"La ronda de los presos" - Van Gogh |
“Pertenezco a una generación que heredó el
descreimiento en la fe cristiana y que creó en sí un descreimiento en todas las
demás fes (…) Quedamos, pues, entregados cada uno a sí mismo, en la desolación
de sentirse vivir. Un barco puede ser un objeto cuyo fin es navegar; pero su
fin no es navegar, sino llegar a puerto. Nosotros nos hallamos navegando, sin
la idea del puerto al que deberíamos acogernos. Reproducimos así, en su forma
dolorosa, la fórmula aventurera de los argonautas: navegar es preciso, vivir no.
“Sin ilusiones vivimos apenas del sueño, que es la
ilusión de quien no puede tener ilusiones. Viviendo de nosotros mismos, nos
disminuimos (…) Sin fe, no tenemos esperanza, y sin esperanza no tenemos
propiamente vida. No teniendo una idea del futuro, no tenemos tampoco una idea
del hoy, porque el hoy, para el hombre de acción, no es sino un prólogo del
futuro. La energía para luchar nació muerta en nosotros, porque hemos nacido
sin el entusiasmo de la lucha” (Fernando Pessoa[1]).
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“Hay una fijeza absoluta alrededor de mí. Todavía tengo menos movilidad
respecto del porvenir que en el presente y en el pasado. Hay en mí una especie
de rutina que no permite encarar el porvenir. El poder creador está suprimido
en mí. Veo el porvenir como repetición del pasado” (Paciente
esquizofrénico de Eugène Minkowski[2]).
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“Normalmente la vida se limpia por su entrega a los poderes del futuro,
y de estos provienen los temas o tareas a cumplir (…) La vida sana, a medida
que avanza y penetra en el futuro, se limpia del pasado. El obsesivo queda
prendido en este pasado que flota sobre él, abrumándole” (Juan José López
Ibor, psiquiatra(3)).
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