“(Hay que) considerar la actividad deportiva como la
primaria y creadora, como la más elevada, seria e importante en la vida, y la
actividad laboriosa como derivada de aquella, como su mera decantación y
precipitado. Es más, vida propiamente hablando es sólo la de cariz deportivo,
lo otro es relativamente mecanización y mero funcionamiento” (Ortega y Gasset[1]).
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“(A) la cultura, el estado de ánimo que la lleva y
equilibra es esa seria broma, esa broma formal que se parece al juego enérgico,
al deporte, entendiendo por tal, como es sabido que yo entiendo, un esfuerzo,
pero un esfuerzo que, en oposición al trabajo, no nos es impuesto, ni es
utilitario ni es remunerado, sino un esfuerzo espontáneo, lujoso, que hacemos
por gusto de hacerlo, que se complace en sí mismo. (…)
La cultura brota y vive, florece y fructifica en
temple espiritual bien humorado —en la jovialidad. La seriedad vendrá después
(…) Se invita, pues, no más que a un juego rigoroso, ya que el hombre es en el
juego donde es más rigoroso. Este jovial rigor intelectual es la teoría, y (…)
la filosofía, que es una pobrecita cosa, no es más que teoría” (Ortega y Gasset[2]).
[1] Ortega
y Gasset: “El Espectador”, Tº VII, O. C., Tº 2, pág. 610.
[2]
Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 347 a 349.
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