“Mundo significa un orden unitario de las cosas (…) Es el ser de todas
las cosas articulado en un ser universal. Mundo es orden, estructura, ley y
comportamiento definido de las cosas; una absoluta variación no sería mundo”
(Ortega y Gasset[1]).
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“(Hoy) nada
es permanente: la razón se identifica con la sucesión y con la alteridad. La
modernidad (…) se identifica con el cambio (…) No nos rige el principio de
identidad ni sus enormes y monótonas tautologías, sino la alteridad y la
contradicción, la crítica en sus vertiginosas manifestaciones. En el pasado, la
crítica tenía por objeto llegar a la verdad; en la edad moderna, la verdad es
crítica. El principio que funda a nuestro tiempo no es una verdad eterna, sino
la verdad del cambio” (Octavio Paz[2]).
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“Este
tipo de vida para el que vivir es insistir en lo recibido, es el
tradicionalismo. Pero he aquí que en el Renacimiento, de pronto, vira sobre sí
mismo el corazón europeo, y se invierte la actitud de los espíritus. Todas esas
tradiciones, todo eso recibido empieza a aparecer insuficiente, infundado,
torpe, absurdo. Las gentes comienzan a sentir que la vida solo tiene valor si
lucha contra todo eso, si se libera de todo eso. Llevamos sobre todo tres
siglos durante los cuales para las gentes vivir era libertarse de algo, de
alguna tradición. Por tanto, llevamos tres siglos (…) de combate contra lo
constituido como tal, contra la autoridad política, contra el dogma religioso,
contra el escolasticismo científico, contra la norma poética (…) (Se ha
impuesto un) sentido de la vida como un esfuerzo negador” (Ortega y
Gasset[3]).
[1] Ortega y
Gasset: “Unas lecciones de metafísica”, O. C. Tº 12, pp. 95-96.
[2] Octavio
Paz: “Los hijos del limo”, paz-octavio-los-hijos-del-limo.pdf
, p. 138.
[3] Ortega y
Gasset: “En un banquete en su honor en ‘Pombo’”, O. C. Tº 6, p. 228.
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