Cuando el hombre, a partir del Renacimiento, superando su
vértigo y su agorafobia ancestrales, se atrevió a incluir en su perspectiva, en
su forma de mirar, la lejanía, se empezaron a hacer posibles los recursos con
los que afrontar esa nueva dimensión que en el mundo había aparecido: de ese
modo, el hombre comenzó a atreverse a realizar los grandes viajes de
descubrimiento y exploración, se realizaron asimismo grandes inventos como la
brújula, el compás o el telescopio, gracias a los cuales se hizo posible
investigar los mundos lejanos, y también los hombres empezaron a indagar en esa
otra dimensión de la lejanía que es el tiempo futuro, de modo que, entre otras
cosas, acabó por aparecer la idea de progreso. En la asombrosa trayectoria
recorrida por el hombre occidental desde el Renacimiento hasta ahora, ha tenido
mucho que ver esta nueva forma de mirar que llevó al hombre a descubrir la
lejanía.
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