La Nada es la referencia de todas nuestras nostalgias. La
vida consiste en una búsqueda hacia delante de algo que al nacer dejamos atrás.
Avanzamos porque ésa es la única manera de regresar. “No más partir, volvemos” (María
Zambrano[1]). Sólo el Todo nos valdría como alternativa
efectiva a la irrecuperable Nada; sólo si llegáramos a integrarnos en aquél
conseguiríamos alcanzar la paz que perdimos al abandonar ésta. Desde que
nacimos añoramos la muerte que nos precede, la paz que ella nos procuraba. Pero
como como es imposible la vuelta a ese paraíso perdido, inventamos la vida, que
es el recurso alternativo para buscar aquella paz marchando hacia delante. En
suma, vivimos, es decir, discurrimos hacia delante gracias a la muerte que nos
precede y que dejamos atrás. Y quizás muramos porque lo que llegamos a
encontrar en la vida es insuficiente y hay que seguir buscando más allá.
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