Nietzsche
dice que no existe la verdad, que lo que hacemos es investir lo que parece ser verdad,
realidad, con atributos que sólo están en nuestra mente: “No hay hechos, solo interpretaciones” (1), dice. De esa forma, cuando afirmamos que el calor expande los
metales, estaríamos añadiendo una relación causal al fenómeno “calor” (causa) con
el fenómeno “expansión de los metales” (efecto) que sólo existe en nuestra
mente… ¡Pues no es verdad! (nunca mejor dicho). Esa relación causal la aportará
nuestra mente, ¡pero está ahí afuera, en el calor y en los metales! La realidad,
los hechos, existen e imponen límites y exigencias a nuestra interpretación.
Así que acierta Ortega al decir: “Casi siempre acontece lo mismo con las
grandes ideas: las vemos a un tiempo fuera y dentro, como verdades y como
deseos, como leyes del cosmos y confesiones del espíritu. Tal vez es imposible
descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en
nuestro fondo íntimo”(2). En suma: descubrimos lo que
hay fuera gracias a las prefiguraciones que guardamos dentro. Pero no solo
existe el dentro: también existen las cosas, la realidad. Por eso recomendaba
Ortega: “Salvémonos en las cosas[3].
La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
domingo, 21 de septiembre de 2025
¿EXISTE LA VERDAD O CADA CUAL TIENE LA SUYA?
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