lunes, 19 de abril de 2021

LA DIFERENCIA ENTRE EL AMOR Y EL DESEO


●●●●●●●●●

     “Aquello que amamos, claro está que, en algún sentido y forma, lo deseamos también; pero, en cambio, deseamos notoriamente muchas cosas que no amamos, respecto a las cuales somos indiferentes en el plano sentimental. Desear un buen vino no es amarlo; el morfinómano desea la droga al propio tiempo que la odia por su nociva acción.
    “Pero hay otra razón más rigorosa y delicada para separar amor y deseo. Desear algo es, en definitiva, tendencia a la posesión de ese algo; donde posesión significa, de una u otra manera, que el objeto entre en nuestra órbita y venga como a formar parte de nosotros. Por esta razón, el deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor, en cambio, es un eterno insatisfecho (…) En el acto amoroso, la persona sale fuera de sí: es tal vez el máximo ensayo que la naturaleza hace para que cada cual salga de sí mismo hacia otra cosa. No ella hacia mí, sino yo gravito hacia ella (…) En el modo de comenzar se parece, ciertamente, el amor al deseo, porque su objeto —cosa o persona— lo excita (…) Tal estímulo tiene, pues, una dirección centrípeta: del objeto viene a nosotros. Pero el acto amoroso no comienza sino después de esa excitación; mejor, incitación. Por el poro que ha abierto la flecha incitante del objeto brota el amor y se dirige activamente a éste: camina, pues, en sentido inverso a la incitación y a todo deseo. Va del amante a lo amado —de mí al otro— en dirección centrífuga (…) En el amar abandonamos la quietud y asiento dentro de nosotros, y emigramos virtualmente hacia el objeto. Y ese constante estar emigrando es estar amando” [Ortega y Gasset-1].



(0) PORTADA: Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 383-384.

[1] Ortega y Gasset: “Facciones del amor”, O. C. Tº 5, pp. 554-556.

 

4 comentarios:

  1. «... Llegará un día que indudables signos precursores anuncian ya de modo elocuente y brillante, sobre todo en los países nórdicos, en que aparecerá la mujer cuyo nombre ya no significará sólo algo opuesto al hombre, sino algo propio, independiente. Nada que haga pensar en complemento ni en límite, sino tan sólo en vida y en ser: el Humano femenino...
    Tal progreso -al principio muy en contra de la voluntad de los hombres, que se verán rebasados y superados- transformará de modo radical la vida amorosa, ahora llena de errores, y la convertirá en una relación tal, que se entenderá de ser humano a ser humano y ya no de varón a hembra. Este amor más humano, que se consumará con delicadeza y dulzura infinitas -imperando luz y bondad, así en el unirse como en el desligarse- se asemejará al que vamos preparando entre luchas y penosos esfuerzos: el amor que consista en que dos soledades se protejan, se deslinden y se saluden mutuamente... »
    (Rilke. Carta VII a un joven poeta)

    ResponderEliminar
  2. Una forma muy asertiva y bien estructurada de describir la realidad de un proceso por el que, al parecer, trasiega toda relación de pareja estable (bueno, si es que existe algo como eso). Inicio en el deseo (atracción y ansia de "querer tener/conquistar"), choques de individualidad y género en el período subsiguiente y, finalmente, la calma después de la tempestad, para ese trato de Humano a Humano, basado en conocimiento del otro, la comprensión y la tolerancia y en ese algo, más profundo aún y difícil de reconocer, que nos une con el otro de forma simbiótica y que está más allá de nuestra voluntad o albedrío, e incluso más allá de nuestro conocimiento consciente.

    ResponderEliminar