Luis Alberto trae a colación un poema de Fernando Pessoa:
“El mundo no se hizo para pensar en él / (pensar es estar enfermo de los
ojos) / sino para al mirarlo estar de acuerdo”. Ese poema trata de la
misma reflexión que hacía Picasso, y que transcribí en una anterior
publicación: “Ojalá pudiéramos quitarnos el cerebro y usar solamente
nuestros ojos”. También habla de lo mismo el poema de Borges que
recordaba Ernesto Killner: “La moneda de hierro (…) Su reverso es nadie y
nada y sombra y ceguera” (solo es, pues, la cara que se ve; la otra
cara es pensada, no vista). Ver, pero no pensar… es la propuesta de los
desencantados, me atrevo a decir que de los depresivos (la depresión puede
tomar más derroteros que el de la estricta tristeza, aunque Pessoa sí era
además una persona triste). Hoy no recurriremos a Ortega, sino a su
discípula María Zambrano, que, por el contrario, decía que “la
vida no puede ser vivida sin una idea”[1].
Complementando esa afirmación, también decía que “nada es solamente lo
que es”[2],
es decir, solo lo que es evidente, lo que de ello se ve. Las cosas, cuando las
desnudamos de lo que nosotros les aportamos, cuando, en suma, nos
desinteresamos de ellas, pasan, efectivamente, a ser solo lo evidente, el único
plano de una moneda de una sola cara. El mundo pasa a ser solo lo que es, sin
perspectiva de profundidad, sin finalidad, sin horizonte al que ser referido. Y
respecto de esto, decía también Zambrano: “Si este horizonte cayera
destruido de repente nos encontraríamos que lo que estábamos mirando en este
momento, por insignificante que fuese, se convertiría en algo terrible, en algo
que no nos permitiría ni movernos; seríamos presa del terror de su presencia”[3].
Porque pensamos, interpretamos las cosas a la luz del ideal hacia el que
apuntan, hacia el horizonte. Nosotros mismos somos lo que evidentemente
somos… más lo que aspiramos a ser, y que no podemos ver, solo pensarlo. Si nos
quedamos sin horizonte, seríamos “presa del terror” de lo que es
presente y nada más. Eso es la depresión. En el arte y en la vida.
[1] María
Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, pág. 73.
[2] María
Zambrano: “Notas de un método”, Madrid, Mondadori, 1989, pág. 119
[3]
María Zambrano: “Persona y democracia”, , Madrid, Siruela, 1996, pág. 78.
La pandemia, sumada a la guerra, nos dejo sin horizonte , del queud comenta y sabe algo?, esto no es vivir, es solo subsistir a costa de que?, no lo sabemos, estamos vavios de contenidos.
ResponderEliminarYo soy Irma Pasarela
ResponderEliminarSaludos Irma. Decía uno de mis referentes intelectuales, Viktor Frankl: “No existe ninguna situación en la que la vida deje ya de ofrecernos una posibilidad de sentido, y no existe tampoco ninguna persona para la que la vida no tenga dispuesta una tarea” . Frankl hubo de someter a prueba esa premisa en las duras condiciones de los campos de concentración nazis en los que estuvo prisionero. Y completa esa reflexión con esta otra: “No fue esta la menor de las lecciones que me llevé a casa de Auschwitz y Dachau: que los que demostraron tener mayor capacidad para sobrevivir incluso en aquellas situaciones límite eran los que estaban orientados hacia un futuro, hacia una tarea que les esperaba, hacia un sentido que querían cumplir”. Todos, pues, tenemos una tarea esperándonos que ha de dar sentido a nuestra vida. Eso sí, hay que ponerse a la escucha para conseguir desvelarla.
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