LO QUE LAS CONTRADICE ES UNA LATENCIA DE LAS COSAS MISMAS. POR ESO, DONDE ALCANZAN SU PLENITUD CORREN EL PELIGRO DE PERDERSE EN LA NADA.
Chistoso ¿no? “Cuando rozo el misterio sin poder reírme
de él, me pregunto para qué sirve esa vacuna contra lo absoluto que es la
lucidez”, deduce consecuentemente Cioran[1]. Y también Nietzsche: “¡Y sea falsa para nosotros
toda verdad en la que no haya habido una carcajada!”[2].
Y Ortega aporta
esto al tema: “El mal humor es estéril. Todas las grandes épocas han
sabido sostenerse sobre el abismo de miseria que es la existencia, merced al
esfuerzo deportivo de la sonrisa. Por eso los griegos pensaban que el oficio
principal de los dioses era sonreír y hasta reír. El rumor olímpico es, por
excelencia, la carcajada (…) (Por el contrario) todas las potencias del mal
están muy interesadas en instaurar donde quiera el mal humor. Saben que un
pueblo donde el mal humor se establezca es un pueblo destruido, aventurado,
pulverizado”[3].
[1] E.
M. Cioran: “Silogismos de la amargura”, Barcelona, Tusquets, 1997, p. 99
[2]
Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid,
Alianza, 1981, p. 291
[3] Ortega
y Gasset: “Bronca en la física”-O. C.-Tº 5-pp. 275-76.
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