sábado, 16 de julio de 2022

ESE ENTE SEMIDESCONOCIDO QUE LLAMAMOS “YO”

 


     A propósito de los ingredientes de los que estamos hechos, dice Ortega: “Podemos reducir los componentes de toda vida humana a tres grandes factores: vocación, circunstancia y azar”[1]. Para llevar adelante esa vocación a través de las dificultades, limitaciones y también propuestas que imponen la circunstancia y el azar, montamos nuestro proyecto de vida. “Yo” (el segundo “yo” de la proposición “yo soy yo y mi circunstancia”) soy el que lleva adelante ese proyecto de vida. “No es el yo –dice Ortegani una cosa material ni una cosa espiritual. No es cosa ninguna, sino una tarea, un proyecto de existencia”[2]. Nuestro yo no nos está esperando como realizado al final de nuestras aspiraciones, de nuestras metas. Somos mientras vamos siendo, camino del que hemos de ser. “Cada cual –dice Ortegaes el que tiene que llegar a ser, aunque acaso no consiga ser nunca”[3]. No soy, pues, algo independiente de ese proyecto que en ese caso me hubiera sobrevenido; no: soy ese proyecto realizándose. Pero, y aquí viene lo bueno, yo no soy evidente ni para mí mismo: me voy descubriendo a través de las vicisitudes por las que atravieso camino de las metas que me he propuesto (y que no son absolutas, sino que la marcha de la vida puede irlas haciendo cambiar). Dice Ortega sobre esto: “Ese fondo, ese núcleo del corazón, es, en efecto, secreto; lo es en buena parte para nosotros mismos, que lo llevamos dentro; mejor dicho, que somos llevados por él (…) y nos es difícil percibirlo, como nos es difícil ver el palmo de tierra sobre que pisan nuestros pies”[4]. Ese yo profundo, pues, se nos va haciendo paulatinamente más conocido. De él vamos sabiendo a través de nuestras elecciones. Esas elecciones están guiadas no por nuestros deseos, sino por algo más íntimo: nuestras necesidades. En cada elección vamos descubriendo eso que necesitamos ser para ser auténticos, porque nuestro yo profundo nos lo va sutilmente manifestando.



[1] Ortega y Gasset: “Velázquez”, O. C. Tº 8, Madrid, Alianza, 1983, p. 468.

[2] Ortega y Gasset: “Goya”, O. C. Tº 7, p. 549.

[3] Ortega y Gasset: “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, p. 405.

[4] Ortega y Gasset: “Estudios sobre el amor”, O. C. Tº 5, p. 600.


2 comentarios:

  1. Buenas horas, la experiencia nos forja una concepción de la vida y vivimos de conformidad a ella, la defendemos, la protegemos, la alimentamos, la proyectamos; lo importante en la vida es tener una concepción de la misma, de lo contraroo no hemos vivido, sino únicamente "estado"; dudo, luego existo, digo yo.

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    1. Sí, la columna vertebral de nuestra vida es el proyecto en marcha que para ella hemos diseñado escogiendo una meta hacia la que orientarla. Ese proceso no lo ponemos en marcha tanto porque nos conozcamos como porque es a su través como nos vamos conociendo.

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