miércoles, 7 de abril de 2021

LA INDISOLUBLE UNIDAD QUE FORMAN EL CERO Y EL INFINITO


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“Del infinito sueño que es la nada” (Ortega y Gasset[1]).

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     Georges Ifrah dice en su “Historia Universal de las Cifras” que el descubrimiento del cero “constituye el último grado de abstracción”[1], y también, “el concepto más delicado de la historia”[2]. Aún más, refiriéndose a su descubrimiento por los hindúes, dice que fue un acontecimiento “capital, confiriendo al pensamiento humano un potencial de alcance extraordinario. Puede decirse incluso que ninguna otra creación humana ha ejercido tal influencia sobre el desarrollo de la inteligencia”[3]. Fuera de Mesopotamia, la civilización maya y la India (de ésta lo heredamos en Occidente, a través de los árabes y hebreos, en el siglo XII), ninguna otra cultura de la historia ha llegado por sí misma a la idea del cero, si bien aquellas no llegaron a convertirlo en algo aritméticamente operativo: no alcanzó a ser un número, solo un espacio vacío a la espera de ser llenado, precisamente, por un número. Lo cual acaba sirviendo como analogía para la función propulsora que el vacío tiene en Occidente, como, por ejemplo, queda de manifiesto en este enunciado de María Zambrano: “El hombre podría definirse –una de tantas posibles definiciones– como el ser que alberga dentro de sí un vacío (…) un vacío que ha de llenarse”[4]. Si miramos desde esta perspectiva, por tanto, el Ser y la Nada se sostienen mutuamente a través de su perpetua confrontación. Según Lao Tsé, precisamente, “el ser y el no-ser se engendran mutuamente”[5]. El cero es la Nada, y también el soporte sobre el que todo se levanta y sostiene. Antes de que las cosas empiecen a surgir unas de otras, todas ellas han venido de la Nada, y adquieren su entidad en contraste con ella. “Lo que ahora hay era nada antes de ser creado, y de la nada de hoy pueden salir nuevos seres”, dice también María Zambrano[6]. Nietzsche enuncia esta idea en clave algorítmica: “¿Cómo?, ¿andas buscando?, ¿te gustaría decuplicarte, centuplicarte?, ¿andas buscando adeptos? –¡Busca ceros!”[7]. Georges Ifrah abunda en la misma idea[8] al reflexionar a propósito de los diversos significados de la cantidad cero a través de otros significados correlativos del término “vacío”, confluyentes todos ellos con la determinación de que, en el mismo lugar del vacío, algo es, aunque lo sea en forma latente: así, cuando un puesto de la administración está vacante, se está aludiendo a una potencialidad que recubre y da sentido a aquel vacío; este apunta hacia la plenitud aún inexistente. “Estar vacío es llenarse”: es la manera en que Lao Tsé lee esta paradoja[9]. Es precisamente ese lugar del vacío del que hablamos el que, si no es habitado, al menos, por algún producto imaginario, se convierte en foco de enfermedad. El vacío es entonces el heraldo de la muerte.



(0) PORTADA: 01-Antonio Machado: “Proverbios y cantares”, en “Poesías Completas”, Madrid, Espasa-Calpe, 1981, p. 221.

                           02-Cioran: “De lágrimas y de santos”, Barcelona, Tusquets, 1994, p. 67.   

                           03-María Zambrano: “El hombre y lo divino”, México D. F., F. C. E. p. 128.

                           04-Ortega y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C., Tº 7, pág. 145.

                           05-Johann W. Goethe: “Fausto”, Madrid, Unidad Editorial, 1999, Parte II, Acto I, p. 257.

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[1] Ortega y Gasset: “Idea del teatro”, O. C. Tº 7, p. 497.

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[1] Georges Ifrah: “Historia Universal de las Cifras”, Madrid, Espasa, 2002, p. 784

[2] Georges Ifrah: “Historia Universal de las Cifras”, Madrid, Espasa, 2002, p. 790.

[3] Georges Ifrah: “Historia Universal de las Cifras”, Madrid, Espasa, 2002, p. 1.026.

[4] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 82.

[5] Lao Tsé: “Tao te king”, Barcelona, Ed. Olañeta, 2005, p. 10.

[6] María Zambrano: “Senderos”, Barcelona, Anthropos, 1986, p. 142.

[7] F. Nietzsche: “Crepúsculo de los ídolos”, Madrid, Alianza, 1980, p. 11

[8] Georges Ifrah: “Historia Universal de las Cifras”, Madrid, Espasa, 2002, pp. 1.019-1.020

[9] Lao Tsé: “Tao te king”, Barcelona, Ed. Olañeta, 2005, p. 35.



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