El núcleo más íntimo del pensamiento, en el cual se decide la manera de
entender la vida es la idea que se tenga de lo que es la realidad. ¿Qué
es lo que hay, qué es lo que encontramos en nuestro derredor? –se
pregunta Ortega, y se contesta:– Cosas
y cambios, cambios y cosas; tan real lo uno como lo otro. ¿Pero esas dos
realidades tienen el mismo valor? (…) Porque nos encontramos con que esas dos
formas de realidad tienen rasgos opuestos: las cosas son siempre, nos parecen
siempre, a una visión pronta e inmediata, lo igual a sí mismo, lo idéntico; en
cambio, las mudanzas, los movimientos, son lo no idéntico, lo siempre distinto
a sí mismo. Por tanto, esas dos formas primarias de realidad se nos presentan
con caracteres opuestos”[1].
De la piedra casi podríamos afirmar taxativamente que es lo que es. Pero el
río, como supo ver Heráclito, o la vida
humana son y no son, son hoy una cosa y mañana otra. Unamuno dio con la clave de cómo
conjugar nuestra necesidad de identidad con la contrapuesta evidencia de los cambios:
“Cada cual defiende su personalidad, y sólo acepta un cambio en su modo
de pensar o de sentir en cuanto este cambio pueda entrar en la unidad de su
espíritu y engarzar en la continuidad de él”[2].
La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
jueves, 2 de octubre de 2025
¿EXISTE LA IDENTIDAD O TODO ES CAMBIANTE?
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