(Don Quijote a Sancho Panza) “(Con el bálsamo de Fierabrás) no hay que
tener temor a la muerte, ni hay que pensar morir de herida alguna. Y así,
cuando yo lo haga y te lo dé, no tienes más que hacer que, cuando veas que en
alguna batalla me han partido en dos por la mitad del cuerpo, como muchas veces
suele acontecer, la parte del cuerpo que caiga al suelo, y antes que la sangre
se coagule, la pondrás bonitamente y con mucha sutileza sobre la otra mitad que
queda en la silla, advirtiendo que encaje perfectamente y con exactitud. Luego
me darás a beber dos tragos sólo del bálsamo que he dicho, y me verás quedar
más sano que una manzana” (Miguel de Cervantes[1]).
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“La esperanza (…) no siempre
sabe lo que pide
(María Zambrano”[2]).
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“Bajo la objetividad (…)
alguna esperanza ha quedado aprisionada”
(María Zambrano[3]).
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“La esperanza es la última substancia de nuestra vida” (María Zambrano[4]).
[1]
Miguel de Cervantes: “Don Quijote de la Mancha”, Barcelona, Destino, 2015, p. 92.
[2] María
Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 100
[3] María
Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 100.
[4] María
Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 100.
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