A propósito de los ingredientes de los que estamos hechos, dice
Ortega: “Podemos reducir los componentes de toda vida humana a tres grandes
factores: vocación, circunstancia y azar”[1]. Para llevar
adelante esa vocación a través de las dificultades, limitaciones y también
propuestas que imponen la circunstancia y el azar, montamos nuestro proyecto de
vida. “Yo” (el segundo “yo” de la proposición “yo soy yo y mi circunstancia”)
soy el que lleva adelante ese proyecto de vida. “No es el yo –dice
Ortega– ni una cosa material ni una cosa espiritual. No es cosa ninguna, sino
una tarea, un proyecto de existencia”[2]. Nuestro yo no
nos está esperando como realizado al final de nuestras aspiraciones, de
nuestras metas. Somos mientras vamos siendo, camino del que hemos de ser. “Cada
cual –dice Ortega– es el que tiene que llegar a ser, aunque
acaso no consiga ser nunca”[3]. No soy, pues,
algo independiente de ese proyecto que en ese caso me hubiera sobrevenido; no:
soy ese proyecto realizándose. Pero, y aquí viene lo bueno, yo no soy evidente
ni para mí mismo: me voy descubriendo a través de las vicisitudes por las que
atravieso camino de las metas que me he propuesto (y que no son absolutas, sino
que la marcha de la vida puede irlas haciendo cambiar). Dice Ortega sobre esto:
“Ese
fondo, ese núcleo del corazón, es, en efecto, secreto; lo es en buena parte
para nosotros mismos, que lo llevamos dentro; mejor dicho, que somos llevados
por él (…) y nos es difícil percibirlo, como nos es difícil ver el palmo de tierra
sobre que pisan nuestros pies”[4]. Ese yo
profundo, pues, se nos va haciendo paulatinamente más conocido. De él vamos
sabiendo a través de nuestras elecciones. Esas elecciones están guiadas no por
nuestros deseos, sino por algo más íntimo: nuestras necesidades. En cada
elección vamos descubriendo eso que necesitamos ser para ser auténticos, porque
nuestro yo profundo nos lo va sutilmente manifestando.
[1]
Ortega y Gasset: “Velázquez”, O. C. Tº 8, Madrid, Alianza, 1983, p. 468.
[2]
Ortega y Gasset: “Goya”, O. C. Tº 7, p. 549.
[3]
Ortega y Gasset: “Goethe desde dentro”, O. C. Tº 4, p. 405.
[4]
Ortega y Gasset: “Estudios sobre el amor”, O. C. Tº 5, p. 600.
Buenas horas, la experiencia nos forja una concepción de la vida y vivimos de conformidad a ella, la defendemos, la protegemos, la alimentamos, la proyectamos; lo importante en la vida es tener una concepción de la misma, de lo contraroo no hemos vivido, sino únicamente "estado"; dudo, luego existo, digo yo.
ResponderEliminarSí, la columna vertebral de nuestra vida es el proyecto en marcha que para ella hemos diseñado escogiendo una meta hacia la que orientarla. Ese proceso no lo ponemos en marcha tanto porque nos conozcamos como porque es a su través como nos vamos conociendo.
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