En algo tiene
razón Aristóteles: heredamos una constitución biológica preparada para hacer
funcionar la inteligencia, igual que heredamos ojos para ver o tacto para
percibir el lado tangible de las cosas. Se ve, diría Ortega, que el esfuerzo
acumulado de nuestros antepasados ha cristalizado fisiológicamente, a través de
la evolución, en esas capacidades. Pero no por ello deja de ser aquella
inteligencia una función de lo que hagamos con ella: la inteligencia está ahí
para resolver problemas, y si renunciáramos a los problemas o desaparecieran de
nuestro horizonte estaríamos renegando de esa función y haciendo algo así como
dar órdenes a nuestra base biológica para que desactivara esa función. “Yo soy
yo y mi circunstancia” quiere decir en este caso que la cantidad de “yo” que
tengamos dependerá de la cantidad de “circunstancia” que afrontemos. Depende
del horizonte que aceptemos como marco para nuestra vida el que nuestras
potencialidades se activen en una u otra forma, en una u otra medida. Siempre
teniendo en cuenta, claro está, las limitaciones que nos impone la
circunstancia, incluida, por ejemplo, la circunstancia biológica.
La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
sábado, 25 de octubre de 2025
EXISTIMOS, LUEGO PENSAMOS
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