“La educación agnóstica del siglo pasado debilitó el afán nativo en el
hombre de buscar lo «definitivo», los puntos cardinales para la existencia, y
se habituó la mente a moverse entre penultimidades, que al ser sólo esto
carecen de necesidad y se presentan como meras cosas plausibles que se pueden
tomar o dejar o canjear entre sí. Ejemplo máximo: la ciencia física. Es ella,
sin duda, admirable; pero como no resuelve los últimos problemas ni fundamenta
el último sentido de sí misma, es perfectamente razonable que un hombre se
desentienda de ella. Lo mismo la técnica. El automóvil es un aparato magnífico
para ir de prisa de aquí a Socuéllamos. Pero, señor, ¡si yo no tengo nada que
hacer en Socuéllamos!” (Ortega y Gasset[1]).
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“La «verdad científica» es una especie exquisita de verdad; es, en un
determinado sentido, la verdad de más quilates. Esta superior calidad proviene
de que la verdad científica es exacta y es rigorosamente comprobable. A su vez,
esta exactitud y esta facultad de ser comprobada provienen de ciertos métodos y
condiciones que se emplean para descubrirla (…) (Pero) la ciencia logra
fabricar una clase ejemplar de verdades, gracias a que renuncia a resolver los
problemas fundamentales. Así la física descubrirá las leyes rigorosísimas según
las cuales acontecen las modificaciones de la materia, pero no nos dirá nunca
de dónde procede la materia. La biología llegará a averiguar con suficiente
rigor cómo funciona el ojo para ver y el estómago para digerir, pero no nos
revelará nunca qué es la vida misma del organismo y cómo se origina. Más aún:
de no intentar resolver tan graves y últimos problemas, ha venido a hacer su
virtud máxima. Los métodos que emplea son exactos, pero incapaces de responder
a las postreras preguntas” (Ortega y Gasset[2]).
La ciencia no tiene todas las respuestas ni tampoco se plantea las ultimas preguntas, aunque se está aproximando a ellas. Pero es que todas las demásr respuestas son elucubraciones en el mejor de los casos bienintencionadas (conseguir la paz y no pensar demasiado) y en muchos casos mentiras interesadas
ResponderEliminarEl caso es que hay asuntos que no atiende ni puede atender la ciencia y que exigen atención de modo ineludible. Las preguntas por el sentido de la vida no esperan a que alguien sea capaz de darles respuesta. Pero a nadie le ha quitado el hambre el hecho de que no haya nada que comer. La ciencia no proporciona esta clase de comida, pero no tenemos más remedio que buscarla en algún lado.
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