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“(Me sentía) rodeado por una multitud de
detalles insignificantes (…) No veía las cosas como una totalidad, solo
fragmentos” (Paciente esquizofrénico de Louis A. Sass (1)).
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“La filosofía no brota por razón de utilidad, pero
tampoco por sinrazón de capricho. Es constitutivamente necesaria al intelecto.
¿Por qué? Su nota radical era buscar todo como tal todo, capturar el Universo,
cazar el Unicornio. Mas ¿por qué ese afán? ¿Por qué no contentarnos con lo que
sin filosofar hallamos en el mundo, con lo que ya es y está ahí patente ante
nosotros? Por esta sencilla razón: todo lo que es y está ahí, cuanto nos es
dado, presente, patente, es por su esencia mero trozo, pedazo, fragmento,
muñón. Y no podemos verlo sin prever y echar de menos la porción que falta. En
todo ser dado, en todo dato del mundo encontramos su esencial línea de
fractura, su carácter de parte y sólo parte —vemos la herida de su mutilación
ontológica, nos grita su dolor de amputado, su nostalgia del trozo que le falta
para ser completo, su divino descontento” (Ortega y Gasset[2]).
“Desde
el siglo X, no ha habido etapa histórica en que Europa poseyese menos
sensibilidad y saber filosóficos que en los cincuenta últimos años del siglo XIX.
Esto ha producido el caos mental que ahora, con sorpresa, encuentra el europeo
dentro de sí. Y es que la cultura de los especialistas crea una forma
específica de incultura más grande que otra alguna. Nadie entienda que yo ataco
al especialismo en lo que tiene de tal; indudablemente uno de los imperativos
de la ciencia es la progresiva especialización de su cultivo. Pero obedecer
este solo imperativo es acarrear a la postre el estancamiento de la ciencia y
por un rodeo inesperado implantar una nueva forma de barbarie. La ignorancia
del que es por completo ignorante, toma un cariz pasivo e innocuo. Pero el que
es un buen ingeniero o un buen médico y sabe mucho de una cosa, no se
determinará a confesar su perfecto desconocimiento de las demás. Transportará
el sentimiento dominador que, al andar por su especialidad, experimenta a los
temas que ignore. Mas como los ignora, su soberbia —más gremial que individual—
no le consiente otra actitud que la imperial negación de esos otros temas y
esas otras ciencias. El buen ingeniero y el buen médico suelen ser en todo lo
que no es ingeniería o medicina, de una ignorancia agresiva o de una torpeza
mental que causa pavor. Son representantes de la atroz incultura específica que
ha engendrado la cultura demasiado especializada” (Ortega y Gasset[3]).
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“Toda
ciencia parte de los fenómenos inconexos y divergentes en los cuales busca la
unidad. Esta tendencia a unificar lo diverso es una de las dos funciones
radicales del entendimiento. La otra es la inversa: sobre la unificación
establecida subraya o descubre nuevas diversificaciones. Uno de los principios
o métodos unificadores es la idea de evolución. Cuando un montón de hechos
diferentes entre sí tolera ser ordenado en una serie, de suerte que entre dos
fenómenos muy disparejos hallamos siempre intercalado otro que es semejante a
la vez al primero y al segundo, decimos que hay evolución” (Ortega y Gasset[4]).
(0) PORTADA: Carl G. Jung: “Realidad del alma”, Buenos Aires, Losada, 1968, p. 116.
[2]
Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 330 a 332.
[3]
Ortega y Gasset: “Prólogo a ‘Historia de la Filosofía”
de Karl Vorländer”, O. C. Tº 6, pp. 296-297.
[4] Ortega
y Gasset: “Prólogo a ‘Historia de la Filosofía” de Karl Vorländer”, O. C. Tº 6,
p. 298.
Excelente.-
ResponderEliminarMuchas gracias, Ernesto, por lo que me toca en mi (modesta) tarea de espigar textos.
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