lunes, 5 de diciembre de 2022

“POR MUNDO ENTENDEMOS LA ORDENACIÓN UNITARIA DE LOS OBJETOS” (ORTEGA Y GASSET )


 

“Cada cosa (es) una encrucijada: su vida, su ser es el conjunto de relaciones, de mutuas influencias en que se hallan todas las demás. Una piedra al borde de un camino necesita para existir del resto del Universo” (Ortega y Gasset[1]).

“O confusión, enlazamiento mutuo (de átomos) y dispersión, o unión orden y providencia. Así pues, si lo primero ¿para qué deseo perdurar en un compuesto fortuito y en semejante mezcla? ¿Para qué me preocupo de otra cosa que no sea de cómo llegar al final de una vez? ¿Para qué me inquieto? Pues la dispersión llegará a mí haga lo que haga. Pero si es lo segundo, lo venero, soy constante, y confío en el que me gobierna” (Marco Aurelio[2]).

“Acabamos de reconocerlo: por la hominización, el Universo ha alcanzado un nivel superior, en el que sus potencias físico-morales toman, poco a poco, la forma de una afinidad fundamental que religa los individuos entre ellos y a lo que hemos llamado el «Punto Omega» (…) de este término refluye, en definitiva, la Energía esencial del Mundo, la que, después de haber agitado confusamente la masa cósmica, emerge de ella para formar la Noosfera. ¿Qué nombre hay que dar a semejante clase de influencia? Uno solo: el Amor” (Teilhard de Chardin[3]).

“La realidad no es más que el síntoma de que una cosa ejerce influjo sobre todas las demás y de ellas lo recibe, de que una cosa es necesaria para que el resto subsista. Porque los sapos silban al crepúsculo en sus hoyos, hilan las princesas en sus camarines” (Ortega y Gasset [4]).



(0) (Título): Ortega y Gasset: “Introducción a una estimativa”, O. C. Tº 6, Madrid, Alianza, 1983, p. 318.

[1] Ortega y Gasset: “Adán en el Paraíso”, O. C. Tº 1, p. 482

[2] Marco Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº V, &29, Lº VI, &10, pág. 72

[3] Pierre Teilhard de Chardin: “La energía humana”,  https://docer.com.ar/doc/15xn885, p. 84.

[4] Ortega y Gasset: “Azorín, primores de lo vulgar”, en “El Espectador”, Vol. II, O. C. Tº 2, pp. 182-183.

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