"La expulsión del Paraíso"-Jan Breughel el Joven |
“El hombre «moderno» es solitario todo el tiempo, pues cada paso hacia
una consciencia más elevada y amplia le aleja de la originaria participation mystique, puramente animal, del rebaño, ese estado
de inmersión en una inconsciencia común. Cada paso adelante significa un
desprendimiento esforzado de ese seno materno omniabarcante de la inconsciencia
originaria, en la que permanece la gran parte de la masa del pueblo” (Carl Gustav Jung[1]).
●●●●●●●●●
“Sólo el hombre en quien el alma se ha formado plenamente posee un
centro aparte y suyo, desde el cual vive sin coincidir con el cosmos (…) El
mundo mostrenco, igual para todos, se hace entonces «mi» mundo privado. Mas,
por otra parte, cae el hombre prisionero de su alma (…) Quiéralo o no, tengo
que ser yo, y sólo yo. Me siento desterrado del resto de las cosas y en una
trágica secesión de la existencia unánime del Universo (…) Adán y Eva hacen un
gesto que para un psicólogo es inequívoco: se cubren. Como todo gesto tiene un origen
simbólico y representa en figuras de espacio lo psíquico, cubrir el cuerpo
equivale a separarlo del contorno, cerrarlo, prestarle intimidad. A la
intimidad y recinto excéntrico que es el alma corresponde ese gesto pudoroso.
El hombre que siente la delicia de ser él mismo, siente a la vez que con ello
comete un pecado y recibe un castigo. Diríase que esa porción de realidad que
es su alma, y que ha acotado irremediablemente para sí, la ha sustraído de modo
fraudulento a la inmensa publicidad de natura y espíritu” (Ortega y Gasset[2]).
[1] Carl
Gustav Jung: “El problema anímico del hombre moderno”, en “Civilización en
transición”, Obra Completa, vol. 10, Madrid, Trotta, 2001, p. 72.
[2]
Ortega y Gasset: “Vitalidad, alma, espíritu”, en “El Espoectador”, Vol. V, O.
C. Tº 2 pp. 469-470.
No hay comentarios:
Publicar un comentario