, filtra y selecciona aquello que llega hasta nuestra capacidad de raciocinio: las emociones básicas van a sustentar aquello que somos capaces de atender. La conducta humana está, pues, primariamente determinada por los sentimientos; las ideas vienen a servir de refuerzo racional a esos sentimientos, y aparecen en la medida en que el foco atencional (de origen emocional) lo permite. “La atención –dice Ortega no es otra cosa que una preferencia anticipada, preexistente en nosotros, por ciertos objetos”[1]. Es decir, que existe en nosotros una propensión a desear y preferir (el alma) anterior al hecho de conocer lo deseado y prefrido. Como dice también Ortega: “No somos, pues, en última instancia, conocimiento, puesto que este depende de un sistema de preferencias que más profundo y anterior existe en nosotros”[2]. La clave está en saber cuáles son las emociones básicas que sirven de foco que acota al tipo de razonamientos que somos capaces de admitir, y que, como he expuesto en mi último vídeo y en anteriores publicaciones, serían fundamentalmente el resentimiento y su contraria, la empatía. Y habría que añadir el sentimiento de dependencia, que llevaría a la mayoría a adscribirse a las sugestiones de unos u otros.



[1] Ortega y Gasset: “Corazón y cabeza”, en “Teoría de Andalucía y otros ensayos”, O. C. Tº 6, p. 151.

[2] Ortega y Gasset: “Corazón y cabeza”, en “Teoría de Andalucía y otros ensayos”, O. C. Tº 6, p. 152.

sábado, 2 de julio de 2022

DÓNDE RESIDE EL ALMA

 

“El vuelo del alma”-Louis Janmot (1814-1892)

“El hombre exterior está habitado por un hombre interior. Tras el cuerpo está emboscada el alma” (Ortega y Gasset[1]).

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“La sede del alma está ahí donde el mundo interior y el mundo exterior se rozan. Donde uno y otro se entrecruzan está el alma, en cada punto de contacto” (Novalis[2]).

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“Entre el yo y el fuera de la naturaleza se interpone lo que llamamos alma” (María Zambrano[3]).

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“El alma (…) es algo lo suficientemente misterioso como para no estar seguros de en qué proporción yo soy mundo y en qué proporción el mundo soy yo (…) Es, en consecuencia, como si nuestra conciencia estuviera entre dos mundos o realidades o, quizá mejor dicho, entre dos clases totalmente distintas de fenómenos u objetos psicológicos. Una mitad de las percepciones fluye hasta ella a través de los sentidos; la otra mitad, a través de la intuición, esa contemplación de procesos interiores estimulados por lo inconsciente (…) Estas dos imágenes del mundo son incompatibles entre sí, y no hay lógica alguna que pueda conciliarlas (…) Y, sin embargo, siempre ha sentido la humanidad la necesidad de unir de algún modo estas dos imágenes del mundo” (Carl Gustav Jung[4]).

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“No hallarás los límites del alma, no importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón” (Heráclito[5]).

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“Recuerda, pues, o sueña tú alma mía

–la fantasía es tu sustancia eterna–

lo que no fue;

con tus figuraciones hazte fuerte,

que eso es vivir y lo demás es muerte”

(Miguel de Unamuno[6])



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la expresión fenómeno cósmico”, en “El Espectador”, Vol. VII, O. C. Tº 2, p. 578.

[2] Novalis, citado en Antonio Pau: “Novalis. La nostalgia de lo invisible”, Madrid, Trotta, 2010, p. 29.

[3] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Barcelona, Planeta De Agostini, 2011, p. 29.

[4] Carl Gustav Jung: “Civilización en transición”, Obra Completa, vol. 10-“Sobre lo inconsciente”, Madrid, Trotta, 2001, pp. 16-17.

[5] VVAA.: “De Tales a Demócrito. Fragmentos presocráticos”, Madrid, Alianza, 2001, Fragmento nº 67.

[6] Miguel de Unamuno: “Poesía Completa”, Madrid, Alianza.