viernes, 15 de abril de 2022

EL PELIGRO QUE EN NUESTRA ÉPOCA SUPONE DESATENDER EL ALMA

 

“Lo estamos amando". Por pintora británica Polly Phipps-Holland


     “Mientras que la Edad Media, la Antigüedad e incluso la humanidad entera desde sus primeros balbuceos vivieron en la convicción de un alma sustancial, en la segunda mitad del siglo XIX se asiste al nacimiento de una psicología «sin alma». Bajo la influencia del materialismo científico, todo lo que no puede verse con los ojos ni aprehenderse con las manos se pone en duda y, hasta sospechoso de metafísico, se vuelve comprometedor. Desde ese momento sólo es «científico» y, por consiguiente, admisible, lo que es manifiestamente material o lo que puede ser deducido de causas accesibles para los sentidos (…) La creencia en la sustancialidad del espíritu cedió, poco a poco, ante una afirmación cada vez más intransigente de la sustancialidad del mundo físico, hasta que, al fin —tras una agonía de casi cuatro siglos—, los representantes más avanzados de la conciencia europea, los pensadores y los sabios, consideraron al espíritu como totalmente dependiente de la materia y de las causas materiales” (Carl Gustav Jung [1]).

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    “El predominio de los sentidos arguye de ordinario falta de potencias interiores” (Ortega y Gasset[2]).

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    “La física se ocupaba y se ocupa sólo de realidades intermedias, de los fenómenos o apariencias que emergen ante los sentidos (…) Las leyes físicas no son descubiertas con un propósito utilitario, pero llevan en sí la condición de poder ser siempre aplicadas, sirven para facilitar al hombre el detalle de su vida, mas no resuelven, ni siquiera atacan los grandes problemas hincados en el alma humana” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Carl Gustav Jung: “Los complejos y el inconsciente”, Madrid, Alianza, 1970, pp. 9-10.

[2] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 349.

[3] Ortega y Gasset: “Pleamar filosófica”, O. C. Tº 3, pp. 346-347.


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