“La realidad radical que habíamos encontrado, para en ella hacer pie
firme, es la vida humana, la de cada cual. Y dijimos primero de ella lo más
abstracto, lo menos remoto de la terminología tradicional, a saber: que era la
coexistencia del yo con las llamadas cosas, el mutuo existirse del hombre y del mundo. Luego, lo que hemos hecho ha sido precisar un
poco la comprensión de esa realidad, diciendo que ese coexistir o mutuo
existirse, ese recíproco serse del
hombre y el mundo, no es una cosa,
sino que es acontecimiento, en un sentido tan radical que no podemos aceptar,
formando parte de esa realidad que es la vida, nada yacente, quieto, y que
tenga un ser estadizo. Yo no soy una cosa (…) Yo no soy mi cuerpo, yo no soy mi alma” (Ortega y Gasset(1)).
Y es así porque “cuerpo” y “alma” son realidades estables,
configuradas, como lo sería el “río” que, sin embargo, ya advierte Heráclito
que no es posible bañarse dos veces en el mismo. También el “cuerpo” y el
“alma” fluyen.
Siempre me ha maravillado la claridad de Ortega. El me enseñó a amar la filosofía sin fanatismos y sobretodo fue mi compañero y maestro s lo largo de mi ya dilatada vida.
ResponderEliminarPues andamos por caminos semejantes. Yo hace más de cincuenta años que me topé con él, y, con altibajos, ya no me he soltado de su mano.
Eliminar