Tal idea sobre lo que significó la Edad Media la dejó así transcrita
Julián Marías. Cito a tres autores que vienen a ratificarla:
Erich Fromm hablando precisamente de la Edad Media: “La
vida personal, económica y social se hallaba dominada por reglas y obligaciones
a las que prácticamente no escapaba esfera alguna de actividad”[1].
Jacob Burckhardt (el primero en denominar
“Renacimiento” al ídem): “El hombre se reconocía a sí mismo solo como
raza, pueblo, partido, corporación, familia u otra forma cualquiera de lo
general”[2].
Y el mismo Ortega y Gasset: “En el siglo XIV el
hombre desaparece bajo su función social. Todo es sindicatos o gremios,
corporaciones, estados. Todo el mundo lleva hasta en la indumentaria el
uniforme de su oficio. Todo es forma convencional, estatuida, fija; todo es
ritual infinitamente complicado”[3].
Está hablando Ortega del siglo XIV, precisamente el siglo, entre otras cosas,
de la Peste Negra, que acabó con un tercio de la población de Europa. Es decir,
que la vida no podía ser más insegura; pero la forma de vida era absolutamente
segura, petrificada incluso. Casi lo contrario, en los dos sentidos, de lo que
ocurre ahora: nunca hemos tenido más facilidades y seguridades para hacer la
vida, pero la inquietud, zozobra, angustia, descontento… y el consumo de
ansiolíticos dan fe de que la forma de vida está llena de incertidumbres y de
ausencia de suelo firme sobre el que discurrir.
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