Frente a la idea de Darwin de que lo que el hombre sea es
algo que se decide como adaptación al medio, Ortega pone el énfasis en la idea
de que “el alma esculpe el cuerpo”[1],
lo cual quiere decir que el cuerpo es el medio de expresión, de salida hacia el
exterior que tiene el alma. Por eso dice también Ortega que somos “un
dentro que tiene que convertirse en un fuera”[2].
El medio es el “fuera”, no al que el hombre ha de prioritariamente adaptarse,
sino el que recoge esa íntima energía de que es portadora el alma y le sirve a
esta como medio de expresión. Dice asimismo Ortega: “Nada hay en el mundo físico que
no tenga su logaritmo psicológico o viceversa. Como Goethe cantaba: ‘Nada hay
dentro, nada hay fuera. / Lo que hay dentro, eso hay fuera’”. Y
concluye: “La hermandad radical entre alma y espacio, entre el puro «dentro» y el
puro «fuera», es uno de los grandes misterios del Universo que más ha de atraer
la meditación de los hombres nuevos (…) alma y mundo: hay entre ellos un nexo
nada físico, un influjo irreal: la funcionalidad simbólica. El mundo como
expresión del alma”[3].
No hay comentarios:
Publicar un comentario