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“Cuando el hombre se encuentra en efecto y radicalmente solo consigo se
encuentra con que en el fondo de su soledad brota la fuente de la verdad (...)
El hombre no descubre la verdad sino en la soledad consigo lo cual no es
nada vago misterioso ni místico como puede comprobarse con la simplicísima observación
de que nadie jamás ha podido pensar efectivamente, esto es, de verdad pensar y
pensar con verdad cosa tan trivial como que dos y dos son cuatro si no es
quedándose, aunque sea un instante solo consigo, recogido dentro de sí,
representándose con lucidez, con evidencia lo que es ser dos y ser ‘más dos’ y
ser cuatro” (Ortega y Gasset[1]).
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“Normalmente no me doy cuenta de
mi vida auténtica, de lo que ésta es en su radical soledad y verdad, sino que
vivo presuntamente cosas presuntas, vivo entre interpretaciones de la realidad
que mi contorno social, la tradición humana ha ido inventando y acumulando. (…)
A fuer de interpretaciones pueden siempre, en última instancia, ser erróneas y
proponernos realidades francamente ilusorias. De hecho, la inmensa mayoría de
cosas que vivimos son, en efecto, no sólo presuntas sino ilusorias; son cosas
que hemos oído nombrar, definir, valorar, justificar en nuestro contorno
humano; es decir, que hemos oído a los otros y, sin más análisis, exigencias ni
reflexión, damos por auténticas, verdaderas o verosímiles” (Ortega y Gasset[2]).
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“El hombre sólo es en su verdad, sólo es en sí mismo cuando es en su
soledad” (Ortega y Gasset[3]).
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“Conviene mucho retirarnos en nosotros mismos, porque la conversación que
se tiene con los que no son nuestros semejantes descompone lo bien compuesto
(...) Pero también conviene mezclar y alternar la soledad y la comunicación,
porque aquélla despertará en nosotros deseos de comunicar a los hombres, y
estotro de comunicarnos a nosotros mismos, siendo la una el antídoto de la
otra” (Séneca[4]).
(0) PORTADA: 0A-Ortega y Gasset: “Prólogo a una edición de sus Obras”, O. C. Tº 6, p. 343.
(0B) y [1]
Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 268.
[2]
Ortega y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, pp. 143-144.
[3]
Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, p.
226.
[4] Séneca:
“De la tranquilidad del ánimo”, en “Páginas escogidas de Séneca”, en María
Zambrano: “El pensamiento vivo de Séneca”, Madrid, Cátedra, 1987, Cap. XV, pág.
76
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