miércoles, 19 de enero de 2022

POR QUÉ LA FILOSOFÍA COMIENZA INSULTANDO

 


     Heráclito, Parménides, Jenófanes, con quienes, según Ortega, se inicia la filosofía “se revuelven iracundos contra el vulgo y llenan de insultos nominativa o genéricamente a sus predecesores (…) ¿Por qué la filosofía comienza insultando? (…) En cierto modo el insulto al vulgo es la tonalidad propia al «pensador» porque la misión de este, su destino profesional, es poseer ideas «propias» opuestas a la doxa u opinión pública (…) Heráclito y Parménides (…) al pensar frente y contra la doxa, su opinión era constitutivamente paradoxa. Este carácter paradoxal ha perdurado a lo largo de toda la evolución filosófica. Parejamente Amos, el primer «pensador» hebreo, que es contemporáneo de Tales, nos hará constar que al ser constituido por Dios en su profesión, Dios le impone este encargo: «Profetiza contra mi pueblo». Todo profeta es profeta contra y lo mismo todo «pensador» (…) Una avalancha de «para-doxas» cae sobre Atenas. Se oye la tremenda blasfemia de que los astros no son dioses, sino bolas de metal ardiente, el Sol, por ejemplo, según Anaxágoras, del cual este dice que es más grande que el Peloponeso (…) En efecto, apenas llega a Atenas el primer filósofo, que fue Anaxágoras, comienza el pueblo ateniense a reaccionar con un sentimiento de desazón hasta entonces desconocida (…) (El nombre por el que empezaron a llamarlos, que  traducido viene a significar «lo que es demasiado saber») por un lado significa acción u obra extraordinarios y tiene un valor laudatorio, mas por otro significa un comportamiento excesivo, desaforado, indebido y especialmente en sentido religioso, por tanto, sacrílego” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Origen y epílogo de la filosofía”, O. C. Tº 9, pp. 422 a 427.


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