jueves, 15 de junio de 2023

ESTAR TRISTE SIGNIFICA NO SABER DÓNDE ESTÁ LA PUERTA DE SALIDA DE UNO MISMO


“Cuando no hay alegría, el alma se retira a un rincón de nuestro cuerpo y hace de él su cubil (…) Y todas las cosas nos parece que hacen camino rendidas bajo el fardo de su destino (…) Ni el árbol trémulo, ni la sierra que incorpora vacilante su pesadumbre, ni el viejo monumento que perpetúa en vano su exigencia de ser admirado, ni el hombre, que, ande por donde ande, lleva siempre el semblante de estar subiendo una cuesta —nada, nadie manifiesta mayor vitalidad que la estrictamente necesaria para alimentar su dolor y sostener en pie su desesperación. Y, además, cuando no hay alegría, (…) percibimos con extraña evidencia la línea negra que limita cada ser y lo encierra dentro de sí, sin ventanas hacia fuera” (Ortega y Gasset[1]).

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“La naturaleza ha dotado a cada animal de un programa de actos que, sin más, se pueden ejecutar satisfactoriamente. Por eso (…) normalmente los animales son felices. Nuestro sino es opuesto. Los hombres andan siempre melancólicos, maniáticos y frenéticos, maltraídos por todos estos morbos que Hipócrates llamó divinos. Y la razón de ello está en que los quehaceres humanos son irrealizables. El destino —el privilegio y el honor— del hombre es no lograr nunca lo que se propone y ser pura pretensión, viviente utopía. Parte siempre hacia el fracaso, y antes de entrar en la pelea lleva ya herida la sien.” (Ortega y Gasset(2)).



[1] Ortega y Gasset: “Cuando no hay alegría”, en “El Espectador”, Vol. I, O. C. Tº 2, p. 32.

[2] Ortega y Gasset: “Miseria y esplendor de la traducción”, O. C. Tº 5, pp. 433-434.

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