“Las gentes suelen necesitar que el filósofo se presente mal vestido y
con caspa sobre los hombros y que hable o escriba en un estilo de Manual, Handbuch o Vademecum: otra cosa defrauda su estereotipada expectativa (…) Es preciso decir
que nunca jamás ha venido nada creador, importante en un libro o discurso que
tenga el estilo del Manual, estilo hacia el cual siento sólo robusto desdén, o
de una lección soporífera dada a colegiales” (Ortega
y Gasset[1]).
“La filosofía, si es algo de verdad, no por simple convención y ganas
de hablar, si es algo no puede ser una gris y nula cosa que pasa en las
cátedras sino algo que pasa en cada uno de nosotros, que es cada uno de
nosotros” (Ortega y Gasset[2]).
“Es la filosofía el único conocimiento que para ser lo que tiene que
ser no necesita lograr la solución de sus problemas (…) No se funda en el
acierto de sus soluciones sino en la inevitabilidad de sus problemas” (Ortega y Gasset[3]).