martes, 30 de enero de 2024

EL PELIGRO QUE SUPONE LA CERCANÍA DE LOS HOMBRES

 

“Sabido es que el ser humano no puede, sin más ni más, aproximarse a otro ser humano (…) Siempre fueron menester grandes precauciones para acercarse a esa fiera con veleidades de arcángel que suele ser el hombre. Por eso corre a lo largo de toda la historia la evolución de la técnica de la aproximación, cuya parte más notoria y visible es el saludo. Tal vez, con ciertas reservas, pudiera decirse que las formas del saludo son función de la densidad de población; por tanto, de la distancia normal a que están unos hombres de otros. En el Sahara cada tuareg posee un radio de soledad que alcanza bastantes millas. El saludo del tuareg comienza a cien yardas y dura tres cuartos de hora. En la China y el Japón, pueblos pululantes, donde los hombres viven, por decirlo así, unos encima de otros, nariz contra nariz, en compacto hormiguero, el saludo y el trato se han complicado en la más sutil y compleja técnica de cortesía (…) En esa proximidad superlativa todo es hiriente y peligroso: hasta los pronombres personales se convierten en impertinencias. Por eso el japonés ha llegado a excluirlos de su idioma, y en vez de «tú» dirá algo así como «la maravilla presente», y en lugar de «yo» hará una zalema y dirá: «la miseria que hay aquí»” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, Madrid, Alianza, pp. 302-303.


miércoles, 24 de enero de 2024

SOMOS LO QUE SEREMOS SIN OLVIDAR LO QUE FUIMOS

“Quiérase o no, la vida humana es constante ocupación con algo futuro. Desde el instante actual nos ocupamos del que sobreviene. Por eso vivir es siempre, siempre, sin pausa ni descanso, hacer. ¿Por qué no se ha reparado en que hacer, todo hacer, significa realizar un futuro? Inclusive cuando nos entregamos a recordar. Hacemos memoria en este segundo para lograr algo en el inmediato, aunque no sea más que el placer de revivir el pasado. Este modesto placer solitario se nos presentó hace un momento como un futuro deseable; por eso lo hacemos. Conste, pues: nada tiene sentido para el hombre sino en función del porvenir” (Ortega y Gasset[1]).

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Influidos por una psicología ya anticuada, queremos cegarnos ante el hecho palmario de que, en la realidad psíquica, el pasado no muere, sino que persiste, formando parte de nuestro hoy. Y no sólo perduran aquellos breves trozos de nuestro personal pretérito que recordamos, sino que todo él, íntegramente, colabora en nuestro ser actual, como en el fin de una melodía actúa su comienzo, inyectándolo de sentido peculiar” (Ortega y Gasset(2)).



[1]   Ortega y Gasset: "La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, pp. 265-266.

[2] Ortega y Gasset: “El Quijote en la escuela”, en “El Espectador”, Vol. 3, O. C. Tº 2, p. 300.

domingo, 21 de enero de 2024

CRISTIANISMO Y ESTOICISMO: LAS 2 RAÍCES DE LAS QUE BROTÓ OCCIDENTE


 

El estoico Marco Aurelio resume sus propuestas diciendo: “Conmigo casa todo lo que casa bien contigo, mundo”. Pero 150 años antes Jesús había declarado: “Mi reino no es de este mundo”. ¿Cómo hacer compatibles y llevar a síntesis dos fórmulas de vida tan contrapuestas? Pues precisamente eso es lo que se ha dedicado a hacer nuestra civilización, y de esa síntesis, a duras penas lograda todavía, es de donde ha surgido Occidente, el mundo en el que vivimos. El objetivo final es entender que nuestro yo está inadaptado a este mundo, pero tiene que desenvolverse en él; en suma, que "yo soy yo y mi circunstancia".

miércoles, 17 de enero de 2024

POR QUÉ NO SABEMOS LO QUE NOS PASA

 

Los hombres primitivos se aferraban tanto a su pasado que periódicamente hacían ceremonias para restaurar simbólicamente el “tiempo original”, que merecía subsistir “por los siglos de los siglos”. El historiador de las religiones y antropólogo Mircea Eliade decía: “Lo que hace el hombre arcaico ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestos inaugurados por otros”[1]. Las verdades a las que se aferraba ese hombre primitivo eran eternas e inamovibles. No había nada que añadir a lo que en ellas se establecía, por lo que el progreso era imposible. A partir del Renacimiento, pero sobre todo desde el siglo XVII, los hombres se fueron desprendiendo de ese lastre inmovilizador. El mismo Eliade dice: “La diferencia capital entre el hombre de las civilizaciones arcaicas y el hombre moderno, ‘histórico’, está en el valor creciente que este concede a los acontecimientos históricos, es decir, a esas ‘novedades’ que, para el hombre tradicional constituían hallazgos carentes de significación, o infracciones a las normas (por consiguiente, ‘faltas’, ‘pecados’, etc.), y que por esa razón necesitaban ser ‘expulsados’ (abolidos) periódicamente”[2]. Pero el caso es que el péndulo de la cultura se fue yendo para el otro extremo: van dejando de estar vigentes cada vez más los valores que nos ligan al pasado: la fidelidad, el compromiso, el sentimiento de pertenencia… Incluso nuestro pasado en sentido biológico: el sexo ya no es parte de la propia identidad; el ciborg, el hombre-máquina, se propone como referencia de lo que vamos a pasar a ser. Las fuentes de identidad han ido desapareciendo. Ya no sabemos quiénes somos. O como dice Ortega y Gasset“No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa: el hombre de hoy empieza a estar desorientado con respecto a sí mismo, dépaysé, está fuera de su país, arrojado a una circunstancia nueva que es como una tierra incógnita. Tal es siempre la sensación vital que se apodera del hombre en las crisis históricas”[3].

[1] Mircea Eliade: “El mito del eterno retorno”, Madrid, Alianza, 1979. pág. 15

[2] Mircea Eliade: “El mito del eterno retorno”, Madrid, Alianza, 1979, p.141-142

[3] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº 5, pág. 93

domingo, 14 de enero de 2024

SOCIEDAD = MINORÍA EXCELENTE + SEGUIDORES

 

“Unos cuantos grandes hombres pueden pesar lo que un pueblo, más que un pueblo. En la historia de la cultura acaso pese más Cervantes que todo el continente africano. Y por otra parte, ¿hasta qué punto un pueblo sin grandes hombres sería verdaderamente un pueblo? Una raza —dice justamente Renan— es, ante todo, un molde de educación moral. Y ¿es ésta posible sin grandes hombres? Grandes educadores o grandes educados, ¿no son los grandes hombres síntomas de la capacidad moral necesaria a todo grupo humano para organizarse en esa unidad superior de cultura, en esa densa y potente animosidad colectiva que llamamos un pueblo?” (Ortega y Gasset (1))

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 “El hombre selecto o excelente está constituido por una íntima necesidad de apelar de sí mismo a una norma más allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone (…) No le sabe su vida si no la hace consistir en servicio a algo trascendente” (Ortega y Gasset[2])



[1] Ortega y Gasset: “Personas, obras, cosas”, O. C. Tº 1, pp. 530-531.

jueves, 11 de enero de 2024

LA FANTASÍA PRECEDE A LA REALIDAD

 

“Casi siempre las cosas humanas comienzan por ser leyendas y sólo más tarde se convierten en realidades” (Ortega y Gasset[1])

“Una parte, una forma de lo real es lo imaginario” (Ortega y Gasset(2))

“Las cosas se fundamentan en algo que yo poseo” (María Zambrano(3))

“Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo” (Ortega y Gasset(4))

“Todo concepto o significación concibe o significa algo objetivo (toda idea lo es de algo que no es ella misma), y, no obstante, es innegable que todo concepto o significación existe como pensado por un sujeto, como elemento de la vida de un hombre. Resulta, pues, a la vez subjetivo y objetivo” (Ortega y Gasset(5))



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 301.

[2] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. I, Obras  Completas, Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, p. 20.

[3] María Zambrano: “Filosofía y Poesía”, en “Obras reunidas”, Madrid, Aguilar, 1971, p. 177.

[4] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. VI, Obras Completas, Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, pág. 526.

[5] Ortega y Gasset: “Filosofía pura”, O. C. Tº 4º, Madrid, Alianza, 1983, p. 57.

lunes, 8 de enero de 2024

LO QUE PASA CUANDO SE PRESCINDE DE LAS DIFICULTADES

 

“Las dificultades con que tropiezo para realizar mi vida son, precisamente, lo que despierta y moviliza mis actividades, mis capacidades. Si mi cuerpo no me pesase, yo no podría andar (…) Vaya esto tan sólo para contrarrestar nuestra ingenua tendencia a creer que la sobra de medios favorece la vida. Todo lo contrario. Un mundo sobrado de posibilidades produce, automáticamente, graves deformaciones y viciosos tipos de existencia humana —los que se pueden reunir en la clase general «hombre-heredero» de que el «aristócrata» no es sino un caso particular, y otro, el niño mimado, y otro, mucho más amplio y radical, el hombre-masa de nuestro tiempo (…) La vida humana ha surgido y ha progresado sólo cuando los medios con que contaba estaban equilibrados por los problemas que sentía (…) (El hombre-masa) percibe sólo la superabundancia de medios, pero no las angustias (…) Este desequilibrio le falsifica, le vicia en su raíz de ser viviente haciéndole perder contacto con la sustancia misma de la vida, que es absoluto peligro, radical problematismo” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, pp. 208 a 210.

ENTENDER LA REALIDAD COMO UNA CONSTRUCCIÓN MENTAL: A DÓNDE NOS ESTÁ LLEVANDO


Exploramos aquí la transformación significativa que experimentó la percepción de la realidad a principios del siglo XX, aunque el proceso que ha llevado hasta ello empezó podemos decir que con Descartes. De la transformación que aconteció en estos albores del siglo XX nos hablaron Virginia Woolf, Ortega y Gasset, Vasili Kandisnky… Y son expresión de ese cambio la aparición de las utopías fascistas y comunistas, la irrupción de las vanguardias artísticas, el descubrimiento de la física cuántica y la teoría de la relatividad, la aparición de movimientos reivindicativos de inéditas identidades nacionales que vinieran a compensar la desaparición de las tradicionales referencias de identidad… Todo apunta a la necesidad de encontrar nuevos terrenos firmes en los que sentir que confiadamente podamos volver a pisar.

martes, 2 de enero de 2024

NO ESTAMOS A LA ALTURA DE LOS TIEMPOS

 

“La civilización, cuanto más avanza, se hace más compleja y más difícil. Los problemas que hoy plantea son archiintrincados. Cada vez es menor el número de personas cuya mente está a la altura de esos problemas (…) No es que falten medios para la solución. Faltan cabezas (…) Este desequilibrio entre la sutileza complicada de los problemas y la de las mentes será cada vez mayor si no se pone remedio y constituye la  más elemental tragedia de la civilización (…) Ahora es el hombre quien fracasa por no poder seguir emparejado con el progreso de su misma civilización (…) Civilización avanzada es una y misma cosa con problemas arduos. De aquí que cuanto mayor sea el progreso, más en peligro está. La vida es cada vez mejor; pero, bien entendido, cada vez más complicada. Claro es que al complicarse los problemas se van perfeccionando también los medios para resolverlos. Pero es menester que cada nueva generación se haga dueña de esos medios adelantados (y eso es lo que está faltando)” (Ortega y Gasset[1])



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, pp. 202-203.