“Suele con error creerse que la psique humana se forma partiendo de un
núcleo central en lo más íntimo de cada persona que luego va engrosando el
volumen del alma hasta tocar la del prójimo y formar así la espiritualidad
social. Tal suposición impide la inteligencia de la psicología primitiva. La
verdad es, más bien, lo inverso. Lo que primero se forma de cada alma es su
periferia, la película que da a los demás, la persona o yo social. Se cree lo
que creen los demás; se sienten emociones multitudinarias. Es el grupo humano
quien, en rigor, piensa y siente en cada sujeto” (Ortega
y Gasset[1])
“El yo nace después
que el tú y frente a él, como
culatazo que nos da el terrible descubrimiento del tú, del prójimo como tal, del que tiene la insolencia de ser el otro” (Ortega y
Gasset[2])
“El
yo no adquiere su perfil genuino sin un tú que lo limite y un nosotros que le
sirva de fondo. En las pupilas de los otros hallamos el logaritmo de nuestras
virtudes y nuestros vicios. Tropezando con el prójimo aprendemos nuestro puesto
en el mundo” (Ortega
y Gasset[3])
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